¿Y ahora qué?, debe estar pensando Martha Lucía Ramírez después de su triunfo en la convención conservadora. Sin la maquinaria ni los votos que se llevaron los caciques con Gerlein a la cabeza, sin carisma, sin programa, sin autoridad, qué se va a poner a hacer esta buena señora.
Nadie lo sabe, bueno Noemí Sanín le puede dictar unas clases de cómo soportar que la ninguneen, de cómo tratar la soledad, de cómo ser ganadora con las manos vacías, de cómo prepararse para perder, pero no en un honroso segundo lugar, sino en el sótano, detrás de todo el mundo.
Martha Lucía es una mujer valiosa, nadie lo niega, y se le abona sus deseos de salir adelante, pero no era el momento ni el lugar. Hay que saber jugar las cartas y no se gana apostándolo todo en la primera ronda. Hay que tener paciencia y no dejarse llevar por el bochinche de una convención que al final no va a quedar sino en eso, mero bochinche.
De entrada nadie la ve como representante de los conservadores. Los ministros del gabinete de Santos ya lo dijeron con claridad, seguirán al pie del presidente porque no le reconocen ninguna autoridad. Los caciques, de igual manera, tampoco aceptan su triunfo y ya anuncian la demanda de la convención.
¿Qué salvaría a Martha Lucía? No sabe uno que es peor, si retirarse o arrojarse al abismo. Eso es lo malo, que no tiene salida, que su candidatura nació muerta, que no le queda sino la dignidad, y que como ella bien dice, no va a ser segundona de nadie, lo que indica que, como Noemí, sola afrontará su desgracia.
¿Y Uribe? ¿Qué pasó con ese buen político que siempre atinaba en todo lo que hacía? No se renovó, se quedó en el pasado, en el que sus dotes de ilusionista le ganaban multitudes. Hoy la gente se volvió práctica. Ya le perdió miedo a la guerra y sólo quiere vivir en paz para progresar, lo que significa que quiere estudio, trabajo, la casa, el carro, viajar…
Hablarle de terrorismo es igual que hablarle del coco, ya crecieron y el coco sólo es un recuerdo de infancia, por eso les fastidia el sonsonete uribista de que todo anda mal porque en su vida diaria ve que, por el contrario, las cosas mejoran, hay mayores facilidades de adquirir vivienda, el costo de vida no sube, se puede estudiar…
Y si encima le agregamos un par de candidatos que parecen salidos de un museo de cera, que no comunican nada porque no tienen nada que decir, grises, anodinos, el uno a la sombra de un mago que aburre con los mismos trucos y la otra, sola en su soledad, con la cara de susto que siempre la acompaña, no hay nada que hacer.
Muy de buenas Santos, con todo en contra para perder y va a ganar sobrado la reelección simplemente porque no tiene contendores. Ni siquiera la izquierda le preocupa, porque son los mismos de siempre, dogmáticos, ególatras, con su carga de ideas con sabor a naftalina, fósiles que seguirán peleándose entre ellos mismos hasta la consumación de los siglos.
Y del centro, ni hablar. La recocha verde va a lanzar a Peñalosa y tendrá sus votos gracias al fundamentalismo de Ordóñez que con su desproporcionado fallo le dio alas a Petro y con él a su partido que hasta hace unas semanas sufría para conseguir el umbral y que hoy tiene con qué sobrevivir en este mar de mediocridad que es la política colombiana.
Nunca como hoy tiene tanta validez el viejo dicho: “en tierra de ciegos el tuerto es rey”. Por fortuna, el tuerto va a conseguir el fin del conflicto armado y le corresponderá a las generaciones futuras construir la paz, con nuevos dirigentes e ideologías frescas y modernas que de verdad le den paso a un nuevo país.
Y a Martha Lucía, tranquila, que nadie se ha muerto de soledad, ¿o sí?
