Era todos los días, cada vez que salía de su casa. Los muchachos de la esquina no lo dejaban en paz. Le mandaban besos, los empujaban, le gritaban que fuera un hombre de verdad. Y Luis Álvarez Campusano aguantaba en silencio. En Sincelejo no hay mucho espacio para los homosexuales, como en tantas otras regiones de otro país, está mal visto pertenecer a la comunidad LGBTI. Luis conocía sus derechos y no se escondía. Estaba orgulloso de ser gay.
A sus 17 años Luis caminaba y hablaba como le daba la gana. En el barrio Altos del Rosario era popular por ser tan extrovertido. Sus vecinos eran sus principales enemigos. Por eso en la tarde del 2 de agosto, no aguantó más y estalló. Le reclamó a uno de los vecinos por las continuas agresiones, la respuesta del vecino, un joven también de 17 años, fue buscar en su casa un machete y le iba a dar el golpe en la nuca para matarlo pero Luis alcanzó a poner la mano. Se la volaron de un tajo.
A pesar de las denuncias contra el agresor la fiscalía de menores no pudo procesarlo. Al que no encuentran es a Luis quien se fue de su casa espantado por las amenazas, las agresiones, el matoneo. La provincia colombiana es uno de los peores lugares del mundo para ser gay.