Nacido en Sincé, Sucre, Miguel Iriarte, llegó hasta Cali para participar en el XVII Festival Internacional de Poesía de Cali, 2017.
Con sus poemas nos ha reafirmado que en la sencillez también está la poesía, no en lo intrincado de las palabras. Celebro sus versos y festejo sus poemas y le digo que me gusta la sencillez de sus poemas.
“La elementalidad, la simplicidad, es un gran reto, siempre lo ha sido. La síntesis, siempre ha sido realmente, un enorme desafío”.
“A pesar de que estos poemas están inmersos en un relato un poco más desatado que los poemas que eran más cortos y más líricos, por decirlo de alguna manera, quizá son más largos, pero son más elementales. Están fundados más en la cotidianidad, en el valor de lo elemental, de lo fácilmente observable, y están hechos con las palabras con las que negociamos la vida diaria: pedimos los vueltos, peleamos con la mujer, tiramos los taburetes”.
“Esas mismas palabras, son las que están allí. Cambia la visión poética, la visión de la imagen. Yo creo que es algo que se va construyendo con el tiempo y las lecturas”.
¿Qué función cumple la poesía en este mundo que corre tan aprisa, que esta tan banalizado?
“Pareciera que esa es una pregunta que se impone. ¿Para qué la poesía, cuando la vida vale tan poco, cuando el lenguaje mismo queda destrozado en los chats de internet”.
“Precisamente, cuando hay menos posibilidades de que el mundo de las palabras, de que el diálogo, de que el universo de lo dialógico sea el que se imponga, es necesario tener esta posibilidad, de que cierto número de personas, se encuentren con la voz poética de alguien y descubran en esos versos, la posibilidad de leer una cosa distinta de la que el mototaxismo y el tráfico y la contaminación imponen”.
¿Cuál es la sugerencia para quien desee enfrentar el papel para construir versos?
“Que hay que leer. Primero hay que construir un mundo de referencias para poder tener luego insumos de los que podamos apropiarnos para poder construir con ellos nuestro propio universo”.
“El lenguaje no lo inventamos nosotros, pero todos hablamos de una determinada manera. Todos tenemos un sello que nos distingue al utilizar el lenguaje que es tan antiguo. Así mismo con la poesía. Con las mismas palabras con las que García Márquez, escribió Cien años de soledad, Cervantes, escribió El Quijote, Cortazar, escribió Rayuela, pero cuán distantes son unos de otros, sin embargo, son las mismas palabras”.
“Hay que volcarse sobre la experiencia de la lectura y sobre el desarrollo de una capacidad de observación crítica, de la realidad”.
¿Qué le ha dejado a usted la poesía como ser humano?
“No sería la mitad de lo que soy. Debo la dignidad que tengo a la poesía".
¿Qué le pone triste?
“El mundo”
¿Qué lo alegra?
“El mundo”
¿Una reflexión para los que desean escribir?
“Cuando leemos, somos coautores de lo que leemos. Cuando leemos no solamente somos un depósito que se carga de palabras y de ideas. Al leer somos también coautores de ese universo, y cada cual que lo lee, es casi irrepetible la experiencia”.
Fragmentos de su lectura:
“En medio del domingo / agobiado de voces y del peso del mundo / este mar y el mismo y otro / que ya sabe quién eres / busca entre los turistas / las formas de tu espalda / y perdido en los verdes / confunde tus tatuajes / con flores de sargazos. /Hubieras visto el mar, cómo te preguntaba.