Para el ejercicio de un cargo cualquiera se busca una persona con responsabilidad y para uno de jefe de Estado, alguien con mayor sentido del deber.
Si la persona no tiene responsabilidad y se le demuestra, se dice de ella que es irresponsable o culpable. Es un asunto ético-jurídico. Del gobernante cubierto de mayores honores, se espera que tenga la virtud de tomar sus decisiones de manera consciente y asumiendo las consecuencias. Es decir, que responda por sus acciones ante el competente de cada momento o caso.
Hemos visto los casos de los gobernantes arcaicos del pasado y del presente, los de la antigua Grecia y Roma.
En esta Nota Ciudadana veremos los casos de los gobernantes de la Edad Media, sobre todo cómo llegan al poder y cómo salen de este. Temas de actualidad para la América Latina de hoy en día, subcontinente donde algunos jefes de Estado ejercen o han ejercido el poder de manera irresponsable, más como jefes del pasado que como jefes de estados de derecho. Reflexión muy necesaria, porque ¿No es acaso la responsabilidad por los actos de gobierno preocupación antigua y siempre permanente? ¿No están los actuales señores feudales del poder latinoamericano sometidos a normativas y éticas que a ellos también constriñen?
La versión colombiana del emperador romano Nerón (que disfrutaba mientras todo ardía)
La Caída del Imperio romano de Occidente trajo la Edad Media y el Feudalismo
Los excesos y desbordamientos del poder imperial, así como las invasiones de los bárbaros (que establecieron unos reinos tribales en Europa, que serían la base del Feudalismo y la nobleza) aceleraron las causas del derrumbe dando como resultado un Occidente barbarizado y un Oriente bizantinizado. El Imperio de Oriente subsistirá más tiempo y el de Occidente desaparecerá. Los generales bárbaros habían adquirido el poder de hacer y deshacer emperadores a voluntad, como es el caso de Flavio Ricimero -dueño de la milicia- quien impuso nueve emperadores “fantasmas” (405-472 d.C.). El décimo de ellos, el niño Rómulo Augusto Augústulo (465-511 d. C.) fue depuesto por el bárbaro Odoacro (433-493 d.C.), quien seguidamente hizo empacar las insignias imperiales para enviárselas a Constantinopla al emperador Zenón (425-491 d.C.). Luego, Teodorico asesinaría a Odoacro. Decisión que fue avalada por el Senado de Roma, afirmando que el Imperio no tenía necesidad sino de un jefe único. Fue así como cayó el Imperio romano de Occidente en 476 d.C. que había durado 500 años. Pese a esta caída, la Translatio imperii (traslado del dominio) continuó siendo reivindicada por nuevos estados durante mucho tiempo, como es el caso del Sacro Imperio Romano Germánico, establecido tras la coronación de Carlomagno, rey de los francos, por el papa León III en la Navidad del año 800. Desde este acto, este gobernante adquirió el título de Emperador romano.
La Caída del Imperio romano de Oriente (1453)
Fue precipitada por la toma de Constantinopla por los turcos otomanos. Antes, antes había perdido el dominio sobre la parte occidental. Esta capital primeramente fue conocida como la Nueva Roma. Pero, sería enseguida refundada por Constantino I el Grande en 330 en la entrada del Bósforo, donde estuvo la ciudad griega de Bizancio. La estructura imperial había comenzado a fragmentarse desde la llegada de oleadas sucesivas e incontenibles de nuevas masas humanas. El ejército poco pudo hacer para colmatar las brechas abiertas en los limes, salvo el caso del romanizado Atila el Huno. Con las lealtades hacia Roma muy debilitadas, se dio inicio al desmembramiento de un ente político cultural que había durado mil años. El Imperio bizantino, que amaba ser llamado “Imperio romano”, conoció el fin al caer Constantinopla (1453) en manos de Mehmet II el Conquistador, que pasó a llamarse Estambul. Igualmente. se proclamó a sí mismo como “César de Roma”. El imperio turco otomano duraría hasta 1922.
