El ministro Pinzón reaccionó indignado ante el informe de la Comisión Histórica del Conflicto Armado. Dijo que es necesario que la historia del conflicto y las Farc quede escrita sin ninguna variación. “Aquí no nos pueden salir ahora con verdades alternativas o con historias nuevas sobre lo que pasó en Colombia”.
La única verdad indiscutible es la de la FE, aquella que pregonan las religiones sobre Dios, Alá, Jehová o cualquiera de sus múltiples acepciones teológicas. Y esa verdad es para que la crean los seguidores de cada religión que además tienden a convertirse en fanáticos capaces de matar por su verdad.
Cosa muy distinta son los relatos históricos, escritos por seres humanos, no por la mano de una divinidad. Quienes escriben la historia de los pueblos son personas que por muy rigurosas que sean en su labor no pueden evitar sesgos ideológicos o limitaciones procedimentales para llegar hasta hechos que ya no existen y a los cuales solo se puede acceder mediante relatos de otras personas.
Claro, en nuestra historia, como en todas las historias, hay hechos incuestionables como por ejemplo las millones de víctimas registradas a lo largo de más de medio siglo de barbarie. Hombres y mujeres que murieron, fueron desplazados, perdieron sus propiedades, sufrieron tortura, etc. Estos hechos, algunos registrados en procesos judiciales, otros relatados de boca en boca y otros solo imaginados gracias a indicios, no pueden contarse ahora de manera aislada, deben tejerse cuidadosamente por los integrantes de la Comisión Histórica del Conflicto o por otras manos no vinculadas formalmente a la mesa de negociaciones.
Apenas esta semana se dieron a conocer los informes de varios miembros de esta Comisión y por lo tanto apenas estamos empezando su lectura, pero ya es fácil adivinar que traen miradas diversas o interpretaciones parciales de nuestra historia. Para el ministro eso ya es un error. El quiere una sola verdad y ojalá que sea tan simple como la de las películas de Hollywood: buenos, contra malos con el triunfo de los primeros, así para logarlo tengan los buenos que matar muchos malos y uno que otro bueno.
La historia, lamentablemente señor ministro, no es una película, ni un texto sagrado y usted no podrá impedir, por mucho que le moleste, que los relatos que se están construyendo sobre esta etapa dolorosa de Colombia tengan todo tipo de miradas, inclusive las de las Farc.
Habrá que leer uno por uno los textos de la Comisión, pero por supuesto en eso consiste que se nombre una comisión y no se le deje esta labor a una sola persona. Cuando muchos textos hablan de los mismos hechos y del mismo período hay más posibilidades de construir una historia más compleja que cuando el historiador de un régimen escribe la historia oficial, esa sí desde el inicio sesgada y comprometida.
Los textos, para completar la complejidad de sus relatos, no son anónimos, tiene rúbricas, es decir personas de carne y hueso, responsables de lo que allí se dice, seres que con su firma se comprometen a que eso que están diciendo es lo que personalmente construyeron. Un texto anónimo siempre será sospechoso, pero un texto con autor reconocido, puede tener mucha subjetividad, pero siempre será respetable pues es la visión de esa persona.
Sobre Colombia no puede haber, ni habrá, una sola verdad, señor ministro. Hay muchas verdades, o mejor hay muchos relatos que no son, por supuesto, más que relatos de hechos históricos, nunca guiones de películas.
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