"¡Qué costumbre tan salvaje esta de enterrar a los muertos!, ¡de matarlos, de aniquilarlos, de borrarlos de la tierra! Es tratarlos alevosamente, es negarles la posibilidad de revivir. Yo siempre estoy esperando a que los muertos se levanten, que rompan el ataúd y digan alegremente: ¿por qué lloras? Por eso me sobrecoge el entierro. Aseguran las tapas de la caja, la introducen, le ponen lajas encima, y luego tierra, tras, tras, tras, paletada tras paletada, terrones, polvo, piedras, apisonando, amacizando, ahí te quedas, de aquí ya no sales. Me dan risa, luego, las coronas, las flores, el llanto, los besos derramados. Es una burla: ¿para qué lo enterraron?, ¿por qué no lo dejaron fuera hasta secarse, hasta que nos hablaran sus huesos de su muerte? ¿O por qué no quemarlo, o darlo a los animales, o tirarlo a un río? Habría que tener una casa de reposo para los muertos, ventilada, limpia, con música y con agua corriente. Lo menos dos o tres, cada día, se levantarían a vivir". Jaime Sabines
Este texto está dedicado a todos los familiares de los desaparecidos en el mundo, especialmente a la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos -ASFADDES- por enseñarme a construir formas de narrar.
Ya van siendo bastantes las ocasiones, en las que por el visor de la cámara de vídeo veo el rostro de una persona desgarrada por el dolor de recibir a su ser querido en una pequeña caja de madera, con algunos huesos finamente empacados en bolsas gruesas, reconociendo las prendas de vestir curtidas por los años en el fondo de la tierra, tocándolas en un acto que parece una caricia eterna.
Las manos en el rostro para contener el horror, la contradicción del plano general que encuadra la imagen fotográfica de un rostro vivo, de una cara cubierta de músculos, carne, piel y movimiento, y la presencia real de la muerte, envuelta en papel periódico, finamente empacada en una caja de madera inerte.
En lo que se reconoce como la masacre del 16 de mayo de 1998 en Barrancabermeja , siete personas fueron asesinadas ese día y 25 más desaparecidas. A la fecha han pasado 15 años, en ese período de tiempo 8 personas desaparecidas han sido entregadas a sus seres queridos, luego del proceso de exhumación e identificación de los cuerpos óseos.
El primer acto de entrega se llevó a cabo en Bucaramanga en el año 2009, alrededor de 200 personas entre familiares, medios de comunicación, organizaciones sociales acompañantes, organismos internacionales e instituciones públicas, principalmente la Fiscalía General de la Nación, en un acto solemne hicieron entrega de cada uno de los cuerpos. Cuatro años después otras tres personas son identificadas y posteriormente entregadas a sus familiares, la entrega de los cuerpos se hace directamente en Barrancabermeja, en la sede de la Unión Sindical Obrera USO.
En las dos ocasiones estuve acompañando a la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos ASFADDES, y por mi labor como comunicador, cercano a los familiares de las víctimas, he tenido la posibilidad de registrar en vídeo los dos momentos principales de entrega de las personas desaparecidas, el acto público y el momento privado.
Acto publico
En el acto público las organizaciones sociales y de víctimas expresan su solidaridad con los familiares de las personas desaparecidas, hacen discursos beligerantes de reconocimiento de los derechos de las víctimas, a través de testimonios reconstruyen los hechos del pasado, expresan abiertamente su indignación frente a lo ocurrido y hacen un llamado a la continuación de la lucha por encontrarlos a todos. Este discurso principalmente se encuadra en la consigna ética de que hechos de este tipo no se pueden volver a repetir.
Por otro lado, las instituciones explican el proceso de identificación, la labor que vienen realizando en medio de los marcos jurídicos en los que básicamente se reconocen como derechos de las víctimas; la verdad, la justicia, la reparación y la memoria. En los discursos, las entidades expresan su solidaridad y compromiso con los afectados y son enfáticos en reconocer igualmente que estos hechos no se pueden volver a repetir.
En este caso de Barrancabermeja, para los familiares de las víctimas la Fiscalía General de la Nación, ha jugado un papel fundamental, según lo expresan los dirigentes de la organizaciones de familiares: “se han sentido respetados y ante todo reconocidos en el proceso de entrega, se reconoce que la labor ha sido propia de lo que se denomina una entrega digna de cuerpos de personas desaparecidas” . En el proceso de organización de los actos, la institución ha sido abierta a escuchar la solicitud de las víctimas y las organizaciones, las explicaciones han sido claras y el acompañamiento permanente, según lo expresan abiertamente los familiares de Barrancabermeja.
Por el carácter público de estos actos, medios masivos y alternativos han registrado en vídeo y fotografía este tipo de ceremonias, en ese sentido ha sido bastante lo que se ha dicho y se ha registrado en torno a estos momentos. En este texto he querido recoger el momento privado, dado que en el caso de Barrancabermeja en las dos entregas de cuerpos que se han realizado, además del camarógrafo del CTI sólo yo he podido registrar el hecho.
En el espacio privado, los familiares se reúnen con el Fiscal del caso, los antropólogos, odontólogos y psicólogos, para hacer a puerta cerrada una entrega personal. En este lugar los familiares además de tener la posibilidad de preguntar, pueden ver lo que quedó de sus seres queridos y principalmente desahogar su dolor.
Después de años y años de búsqueda, incertidumbre y un largo proceso de identificación; desde la versión libre, en la que el verdugo dice qué antecedió a la muerte, cuáles fueron sus estrategias de horror, sus argumentos para segar la vida, qué hicieron con los desaparecidos, cómo los mataron y dónde los dejaron. Viene la verificación de la información, la exhumación, la toma de muestras y los días en el laboratorio para lograr comprobar quién es esa persona en el presente reducida a huesos.