Cronología de la Edad Media
Se trata del período histórico que abarca desde la caída del Imperio Romano de Occidente (476) hasta el Descubrimiento de América (1492). Es un largo período histórico, conocido también como el Feudalismo, que fue una organización social, política y económica basada en la tierra y en el vasallaje. Un régimen que se instauró en toda Europa y funcionó casi de forma similar en todos los países. La podemos dividir en tres fases: -La Alta Edad Media (siglos V-X): una época de retroceso. -La Plena Edad Media (siglos XI-XIII): una época de recuperación. -La Baja Edad Media (siglos XIV-XV): época de crisis. Acontecimientos importantes fueron: -La Caída del Imperio Romano de Occidente 476 d.C. -El Surgimiento del Feudalismo. -El Surgimiento de los monasterios. –La Expansión del Islam y la Reconquista. –El Poder de Carlomagno (800). -El Cisma de Oriente (1054). –La Reforma Gregoriana (1073-1085).
Características de la sociedad medieval
Se destacan las siguientes: -La institución religiosa como núcleo de poder. -Un mundo teocéntrico. -El miedo y la obediencia a los dogmas. -La exacerbación de la culpa, el pecado y la virtud. -La Inquisición y la persecución de la brujería. -El progreso de la ciencia y la Escolástica. -Las grandes diferencias sociales.
Los inicios de la Edad Media en la civilización Occidental
Es un período también llamado del Medievo o Medioevo, en el que el Imperio bizantino o de Oriente fue la única institución política (aparte del Papado) que mantuvo su existencia por la totalidad del periodo medieval, que va de del siglo V al XV. Para Occidente se inició en el año 476 d.C. con la caída del Imperio Romano de Occidente y su fin se dio en 1492 con el descubrimiento de América, o en 1453 con la caída del Imperio Bizantino. Se trata de un largo período en que se dieron grandes cambios sociales: -La sustitución del modo de producción “esclavista” por el modo de producción “feudal”; -La desaparición del concepto de ciudadanía romana; -La definición de los estamentos medievales; -La descomposición de las estructuras centralizadas del Imperio romano, lo que dio paso a una dispersión del poder; -La absorción y sustitución de la cultura clásica por las teocéntricas culturas cristiana o islámica. No sin cierta frecuencia se escucha hablar con ligereza (¿o profundidad?) de que en América Latina todavía se está en la etapa del feudalismo. A decir verdad, ciertos de sus gobernantes parecerían encajar en los perfiles de algunos señores feudales en veces y en otras en los de los reyes del futuro Absolutismo. Son los saltos que suele dar la historia del poder sin límites, en América Latina y en el Tercer Mundo en general.
La Edad Media, un período de enormes contrastes y valoraciones disímiles
Algunos historiadores ven en esta época principalmente “oscuridad e ignorancia”. Otros, piden matizar: hubo retrocesos con relación al Imperio romano, pero también avances en varios campos del saber. En lo político, que es lo que nos interesa, hubo, por ejemplo, varias formas de poder: -Califatos islámicos. -Poderes universales de la cristiandad latina (Pontificado e Imperio Bizantino). -Reinos eslavos. -Todo tipo de ciudades-estado (ciudades episcopales, repúblicas, monarquías feudales, monarquías autoritarias). -Naciones cristianas. Casi todas estas formas se dieron bajo el sistema del Feudalismo: -Un modo de producción basado en las relaciones sociales de producción en torno a la tierra del Feudo; -Un sistema político basado en las relaciones personales de poder en torno a la institución del Vasallaje. Para la Edad Moderna, el Humanismo, el Renacimiento, el Racionalismo, el Clasicismo y sobre todo para la Ilustración, la Edad Media fue “oscura e ignorante”. Sin embargo, en el siglo XIX el Romanticismo y el Nacionalismo verían en lo medieval un valioso ideal de exotismo. Esta apreciación fue inmediatamente cuestionada por el Realismo y vuelta a reivindicar por aquellos que todavía alaban la Dictadura como un remedio eficaz para “salir” del subdesarrollo, y a lo que otros ripostan que el remedio es peor que la enfermedad porque el único medio o método para salir del subdesarrollo es la Democracia.
