La reforma laboral lleva meses protagonizando titulares. Empleadores y trabajadores están atentos a lo que pueda aprobar el Congreso de la República, pues no solo las finanzas personales y de las empresas están en juego, sino también indicadores macroeconómicos como el desempleo y la informalidad.
Si bien no se está debatiendo un alza general de salarios y el alcance de la reforma laboral es sobre todo para los sectores formales de los trabajadores, podría implicar un aumento de salarios por la vía del incremento de los recargos nocturnos y dominicales. Asimismo, se están debatiendo aspectos relacionados con la calidad del empleo, como la contratación y la estabilidad.
En el fondo del debate que ha suscitado la reforma laboral, hay un tema que resulta espinoso, y para el que hay argumentos de todos los tipos. Se trata de la discusión sobre si a los países, y particularmente a los de menores ingresos, como el nuestro, les conviene promover políticas públicas tendientes a elevar los salarios.
En el lado de la discusión que responde a esta pregunta negativamente, los argumentos apuntan al riesgo de perder competitividad y ver incrementada la inflación. Y en el lado que la responde de forma positiva, sobresalen argumentos diversos, que apuntan a su papel positivo en la promoción de la equidad, el bienestar y el crecimiento económico sostenible.
Riesgos para la competitividad
No todos los argumentos relacionados con los salarios altos son a favor de estos. De hecho, en el contexto de los debates económicos los salarios altos han generado una controversia significativa. Entre los argumentos en contra, se destacan al menos cuatro.
Uno de los argumentos más destacados en contra de los salarios altos es su impacto en la competitividad de las empresas. Quienes defienden este punto de vista plantean que incrementar los salarios de manera significativa puede aumentar los costos laborales para las empresas, especialmente para las pequeñas y medianas. Esto, a su vez, puede disminuir su capacidad para competir en el mercado global.
Otro argumento señala que elevar los salarios puede resultar en una reducción de empleos. Si los costos laborales se vuelven excesivos para las empresas, estas podrían optar por reducir su fuerza laboral, automatizar procesos o trasladar sus operaciones a países con costos laborales más bajos.
Esto podría resultar en una disminución neta del empleo en el país y en un aumento de la informalidad, lo que afectaría negativamente a los trabajadores en general. En marzo de 2023, el desempleo en Colombia ascendió al 10,0%, de acuerdo con el DANE. En cuanto a la informalidad, esta entidad encontró que, en el trimestre que va de enero a marzo de 2023, ascendió al 58,2% de los ocupados informales. Sin duda, se trata de indicadores a los que hay que prestarles atención.
La inflación también ha sido señalada como un factor a tener en cuenta por quienes se muestran contrarios a empujar al alza los salarios. Si los salarios se elevan sin un correspondiente aumento en la productividad y la eficiencia, los costos de producción podrían aumentar y generar presiones inflacionarias en la economía.
Además, esto podría afectar la competitividad externa del país, ya que los bienes y servicios producidos internamente podrían volverse más costosos en comparación con los de otros países.
Finalmente, algunos detractores de los salarios altos argumentan que esta medida puede poner en riesgo la viabilidad de las empresas, especialmente de aquellas con márgenes de ganancia ajustados.
Si los costos laborales aumentan significativamente, las empresas podrían enfrentar dificultades financieras para mantenerse operativas, lo que podría llevar a cierres y pérdida de empleos en lugar de mejoras en las condiciones laborales.
Los salarios más altos pueden incentivar un ciclo virtuoso en la economía y el bienestar general
En lado de la discusión que plantea la necesidad de que los salarios en países pobres como el nuestro aumenten, sobresalen los argumentos que miran el bienestar general y la posibilidad de tener círculo económico virtuoso de crecimiento.
Uno de ellos plantea que los salarios altos pueden tener un efecto positivo en la economía de un país al estimular el consumo interno. Cuando los trabajadores tienen mayores ingresos, tienen más capacidad adquisitiva y pueden gastar más en bienes y servicios. Esto, a su vez, impulsa la demanda interna, fomenta el crecimiento económico y beneficia a las empresas locales.
Asimismo, se ha argumentado que los salarios más altos generan un aumento en la productividad laboral y, con ella, en la competitividad de las empresas. Al ofrecer salarios más altos, los trabajadores están motivados a esforzarse más, mejorar sus habilidades y buscar la eficiencia en su desempeño. Esto, a su vez, puede aumentar la competitividad de las empresas y fortalecer la economía en general.
Otro argumento que esgrimen quienes defienden el incremento de los salarios plantea que, para la sociedad, los salarios más altos son convenientes, dado que contribuyen a mejorar las condiciones de vida de los trabajadores y, con ellas, el bienestar general. Al contar con mayores ingresos, los empleados tienen la capacidad de satisfacer sus necesidades básicas y de acceder a servicios de calidad, como educación, atención médica y vivienda adecuada.
Esto es de especial importancia en los países de menores ingresos, donde los salarios considerados bajos tocan o se acercan a la línea de pobreza y son predominantes. En Colombia, por ejemplo, 3,4 millones de trabajadores ganan un salario mínimo y casi la mitad de los trabajadores gana menos que esto, según las cifras del gobierno nacional dadas a conocer en el marco de la negociación del salario mínimo para 2023.
Además, el aumento en las condiciones de vida puede tener un efecto positivo, y es el que tiene que ver con una menor dependencia de los programas asistencialistas. Si los trabajadores reciben remuneraciones adecuadas, es menos probable que requieran programas de apoyo gubernamentales para cubrir sus necesidades básicas. Esto puede aliviar la carga financiera sobre los sistemas de seguridad social y facilitar que los recursos públicos se dirijan a estimular la producción de riqueza.
La reducción de la desigualdad económica también ha sido defendida como un argumento importante a la hora de definir si las políticas públicas deben propender por incrementar progresivamente los salarios.
En efecto, la brecha entre quienes más tienen y quienes menos tienen es una preocupación cada vez mayor en muchas partes del mundo. Los defensores de los salarios altos argumentan que esta medida puede ayudar a reducir la desigualdad económica. Al garantizar un nivel de ingresos más equitativo, se pueden reducir las disparidades sociales y promover una distribución más justa de la riqueza.
La reforma laboral y el desafío del balance
El debate sobre los salarios altos es complejo y abarca una variedad de perspectivas económicas y sociales. Mientras que algunos sostienen que esta medida eleva el bienestar y a la larga estimula el crecimiento económico, los críticos enfatizan los posibles riesgos y consecuencias negativas que podrían derivarse.
El adecuado equilibrio entre salarios justos y competitividad empresarial sigue siendo un desafío en el ámbito económico y político. Aún está por verse si la reforma laboral conducirá a alcanzarlo.
Publicado originalmente en: Más Colombia
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