Ese trasegar, en el caso de las tres personas entregadas el 05 de julio de 2013 en Barrancabermeja duró quince años. En este lugar donde campea la muerte y el dolor, desde la mirada del lente de una cámara se descubren las texturas del horror.
La cámara un testigo indeseable
Al salón donde se realiza la entrega privada sólo pueden ingresar familiares y personas autorizadas por las familias. Entrar al sitio es penetrar en un lugar íntimo donde predominan los extensos silencios, los sollozos y el llanto. Prender la cámara intentando hacer el menor ruido posible y decidir que se quiere ver desde el lente, qué se debe grabar o en qué momento abrir o cerrar el plano. En las dos ocasiones personas cercanas a las familias han preguntado por la procedencia de quien está grabando, se torna molesta la presencia de la cámara y es necesario hacer aclaraciones. Es imposible no interpelarse a sí mismo, aunque sea la familia la que decida que es necesario registrar.
Grabar entonces se torna en una forma de archivo mediado por el carácter subjetivo de quien manipula la cámara. En el 2009, la primera vez que registré ese momento, grabé extensamente y si se quiere de manera improvisada, cada una de las manifestaciones de los familiares y los servidores públicos en planos generales. Los primeros planos los utilicé para captar las manos que acariciaban lentamente las prendas de vestir, los rostros cubiertos de llanto, tapados por pañuelos intentando atajar las lágrimas, hice retratos que enfocaban la familia completa. Me abstuve de grabar los huesos, consideré una forma de morbo que poco aportaba y aporta al relato, contrario a eso me encargue de enfocar la imagen viva de una fotografía descolorida por los años.
En la segunda ocasión, con un poco más de experiencia dediqué más tiempo a escuchar, a analizar el ruido que genera la cámara, a comprender las preguntas que los familiares hacían a los servidores públicos, sólo en momento específicos prendí la cámara grabé pensando en editar el menor tiempo posible, planos muy cortos y concretos que fortalecen la idea de lo que he llamado las texturas del horror.
Las bolsas corrugadas con algunos fragmentos de cráneo, las manos pausadas casi a la deriva tocando las prendas, los rostros profundamente agobiados, casi desesperados por la dimensión del dolor y los largos silencios que envuelven un espacio que permiten escuchar sollozos, llantos pequeños y algunos ahogos.
Ese tiempo para escuchar me permitió comprender la necesidad de las familias de constatar el hecho, una persona decide solicitar a la fiscal la carpeta de la exhumación, quería ver las fotografías, quería saber, dónde y cómo habían encontrado a su familiar. Otra persona, en cambio preguntó por la causa de la muerte, un cuestionamiento imposible de responder por las condiciones en que fueron encontrados los huesos. El PH de la tierra, su acidez consumió la mayor parte de los huesos, razón por la cual, era imposible saber cuál fue la causa concreta de la muerte. La antropóloga atina a responder que todos tenían marcas en los huesos de las manos, seguramente habían sido amordazados y por ello se puede concluir que estas personas fueron asesinadas con tiros de gracia.
El alcance del archivo
Al terminar este acto privado, dividido en tres momentos específicos, cada uno dedicado a los familiares de Melkiceded Salamanca, Carlos Arturo Alaixt Parra y Juan de Jesús Valdivieso Pabón, desaparecidos el 16 de mayo y devuelto a sus familiares el 5 de julio de 2013. Nos dirigimos hacía la iglesia del barrio el Campin, a unas cuadras de la cancha principal donde sucedieron los hechos, allí se hizo el acto público, político y espiritual, varios representantes de organizaciones hicieron sus discursos, reconstruyeron los hechos.
Gloria Gómez coordinadora general de la Asociación de Familiares de Detenidos Desaparecidos ASFADDES, con más de treinta años de experiencia es una voz reconocida y protagónica de los familiares de las víctimas, ella con quien he viajado en cada uno de los momentos explicados anteriormente, presentó el vídeo que en el 2009 hiciéramos con las imágenes tomadas de la primera entrega de personas desaparecidas en Barrancabermeja y con otras imágenes recogidas por algunas regiones del país.
No hay dolor inútil es el nombre que ella misma le diera al vídeo, esta pieza audiovisual durante más de tres años se ha pasado una y otra vez en cada una de las acciones realizadas por ASFADDES. En los seminarios de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas Desaparecidas, es un punto fundamental a la hora de sensibilizar a los servidores públicos acerca de la grave situación de desapariciones forzadas en Colombia.
Ese vídeo contradictoriamente, sólo hasta el día 05 de julio en horas de la noche en el acto público realizado en la iglesia del barrio el Campin fue presentado a los familiares de Barrancabermeja, antes de presentarlo comentamos con Gloria ampliamente sobre la forma como podían responder ante la pieza audiovisual, consideramos que en el marco de un momento tan doloroso podría llegar a ser compleja la situación. Para sorpresa nuestra, al terminar el vídeo en un unísono de aplausos los familiares nos agradecieron por la labor.
El momento de aplausos me conmovió profundamente, tengo claro que cada vez que prenda la cámara en un momento en el que se descubren las texturas del horror me interpelaré una y otra vez por mi labor, pero también tengo claro que debemos construir formas y mecanismo éticos de narrar, en ese caso con Leonor Arfuch debemos decir que “pese a todos los esfuerzos importantísimos, como aquí se ha señalado, para construir una memoria cultural, estética y política, siempre habrá algo inalcanzable irreductible a los relatos, que es esa dimensión secreta y misteriosa esa soledad de existir…”