El terrorismo se ha convertido en el tema álgido de la política internacional por parte de las naciones occidentales en los últimos 25 años; pero es evidente la gran influencia causada por el 9-11 en la forma de percibir las tribulaciones políticas y militares presentes en el mundo; hoy más que nunca la guerra convencional entre naciones se ha trasladado a este cúmulo de agrupaciones con intereses políticos-sociales-religiosos que se enfrentan a la sociedad en que residen, a la sociedad que deberían proteger en el caso del terrorismo de estado, convirtiendo a este conflicto más que nada en una lucha de la sociedad contra la sociedad.
¿Pero quién decide cuando una acción es terrorista? ¿De dónde surgió el término terrorista? ¿Quién fue el primero en utilizarlo y cómo se ha transformado a lo largo de los últimos años?
El origen del término
El término Terrorismo proviene etimológicamente de la palabra francesa terrorisme, que originalmente se refería al terrorismo de Estado practicado por el gobierno francés durante su reinado del terror. La palabra francesa a su vez deriva del verbo latino terreo que significa "yo asusto". El cimbricus terror era el pánico y el estado de emergencia en Roma en respuesta a la llegada de los guerreros de la tribu de los Cimbrios en el año 105 A.C. Los jacobinos citan este evento ante la imposición de un régimen de terror durante la Revolución Francesa. Después de la decadencia del movimiento jacobino la palabra eventualmente se convirtió en un insulto. Aunque el "terrorismo" se refería originalmente a los actos cometidos por el gobierno el significado moderno como grupo no gubernamental con fines políticos se remonta a Sergey Nechayev, que se describió asimismo como un "terrorista". Nechayev fundó el grupo terrorista ruso "Retribución del Pueblo" en 1869.
El terrorismo en definiciones
Existen al menos 10 definiciones del término terrorismo que van desde la simple clasificación de la RAE (“Actuación criminal de bandas organizadas, que, reiteradamente y por lo común de modo indiscriminado, pretende crear alarma social con fines políticos”.) hasta la idea de la contrariedad a las buenas costumbres morales occidentales en las dictaduras latinoamericanas (.Durante la dictadura de Videla en Argentina la definición incluía “Un terrorista no es solamente alguien con un arma de fuego o una bomba, sino también alguien que difunde ideas contrarias a la civilización occidental y cristiana”).
Pero el criterio más común legalmente establecido para la definición de un grupo como terrorista, que incluye de antemano la capacidad de su accionar internacional y la contrariedad de que sus acciones afecten los intereses de cierta “comunidad occidental”. Son tomados en general por el concepto del Departamento de Estado de los Estados Unidos, quien influye directamente en las definiciones dadas en las resoluciones del Comité de seguridad de la ONU al respecto. (Véase RES 1267, 1988, 1718 para Al Qaida, Afganistán y Corea respectivamente).
La definición por extensión está dada en el Título 22 del Código de Estados Unidos, Sección 2656 y define al terrorismo como “Violencia premeditada, políticamente motivada, perpetrada contra objetivos no combatientes por grupos sub-nacionales o agentes clandestinos, generalmente con la intención de influir a un público”.
Lo que es claramente una definición tan abierta que en ella podrían entrar los ejércitos Nacionales de casi todas las naciones incluido el norteamericano.
En suma, cada estado ha de clasificar al terrorista según sus intereses y solo en algunos casos se considera como una posibilidad a las acciones estatales como terroristas.
El problema surge realmente sobre el hecho de como clasificar al terrorismo en tanto su accionar puede darse tan ampliamente territorialmente como por sus motivaciones; el mismo estado norteamericano acepta en uno de sus artículos la imposibilidad de determinar efectivamente las motivaciones “correctas” de un grupo terrorista; “Si no se está de acuerdo en lo que respecta a la definición del terrorismo, ¿significa esto que prevalecen el relativismo y una total confusión, que una opinión es tan valedera como cualquier otra? Es absolutamente cierto que, según lo expresa un dicho frecuentemente repetido, el que es terrorista para unos es combatiente por la libertad para otros. Pero dado que hasta los asesinos más infames de la historia, como Hitler y Pol Pot, tuvieron sus admiradores, esa sabiduría no lleva muy lejos”. (Véase Terrorismo: una reseña histórica de Walter Laqueur).