En la Edad Media los pueblos Germanos comenzaron a tomar la conducción de la sociedad
Pueblo de semiagricultores todavía no fijados al suelo, los germanos poseían una organización política bastante incipiente, a cuya cabeza existía un jefe circunstancial que poco a poco se fue constituyendo en el rey de un semiestado. En realidad, se trataba solo de un agregado -sin un real poder- que se rodeaba de los príncipes de las pagi (unas subdivisiones territoriales romanas que en tiempos de guerra comandaban los hombres del pagus y en tiempos de paz rendían la justicia). Los grupos privados se componían y descomponían con gran facilidad, eran los comitatus o compañeros, un séquito de hombres libres unidos a la figura de un Princeps mediante un juramento de lealtad, una estructura de amistad germánica que obligaba a jefes o reyes a gobernar consultando con sus guerreros, vinculados o formando una banda para la guerra. Finalmente, estaba la Asamblea del pueblo (Thing), que estaba conformada por todos los hombre libres capaces de portar las armas, que se ocupaba de los asuntos de importancia general y de aplicar las costumbres; pero cuya ocupación principal era la de fijar las actitudes a observar sobre cuestiones de hecho, de las cuales era necesario decidir -según la oportunidad del momento- temas como los de: paz, guerra, migración, designación de un rey o de un princeps y los juzgamiento de crímenes que atentaban contra el grupo, en especial la traición. En la América Latina de gobernantes abusones, los juramentos de lealtad van generalmente acompañados de relaciones clientelares que procuran proveer de funcionarios las administraciones, corromper las asambleas locales y hasta a los propios órganos de control.
La penetración bárbara de Occidente por Francos y Merovingios causaron su ruina total
Con la deposición del niño-emperador Romulus Augústulo (465-511) -sin reemplazarlo- se dio comienzo a la Edad Media, con la subsiguiente disgregación del Imperio de Occidente, la implantación de los bárbaros en las regiones occidentales y un cúmulo de futuras naciones en formación. Una de ellas fue la sociedad del Reino Franco o de los Francos, un grupo bárbaro que se formó de la mezcla de muchos otros grupos humanos y sociales que poco a poco se fueron encaminando -en el curso de los siglos IX y X d.C.- hacia la llamada por algunos la Deformación feudal, hasta cuando esta la hizo desaparecer. Los reinos formados por las diversas sociedades francas fueron -desde el comienzo del siglo VI- la potencia más considerable de Occidente. Se trató del reino de la Galia Franca, hechura de Clodoveo (466-511), primero rey de los francos Salios (481), y luego de todos los Francos (509). Con él nace la dinastía de los Merovingios, que duraría dos siglos y medio, desde el final del siglo V hasta la mitad del siglo VIII. Seguidamente, Carlos Martel (715-741) depuso la dinastía Merovingia dando nacimiento al Regnum Francorum y a la dinastía de los Carolingios, hecho que se produjo con el ascenso al trono de su hijo Pipino, el Breve o III (715-768), mayordomo de palacio, que reinaría de 751 a 768 y quien depondría a Childerico III (714-755) con el apoyo del papa Esteban II, quien lo coronaría en 754. En América Latina hemos visto llegar al poder dinastías de duraciones tan largas que compiten con ventaja con las dinastías europeas, incluidas las llamadas primeras damas que cuando no fungen como reinas consortes lo hacen como regentes.
El imperio Carolingio duró un siglo
Fue iniciado por Carlomagno (742-814), hijo de Pipino el Breve. Fue rey (de los Francos y los Lombardos) y Emperador Romano del 800 hasta su muerte. Este imperio comenzó a decaer con la deposición en 833 de su hijo Ludovico Pío I (Luis el Piadoso, 778-840) quien había sido rey de Aquitania, coemperador, emperador y rey de los francos desde 814-840 (en 833-834 había sido brevemente depuesto). Sus tres hijos se repartirían más tarde el reino en tres partes que se desagregarían en ciudades independientes sometidas al cuestionamiento de la aristocracia, del particularismo local y a la agrupación de la población bajo la protección de los señores locales. La monarquía Carolingia y el propio Imperio serían llevados a la ruina con la deposición en el 887 de Carlos III, el Gordo (839-888) por Eudovico (Eudes) de la Francia Occidental, quien fuera fundador lejano de la dinastía de los Capetos, un grupo familiar que con la llegada al trono de Hugo Capeto (940-996) en 987 se convertiría en el primer soberano de la Casa de los Capetos, durante muchos años. Extensión dinástica en el tiempo comparable con alguna caribeña u otra lejano-asiática de 3a generación, ambas… ¡bajo el socialismo!
