Masacre de niños, sí, así se debe calificar al aberrante crimen de guerra y de violación del Derecho Internacional Humanitario que el gobierno colombiano de Iván Duque Márquez ha proferido contra niños secuestrados por Gentil Duarte y sus perversas disidencias de las Farc para ser utilizados como carne de cañón en una guerra que cada día muestra más su crueldad en contra de nuestros menores de edad.
Por supuesto, hay que reprobar dichos secuestros de las mentecatas disidencias, son delitos que deben enfrentar ante la justicia colombiana, pero también debe enfrentarla los actos demenciales y criminales del Estado colombiano liderados por el gobierno de Iván Duque Márquez y su ministro infanticida el señor Diego Molano Aponte, un administrador de empresas que aprendió a administrar la muerte de niños y dolor de familias condenadas a la miseria, mientras él saca pecho de los resultados antisubversivos, al igual que los dos mindefensas anteriores los señores Botero y Trujillo, orgullosos de su cobardía. Ministros Viruela debemos llamarlos porque solo les pegan a los chicos. Un ministerio de defensa usando las armas de la República contra niños y jóvenes no puede ser menos que un Ministerio conformado por Cobardes.
Declarar a los niños “máquinas de guerra” es sinónimo de deshumanización de los menores, es justificar y considerar correctas las maniobras militares ordenadas por él; mantenerse en esa posición infanticida es dar vía libre para que en Colombia la eliminación de menores se convierta en política de Estado; aplaudir desde la Casa de Nariño dicha aberración que debe ser investigada por la justicia e incluso, si es necesario, llevar a los estrados judiciales al susodicho energúmeno que se ha atrevido a actuar de esta manera; este es un claro ejemplo del tipo de sujetos que gobiernan hoy por hoy a este país.
¿Estarían estudiando para el Icfes? No creo, ministro. Esos niños asesinados por el Estado colombiano no tuvieron la misma oportunidad que sus hijos y los del señor presidente (con minúsculas por supuesto), o acaso cuál cree el Inmolador de los Niños de Calamar es la razón por la que se encontraban en dichos campamentos, ¿por qué cree él que estaban secuestrados por las disidencias?, ¿acaso porque amaban la revolución y la justicia social por la que justifican dichos grupos su accionar? Ministro, ¡no!, estaban allí porque eran niños sin futuro, porque así hubiesen estado estudiando para el Icfes iban a fracasar estruendosamente producto de las nulas oportunidades en aquella zona del país abandonadas a la buena de Dios.
Eran niños desatendidos desde siempre por el Estado que hizo presencia para asesinarlos y revictimizarlos, niños que nunca iban a tener la oportunidad como la de otros menores a los que la vida les sonrió permitiéndoles nacer en cuna noble (igual no es culpa de estos niños y se agradece al destino que así haya sido), eran niños obligados a estar allí, y usted, deslegitimado para esa posición, no tuvo la capacidad de pensar en un rescate porque las elecciones del 2022 están a la vuelta de la esquina, y conociendo bien la psique de parte de la población colombiana amante de la guerra y los ríos de sangre, sabe que esas acciones dan réditos en forma de votos. Son tan cobardes los votantes que aplauden la miseria de la muerte y sufragan por ella como aquellos que se quieren aferrar al poder, pues, en este gobierno es aplicable como nada el refrán que reza, “el fin justifica los medios”.
Los colombianos de bien debemos rechazar sin dudarlo un segundo, la desastrosa política de eliminación de menores de edad por parte del gobierno Duque, al igual que del secuestro de las fuerzas disidentes de lo que fueron las Farc. Absoluto rechazo, y esto sí debería ser razón para sacar a marchar a 4 o 5 millones de colombianos por todo el territorio nacional.
Me pregunto qué piensan los partidos de gobierno al respecto, qué piensa Cambio Radical, el Conservatismo colombiano, el partido Liberal, los cristianos compasivos del MIRA y de Colombia Justa y Libre; el beodo intelectual de “Manguito” que tuvo la oportunidad de pasar a la historia como un Senador Honorable y no como el olvido que será, a lo sumo, un mal recuerdo.
La imbecilidad del partido de gobierno, los aplausos atroces y desalmados en favor del ministro generan prurito en la conciencia nacional. Todo ello lleva al ministro a la calidad de cafre del establecimiento, de ser contradictorio, pues, como director del Icbf manifestó que: “nuestros campeones [los niños] no son de la guerra” sino que eran: “el presente y el futuro” (Twitter 12 de febrero de 2013), ¿A qué niños se refería ministro? Por lo visto, los de Calamar no clasificaban, por ser invisibilizados y luego visibilizados para su burdo juego de la guerra.
El pecho condecorado de militares como el de Jorge Hoyos, jefe del Comando Conjunto de Operaciones Especiales, azuza más la rabia de la opinión pública cuando afirma y reafirma que los menores eliminados por ellos deben ser reconocidos como “combatientes armados”; de razón tan solícitos para justificar su guerra y sus pírricas victorias. Se sienten estos personajes con estas acciones los Nelson de la Patria.
En Colombia, las mujeres no paren para enterrar los cuerpos mutilados de sus hijos. En Colombia los padres responsables no se rompen el lomo trabajando para que sus hijos vuelvan antes que ellos a la tierra sin verlos pelechar. Son los hijos quienes deben llevar al suelo sagrado a sus padres, ni menores de edad deben prestar servicio militar obligatorio y tampoco deben ser reclutados por grupos al margen de la ley para ponerles como carnada. La ONU debe exigir el cumplimiento de acuerdos internacionales, al ministro se le debe denunciar penalmente, pues, de no hacerse, seguiremos viendo los bombazos del Estado terminando con la vida de nuestras futuras generaciones.
No es argumento justificar estas acciones y adjetivos contra estas víctimas del Estado y que, como esgrime Molano el Inmolador de Niños, su expresión: “obedece a una realidad de la guerra”, realidad que su gobierno y su partido quieren eternizar en los campos de la Patria con un único objetivo: mantener a como dé lugar el poder.
Colombia y sus ciudadanos, en su mayoría, deben declarar a Diego Molano Aponte persona non grata, promotor de violación de los derechos de los niños, niñas y adolescentes lo cual debe dejar como resultado una renuncia inmediata. Un personaje como él es una verdadera vergüenza nacional.