Los avances Gobierno-FARC y el fortalecimiento de la movilización social, son buenas noticias que pueden verse empañadas por un riesgo central: que el presidente Santos dilate otras instancias más allá de La Habana y limite la imprescindible participación de distintos actores de la sociedad. Reclamar que se cumplan los compromisos con la Cumbre Agraria y Popular, se reconozca a la Mesa Social para la Paz y se inicien diálogos formales con el ELN, se vuelven tareas imprescindibles para evitar que se consolide una idea de paz excluyente.
Hay un ambiente de transformaciones en el país. Vientos con nuevos aromas parecen soplar. Dos indicios, por lo menos, parecen indicar ese camino: el proceso de diálogo y solución política, y el fortalecimiento de la movilización social y popular en todo el territorio nacional.
Los recientes acuerdos de La Habana, de los cuales el último convoca al Congreso de los Pueblos a participar en la mesa de discusión del estatuto de oposición, son gratas noticias para el país. Así mismo, el resultado del paro de la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, en el cual diversos sectores nos movilizamos por nuevo modelo de país para las comunidades campesinas, indígenas y negras, y por nuevas ciudades planeadas y pensadas por sus habitantes. Los acuerdos parecen indicar que una ventana de oportunidad y participación política se abre.
Pero este “ambiente” y esto “aires” de nueva democracia, aún no están listos; como dirían por ahí, “le falta pelo pa’ moño”. No hay más certezas que las que construyamos como país, y las dificultades se extienden sin par. Este momento de aparente apertura, sólo podrá cristalizarse, en nuevas reglas y garantías, nuevas posibilidades para los sueños colectivos y las deudas históricas, sí los pueblos y comunidades, personas y familias, iglesias y organizaciones, y todos los sectores del país nos abocamos a un intenso ejercicio de participación.
Una dificultad, por ejemplo, frente a un nuevo escenario de participación, es el recién aprobado Código de Policía. Una norma que extralimita las funciones de una institución con altos índices de corrupción, imposibles de reducir a “manzanas podridas” ¿Con qué cara se formula este código, se ignora tanto deterioro institucional, y se evade una discusión de cara al país sobre el real papel de la policía en la construcción de la paz?
Sumado a esto las insistentes afirmaciones del presidente Santos, respecto al fortalecimiento del ESMAD para el “posconflicto”, envían una “clara señal de diálogo”: aumentar el la capacidad de un agresivo, hostil y mortífero cuerpo represivo.
Otra dificultad, que es al mismo tiempo una oportunidad, es la apertura de la mesa y el abordaje de la agenda pactada entre el ELN y el gobierno. Es un paso necesario de cara a hacer real este supuesto “nuevo tiempo”. No hay nuevo tiempo de la participación y la democracia sin una discusión con el ELN, y un abordaje de la agenda acordada, porque la agenda del ELN, es una agenda de la participación; negarse a abordarla es negar la participación, y por ende negar la posibilidad de un nuevo tiempo.
Esto así, porque la mesa gobierno-ELN, desde el planteamiento de la agenda, es un llamado contundente a un pueblo y a una ciudadanía ansiosos de participar, pero temerosos, desconfiados, para que se sumen a este proceso, muy amplio, de la solución política y la construcción de la paz.
Es un complemento para lo que se ha acordado con la Cumbre Agraria, Campesina, Étnica y Popular, para lo que se ha planteado desde la Habana, para las miles de iniciativas de paz que la gente tiene por todas partes del país. La única manera de montar a la gente en el cuento de la paz, es sumándola a la tarea, y esto se llama participación directa y vinculante.
La actitud del gobierno nacional al respecto es profundamente ambigua, igual que en otros temas. Una vez instalada la mesa en la ciudad de Caracas, dilata el inicio de las negociaciones con el ELN. Diversos sectores hemos propuesta un cese multilateral, y ojalá todo hubiera iniciado por ahí. No es así por decisión del gobierno nacional. Estamos en un momento de gestos, y el primer gesto es cumplir los acuerdos pactados. Tanto para la mesa de Quito, como para la mesa de La Habana, como para los escenarios con las diversas organizaciones sociales.
Así, detrás de nuevas exigencias para iniciar la mesa con el ELN, por parte del gobierno nacional parece haber una estrategia de dilatación que cierre y limite las posibilidades de la participación. O sea que quieren un proceso a medias: participación sí, pero no tanta.
En los escenarios de la Cumbre Agraria esto estamos discutiendo con el gobierno nacional, y encontramos resistencias. Por ejemplo en la mesa campo-ciudad, donde ya se ha reconocido la escasa participación ciudadana en la planeación de los centros urbanos, proponemos al gobierno una metodología participativa de encuentros para discutir las problemáticas de las ciudades en clave regional y nacional. Ojalá podamos avanzar en estas propuestas, y que estos nuevos y buenos aires nos permitan, por lo menos, tener escenarios para construir un nuevo país. Nos lo merecemos
Posdata: A lxs trece
Hace un año comenzó
Una pesadilla cruel
Detuvieron mis amigos
Sin conocer el porque
Hoy seguimos caminando
Inspirados en su ejemplo
Los llevamos bien presentes
Y con nosotros adentro