La semiótica crítica enseña que no hay discursos neutros, que todo discurso está cargado de una intencionalidad enmarcada en un momento histórico determinado caracterizada por una realidad política, económica, social o cultural “Hablar de la comunicación social bajo la óptica de la semiótica crítica, es ir al encuentro de la relación entre poder y lenguaje, por tanto desde esta mirada epistémica de la semiótica, se busca explicar las maneras en que se generan mediante los signos consecuencias concretas en sus destinatarios, y como el habla vehicula el poder” (González, 2002, p. 214).
Bajo estos postulados epistémicos surgen los interrogantes ¿La decisión adoptada por el MEN en relación a negar la acreditación de ocho programas de la Facultad de Ciencias de la Educación, tiene un carácter político o académico? ¿Por qué dicha decisión, se filtra a los medios de comunicación precisamente un día antes que el Consejo Superior Universitario debía elegir a un nuevo rector para el Alma Mater? ¿Qué efectos concretos de orden político, emocional e institucional se busca generar a los destinatarios del mensaje (sociedad) en la coyuntura por la cual atraviesa la universidad?
No cabe duda que la universidad del Atlántico atraviesa por una inestabilidad de orden institucional como producto de la interinidad a la cual se ha visto sometida por la usencia de un rector nombrado en propiedad que asuma y adopte el direccionamiento estratégico de un proyecto universitario compartido, impulsado y desarrollado por todos los estamentos universitarios, independientemente a la orilla ideológica y los afectos que se tengan con quien esté al frente en el ejercicio de gestión y administración.
El Ministerio de Educación Nacional, al igual que la presidencia y el gobernador por citar únicamente quienes representan al gobierno en el Consejo Superior Universitario, no son ajenos de esa inestabilidad institucional, que es uno de los argumentos que esboza el MEN para negar la acreditación de calidad de los programas de la Facultad de Ciencias de la Educación: “la Universidad continua presentando inestabilidad en las directivas de la institución por un periodo extenso de tiempo, lo cual puede interferir en la adecuada planeación y desarrollo de planes y proyectos docentes, de investigación y de extensión a mediano y largo plazo, tanto de los programas que oferta como de la institución” (MEN, 2017, resolución 11760)
¿Cuándo se eligieron los rectores interinos no se realizó con la bendición y el beneplácito de sus votos? ¿Qué ha hecho el MEN, aparte de negar la acreditación de los ocho programas, para ayudar a solucionar esta crisis institucional? ¿La solución a la crisis será alinderarse con el candidato a la rectoría de los afectos de la clase política y empresarial que se ha adueñado de la ciudad?
La estrategia del MEN, encabeza de la ministra es la estrategia maquiavélica del fin justifica los medios, te niego la acreditación, pero si te pliegas a mis intereses te la otorgo y mi candidato hecho rector aparece como el gran salvador de la crisis, la clase política que lo impulsa salen como los únicos capaces de solucionar los problemas de la ciudad y el departamento, y así quedo con el respaldo político y un acampadero posible al salir del ministerio.
Si bien, el Ministerio de Educación Nacional, tiene absolutamente toda la razón en cuanto a la necesidad de una planta docente propia de la Facultad de Ciencias de la Educación, esa planta docente se construye con un mayor presupuesto, el MEN no se puede olvidar que la Universidad del Atlántico se encuentra inmersa en ley 550 o ley de quiebra y por consiguiente su presupuesto se vuelve precario, aunado a la reducción del presupuesto a la que fue sometida el Alma Mater que de acuerdo a información de prensa fue del 18% en comparación al año 2016.
De igual forma, es para revisar la poca productividad académica y los pocos grupos de investigación a los cuales hace referencia el Ministerio de Educación en su decisión, los cuales son pilares para el desarrollo misional de la universidad. Estos procesos no pueden seguirse asumiendo al interior de ella, como procesos destinados única y exclusivamente para unas elites que no producen lo que realmente deberían producir, cuando hay otros que quieren producir, pero no se les deja o simplemente se les margina.
La anterior situación que es real, no puede utilizarse como estrategia política para que los representantes del gobierno en cabeza de su ministra imponga su voluntad y candidato a la comunidad universitaria, es mucha coincidencia que un día antes en el que se iba a elegir rector se diera a conocer la decisión a los medios de comunicación, cuando era voz populi cual es el candidato del ministerio y cuál era el de los miembros que representan la comunidad universitaria.
Ahora bien, cómo explicar que se le niega la acreditación de alta calidad a ocho programas de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad del Atlántico, cuando son sus egresados los que están colocando en el más alto nivel a la educación pública y privada en el ranking nacional en pruebas estandarizadas a la ciudad de Barranquilla:
La directora del Icfes, Ximena Dueñas, visitó Barranquilla para resaltar los buenos resultados conseguidos por los colegios oficiales en las últimas Pruebas Saber. La funcionaria destacó que la ciudad, en el área de matemáticas, obtuvo mejores promedios que otras capitales como Bogotá, Medellín y Cali… Para Ximena Dueñas, lo de Barranquilla es meritorio teniendo en cuenta que en algunos apartes superó a Bogotá que tiene una mejor infraestructura educativa. (http://caracol.com.co/emisora/2017/03/07/barranquilla/1488884890_166195.html).
Esos docentes que colocan su saber pedagógico, didáctico, del desarrollo humano, disciplinar para el crecimiento humano de los niños más pobres de la ciudad en su gran mayoría realizaron su pregrado en la universidad del Atlántico o es que proviene de otras latitudes. El utilizar los procesos de acreditación como instrumento político y no con un carácter académico para superar las debilidades, no solamente afecta la imagen de la institución sino de igual forma a la de sus egresados.
Toda esta situación planteada por el MEN, si bien tiene elementos ciertos que se reconocen en estas líneas, de igual forma rompe con la ingenuidad de muchos que lo ven como un documento neutro, pero que estratégicamente lo dan a conocer en la coyuntura de una decisión trascendental de elección de una rectoría que estimula el apetito voraz de una clase política que quiere apropiarse de todo, hasta del suspiro de la gente, y la universidad hace parte de esas intencionalidades.
Por todo lo anterior, cierro diciendo: “La crítica no se limita a constatar los hechos, sino los interroga, preguntándoles por los que les falta, por lo que relegaron o destruyeron…Las tesis críticas siempre podrán ser acusadas a la par de subjetivismo evaluativo, ya que en lugar de levantar acta de los acontecimientos los pone en duda, pues en vez de aceptarlos los juzga a la luz de una racionalidad de fines…La razón crítica siempre reivindica su derecho a hacerse oír: para sus defensores, el concepto mismo de razón tiene su origen en juicio de valor, y el concepto de verdad, indispensable para cualquier práctica científica, no puede separarse del valor de la razón”. (González, 2002, p. 245).
Por lo anterior pregunto: ¿La decisión del MEN es de orden político o académico?