Desde que Gustavo Petro asumió el cargo de jefe de estado, han surgido numerosas interrogantes sobre sus reformas en proceso y los cambios sustanciales que tendrán cuando se debatan en las diferentes comisiones y se dejen por fuera algunos artículos. También se cuestiona si los ministros y el presidente seguirán adelante con estas reformas después de que posiblemente se modifiquen algunas "líneas rojas" que se determinaron como inviolables y que si se cruzaban, se bajarían dichas reformas.
Para nadie es un secreto que en Colombia, la política ha estado históricamente dominada por partidos tradicionales de derecha y centro-derecha, como el Partido Conservador y el Partido Liberal, junto con algunos partidos que surgieron de estos, como Cambio Radical, el Partido de la U y el Centro Democrático. Es curioso que los partidos más antiguos de Colombia y el Partido de la U, creado por Álvaro Uribe y ahora dirigido por Dilian Francisca Toro, hayan hecho acuerdos políticos con el gobierno a cambio de votos en el Congreso que "facilitarían la gobernabilidad". Dichos partidos han recibido puestos burocráticos en el Gobierno Petro, como puede ser el caso de Guillermo Reyes, conservador de familia y aliado del ex presidente del Partido Conservador Carlos Andrés Trujillo, así como el exministro Alejandro Gaviria, quien provenía de la línea del Partido Verde (que también hace parte de la coalición de gobierno), pero que representaba una línea más neoliberal en el Gobierno Petro y dentro del Partido Verde. También se han dado puestos a liberales, conservadores, verdes y del Partido de la U en ministerios y embajadas.
Lo anterior no es más que una señal de acuerdos para la gobernabilidad y mantener un equilibrio entre el gobierno y la oposición. Aunque los tres partidos de apoyo tradicionales hayan migrado a la línea Petrista, siguen siendo fuertes en su labor. Sin embargo, la política colombiana ha estado dividida durante los últimos cinco años entre Petristas y uribistas. La última votación se definió solo por 700.600 votos, lo que muestra claramente la polarización entre el establecimiento y una nueva política disruptiva y los personajes que lideran las líneas ideológicas en oposición, como el ex presidente Álvaro Uribe Vélez y el hoy presidente Gustavo Petro.
Democrático, partido jefe de oposición, y que, sin embargo, se ha mantenido respetando las políticas Petristas y al presidente Petro. Años atrás, Uribe llamaba a Petro de guerrillero, pero ahora pide respeto cuando su oposición utiliza el mismo adjetivo. De igual forma, después del escándalo por supuestos dineros del narcotráfico que llegaron a manos de Nicolás Petro, el expresidente, cuyo discurso era sumamente anti-izquierda y anti-petrista, ahora señala con sumo respeto: "Yo soy padre y abuelo, mis hijos y nietos han recibido injustamente los ultrajes de algunos adversarios míos. Mi familia ha sentido el dolor. Por eso me solidarizo con las palabras de Nicolás Alcocer Petro y de Andrea Petro".
Debo considerar que este cambio de discurso del hombre que más ha criticado con adjetivos descalificativos al hoy presidente me sorprende, pero como politólogo me genera más interrogantes que sorpresas. ¿Por qué? ¿Qué acuerdos políticos a cambio de gobernabilidad pueden buscar? ¿Qué necesita Petro de Uribe? ¿Qué necesita Uribe de Petro?
Petro ha logrado obtener la mayoría de votos en el congreso gracias a su posición en el gobierno. Sin embargo, aún no ha logrado consolidar su influencia en la rama judicial, la cual está liderada actualmente por figuras cercanas al uribismo, como Francisco Barbosa, Margarita Caballero y el recién elegido contralor Carlos Hernán Rodríguez, quien ha sido cuestionado por sus apoyos a políticos tradicionales.
La elección de Rodríguez con votos de la oposición podría ser parte de un acuerdo político entre Gustavo Petro y Álvaro Uribe, ya que se acerca la elección del fiscal general de la nación y el expresidente se beneficia de tener un fiscal que no esté alineado con la ideología presidencial, tal como ha sucedido con Barbosa o Néstor Humberto Martínez, considerando los procesos judiciales abiertos en su contra.
Aunque esta idea puede sonar descabellada, toma sentido cuando se considera que el poder judicial es el único que puede sostener al expresidente y, más aún, cuando se tiene en cuenta que en el pasado se votó junto con Petro por un contralor menos "petrista".
Las frecuentes reuniones entre Petro y Uribe podrían estar dando lugar a acuerdos políticos para gobernar y están considerando candidatos a los entes judiciales que estén en una posición intermedia, permitiendo al gobierno trabajar mientras apaciguan a la oposición para que también permita trabajar al gobierno.