“Mantener la categoría, será celebrado más que un título” trinó Tulio Gómez, máximo accionista del América de Cali. Las reacciones han sido diversas, desde el total rechazo de un sector de la hinchada que afirma que un equipo grande está para celebrar títulos, hasta la otra orilla que esperaba con ansias el pitazo final para exclamar ese grito ahogado que estaba en el pecho de muchos americanos.
Para los que dicen que es una vergüenza que un grande celebre eso, solo atino a recordarles los inicios y gran parte de la historia del equipo de Cali y hasta el porqué de su apodo de La Mechita; esa mechita que estaba por encender, pero se acababa y tuvo que esperar 52 años para alzarse con su primera estrella.
Vinieron los años distorsionados, la inyección de capital de Miguel y Gilberto que llevó a tener unos galácticos en Suramérica que se pasearon por todas las canchas con una deuda, la anhelada Copa Libertadores.
Los años siguientes estuvieron acompañados del surgimiento de figuras de la cantera y un estrella que ya se ve lejana en 2008. Administrativamente, los problemas eran más graves, la lista Clinton y un América con respirador, que perdió la promoción en diciembre de 2012. Son muchos los equipos grandes que viven el purgatorio del descenso, pero rápidamente vuelven a la palestra, Juventus, Palmeiras, River Plate, entre otros; pero el caso del América no fue así, tuvieron que pasar cinco eternos años, donde el pan se quemaba en la puerta del horno. Desfilaron técnicos y jugadores de todo los tipos, excampeones de la A asumieron el reto y no pudieron, Eduardo Lara se lo prometió a su hija y no le alcanzó.
Fue entonces en 2016 que el McGyver del fútbol volombiano Hernán Torres decidió asumir otro reto imposible, no habían pasado 4 años de su sorprendente estrella con Millonarios. Una idea de equipo, un guerrero en la cancha y el 27 de noviembre de 2016, la pesadilla terminaba, en el Pascual Guerrero 37.000 almas vieron como el corazón volvía a latir, volvía el América, pagaba todos sus pecados del pasado.
Por esas fechas Tulio Gomez, Hernán Torres y Ernesto “Tecla” Farías configuraban la santísima trinidad intocable del sueño escarlata. El regreso era cauto, pero sorprendente, con un rendimiento medio. América se metió a las semifinales que perdería con su rival de patio; sin embargo, la magia se rompió en la segunda parte del año y quienes amaban a Torres pedían a grito su cabeza.
El 6 de septiembre no solo llegó a Colombia el papa Francisco, ese mismo día llegaba a la sultana Jorge Orosman Da Silva. Sí, quien fuera goleador en los 90 volvía a su casa, sin margen de error, un partido perdido y el sueño terminaba. Han pasado 8 de esas 9 finales y el equipo va con la media inglesa, tendrían que pasar cosas muy raras para descender, pero la misma historia del América da espacio a que pasen cosas raras, se escaparon libertadores en tiempo de reposición.
Por eso el grito está contenido. Seguramente hubo jubilo cuando América mantuvo la categoría, ya que la pesadilla estará más lejos y el 2018 lo podrá jugar sin la presión de la B y de golpe hasta con el regreso a una copa continental.
