“Ahora sí se jodió esto”, dijo mi abuelita cuando le conté que para los Juegos Olímpicos de Tokio los “ojichiquitos” del Japón se habían inventado camas de cartón con el fin de que los deportistas que asistan no puedan tener relaciones sexuales sobre ellas.
“Pero, mijo, con unas buenas ganas sobran las camas”, expresó mi abuelita con sonrisa maliciosa.
El temor no es a que los deportistas tengan mal rendimiento en las distintas disciplinas deportivas, pues ya está probado que el sexo antes de las competencias no afecta para nada el desempeño. Lo que preocupa, parece ser, es que logren más medallas en las faenas del amor que en los escenarios deportivos. Lo que ha complicado el asunto es la pandemia, pues eso de estar sin mascarilla protectora si es una gran exposición al peligro.
Pero volviendo a la cama, ese invento que viene saltando en el tiempo sin un creador conocido, parece que surgió cuando el hombre decidió descansar de sus duras jornadas sobre una piel. Parece ser que en los lugares fríos los antiguos abrían en el suelo zanjas que llenaban con cenizas calientes para que al acostarse sobre ellas tuvieran un poco de calor y además se tapaban con alguna piel.
Dicen los historiadores que algunos pueblos se acostaban sobre una especie de camastro improvisado dentro de una especie de caja que llenaban de musgo seco y hojas o heno. Más o menos así surgió la cama.
Pero este ingenio que ha acompañado al hombre a lo largo de los tiempos no solo ha servido para el descanso: se usa para comer, para trabajar, para leer, para ver la televisión y para hacer el amor.
Pero yo no creo en la eficiencia de las camas de cartón en Tokio 2021 para evitar que los atletas se dejen llevar por los llamados de Venus o por los acosos y travesuras de Eros. Pienso que con camas de cartón o sin ellas, los y las atletas participantes se dejarán tentar por la lujuria, tan antigua como ese angelito gordito llamado Cupido, que juega entre los seres humanos lanzando sus flechas a diestra y siniestra.
Las camas de los olímpicos, según sus fabricantes, soportan pesos hasta de 200 kilogramos. Así pues, a no ser que los que vayan a darle uso para una jornada amorosa tengan el peso de los luchadores de sumo, las camitas de cartón muy seguramente aguantarán sin doblarse, ni sufrir desperfecto alguno, una faena amorosa.
Según los decires, los más previsivos ya dizque han trepado pesas sobre las camas con el equivalente al peso de dos personas no muy gorditas, y otros han saltado sobre ellas. Las camas se han comportado magníficamente
Como se sabe, los juegos olímpicos tradicionalmente han sido espacio de grandes encuentros deportivos que el público aplaude emocionado, pero también ha sido escenario de grandes aventuras románticas que solo celebran sus protagonistas. No es sino recordar los juegos en Río de Janeiro 2016, en donde, según datos, se repartió la bobadita de 450.000 preservativos; es decir, un promedio de 40 para cada atleta participante.
Bueno, ya todo está listo para que el próximo 23 de julio comiencen las Olimpiadas de Tokio 2021, en las que durante 16 días, 205 países competirán en 42 disciplinas deportivas para entretenimiento del mundo y como un oasis en estos momentos de pandemia, un descanso para los habitantes del planeta de esta angustia que estamos viviendo.
Yo, por mi parte, elevaré pedido a los dioses olímpicos por la suerte de los competidores y haré fuerza para que esas camas antisexo soporten los embates del amor de esos jóvenes que tiran a llevar medallas para sus países o besos escondidos para sus recuerdos... que así sea…