El discurso del miedo.
El terrorismo hasta aquí, es toda acción que no se encuentre a favor de los intereses políticos de los sistemas imperantes, es toda acción militar e ideológica que se oponga a un régimen de cualquier índole, lo que no legitima, es necesario aclarar, el accionar violento de un determinado grupo de personas contra una sociedad en su conjunto, pues ha sido más que demostrado que las acciones terroristas por parte de cualquier grupo o estado, en tanto se utilice el terror para mediar en la opinión pública (¿Charlie Hebdo?) recae duramente en los individuos que menos determinantes podrían ser al respecto. Es el civil el que sufre la mayoría de veces con el accionar terrorista y esto causa a su vez, repudio y justificación a las acciones de retaliación violentas posteriores.
El discurso del miedo hace parte hoy de la manipulación mediática gubernamental por la que nos vemos obcecados día a día; y es realmente apremiante el poder afirmar que la mayoría de las muertes por terrorismo no son consecuencia de Jihadystas o Farianos, de misiles Katyusha o fusiles kalashnikov sino por balas de soldados Norteamericanos, Ingleses, Canadienses y Franceses en oriente medio.
Según Fernando Reinares en su Geografía Mundial del terrorismo nueve de cada diez atentados terroristas ocurren en Asia y áfrica, específicamente en zonas con gobiernos inestables como Afganistán, Irak y Siria.
Estados con alta presencia militar occidental; resultado de las múltiples acciones bélicas que esconde sinnúmero de motivaciones económicas y políticas que favorecen a occidente.
Es así como los drones norteamericanos han ocasionado desde 2004 más de 900 muertes que son consideradas por Amnistía internacional como ejecuciones extrajudiciales pues en su mayoría han sido civiles señalados como ‘terroristas’ pero de los cuales no se hace una respectiva identificación, y dicha falta de identificación no es producto de la negación de dichas muertes pues estas aparecen en los reportes oficiales sino de la incapacidad del Gobierno Norteamericano de realizarlas. En sí, son ejecuciones extrajudiciales que ocurren en lugares tan desolados que a nadie importan pero, que representan vidas humanas perdidas.
En este aspecto, existen aquellas situaciones dramáticas para la población civil que infortunadamente no encuentran asidero en la defensa anti-terrorista internacional pues no existen allí intereses económicos latentes para las naciones ‘afectadas’.
Este fin de semana mientras todos lamentábamos las muertes de los 12 periodistas franceses en París, más de 2.000 personas fueron vilmente masacradas por el grupo terrorista Boko Haram en la ciudad de Baga.
El terrorismo en puntos suspensivos…
Solo queda por ahora, y después de analizar la “nueva guerra internacional”, comprender que el fenómeno del terrorismo está más vivo que nunca, que será la forma beligerante del próximo siglo, que variará en sus métodos como hemos visto últimamente de su accionar físico al digital y que no parece haber una salida pronta a sus fines, pues estados y grupos al margen de la ley convergen en la efectiva crueldad de sus acciones.
Fenómenos como el narco-terrorismo y el tráfico de armas y personas son repuestas emergentes a la diversificación de los métodos de lucha de estas organizaciones, son por lo pronto su combustible.
Existe extensa bibliografía sobre el tema en internet, Human Rights Watch y Amnistía internacional han dedicado sendos artículos al terrorismo, queda ahora en sus manos empaparse del mundo y sus contradicciones políticas y sociales; tal vez esa sea la forma de liberarnos del miedo, tomando en nuestras manos la posibilidad de informarnos, de decirle no a la ignorancia y la violencia que llega con ella.
No he podido fácilmente encontrar las palabras exactas para definir lo triste del panorama frente al látigo del terrorismo así que he de dejarlo en manos de John Oliver, comediante inglés quien habla en uno de las emisiones de su Last Week Tonight sobre el flagelo de los drones; “Algo anda mal en este mundo, cuando para un niño árabe la idea de un cielo gris resulta reconfortante, es el único momento en el cual no puede volar un drone y matarle”.
@andresaldana