Este 10 de octubre el señor, y poco honorable, congresista Óscar Villamizar gritaba desaforado, acusando a unos asistentes a la sesión de la Cámara de Representantes en el Congreso de hacer brujería para que ¡por fin! se aprobará el Acuerdo de Escazú.
Cual Calatrava quiso fungir de inquisidor, no muy diferente a aquella señora que en la marcha uribista trató con racismo a nuestra vicepresidenta.
Por tal motivo, lo normal sería que tanto procuraduría como fiscalía, o a quien corresponda, debería abrirse proceso penal contra este triste personaje.
Y es que Luz Fabiola Rubiano, quien enfrenta un proceso por racismo, es acusada gracias a la Ley 1482 de 2011 que modifica el Código Penal, agregando el artículo 134B que reza de esta forma:
"Articulo 134B. Hostigamiento por motivos de raza, religión, ideología, política, u origen nacional, étnico o cultural. El que promueva o instigue actos, conductas o comportamientos constitutivos de hostigamiento, orientados a causarle daño físico o moral a una persona, grupo de personas, comunidad o pueblo pro razón de su raza, etnia, religión, nacionalidad, ideología política o filosófica, sexo u orientación sexual, incurrirá en prisión de doce (12) a treinta y se (36) meses y multa de diez (10) a quince (15) salarios mínimos legales mensuales vigentes, salvo que la conducta constituya delito sancionable con pena mayor"
No es cualquier cosa lo que hizo este señor. Ya la gente se ha podido dar cuenta que la denuncia fue evidencia de su ignorancia, pues al final señalo al pobre Frailejón Ernesto Pérez de ser parte de un rito ancestral en el Congreso
Pero este desconocimiento no excusa que su acto fue discriminatorio y violatorio de la ley y la Constitución, aquella a la que se deben y nos debemos todos los que nos consideremos colombianos y que establece claramente que en este país hay libertad de cultos.
Puede parecer normal que, para un beneficiario del despojo de tierras, alguien que se identifica con los valores más retrogrados de la ultraderecha, que celebra el triunfo del fascismo en Italia, normalice el señalar a alguien por sus creencias, pero es que esta ley nace porque se sabe que históricamente este tipo de señalamientos, que son violencia simbólica, llevan a peores situaciones.
Acusaciones que parecen banales han esparcido sangre por la tierra, ya siglos de discriminación deberían enseñarnos a desaparecer este tipo de señalamientos en nuestro actuar, más aún cuando se es representante en un sistema que se digna llamar democrático.
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