La vida económica y social bajo las dinastías Merovingia y Carolingia
Tuvo los siguientes rasgos: -Una economía cada vez más basada en la tierra y lo loca (domanial, por comunal), esencialmente agrícola (entre los siglos X y XI) y más tarde abierta, urbana, comerciante y hasta financiera a partir de finales del siglo XI. -Una economía subordinada, sometida a los principios religiosos y a estructuras políticas imperativas donde la Iglesia es la gran propietaria y una potencia económica que sitúa la economía en un ambiente espiritual. -Una economía subordinada a la nobleza, en el marco señorial donde la nobleza detenta la mayor parte de la tierra. - Aún los burgueses aceptan un excesivo reglamentarismo de la economía (nociones de bien común, de normas morales, bondad y lealtad, de calidad más que de cantidad). -Un desplazamiento del centro de gravedad de las regiones mediterráneas hacia las regiones septentrionales. -Una clasificación social basada esencialmente en la riqueza de la propiedad de la tierra, con un crecimiento real del poder de aquellos que la detentaban, emancipándolos de toda autoridad y poniendo a los que no la tenían bajo subordinación. -Una clase alta basada en la riqueza de la propiedad de la tierra, subdividida en aristocracia laica y en aristocracia eclesiástica; y al lado una clase baja ordinaria desprovista de toda fortuna de la tierra, donde la clase alta se apropiaría paulatinamente de la realidad del poder, suprimiendo el poder central. Fue de esta manera como nació el “Poder feudal” en una economía “a-capitalista” donde no hay concentración capitalista de tierras, pero sí prohibición del préstamo al interés, y condena del lucro; pese a todo, en opinión de algunos, hay algunas tendencias “precapitalistas”. Es el mismo poder feudal que campea por las latitudes de América Latina con el rótulo de “Nueva Clase”, etiqueta que le pusiese en alguna ocasión Milovan Djilas a las nuevas oligarquías de hierro de la antigua URRSS, hoy aplicable a todo el espectro político de un continente todavía cuasi feudal.
El poder feudal
Las nociones y las prácticas germánicas llevaron al reino de los Francos a un poder monárquico y al carácter personal de la monarquía, concepción que hizo perder el carácter romano de respublica, de Estado, que había caracterizado a las concepciones políticas de la Roma republicana. El centro de la organización política reposaba ahora en el monarca de los francos. Es decir, en el carácter “personal” del poder del monarca. Mejor, en el carácter patronal de la realeza franca. Veamos sus características:
-Prima el interés personal del monarca
Por ser un gobierno solo en interés y conveniencia personal del monarca, puesto que para este no existe la idea de Estado, ni la idea de interés general en tanto que publicus. Desde ahora pasa a significar “real”, en el sentido de que solo existe en el interés privado del monarca, al igual que su poder ilimitado. Esta consideración de ilimitado condujo a que fueran depuestos numerosos gobernantes por la vía expedita del asesinato. De esta manera, la idea de cualquier tipo de responsabilidad del rey quedaba excluida. Como en los hechos está excluida en varios regímenes feudales o con características de tales de hoy en día, en los que el patrimonio nacional está puesto al servicio del gobernante y el privado es fácilmente declarable “expropiable” por gobernantes guasones o abusones, categorías en las que disputan a cuál más rapaz.
-El poder adquiere un carácter patrimonial
Por ser el monarca una especie de “propietario” del reino y de todo lo que lo compone. Para justificar esta “apropiación” alega el monarca que los territorios del Regnum han sido adquiridos por derecho de conquista, de donde se desprenden tres consecuencias: -El monarca tiene todo el poder sobre los bienes que constituyen el Regnum. -El monarca se reserva el derecho de disponer de los bienes de los particulares, en caso de necesidad. -A la muerte del rey el reino se transmite igual que se transmite el bien privado de un propietario ordinario, eventualmente repartible entre sus hijos, esposas o entenados sin límites ni pudor.
-El poder adquiere un carácter de contractual
Esto en razón de existir un lazo personal entre el rey y los súbditos, y de allí el título de Rex Francorum. Entonces, ya desaparecidas las ideas de Estado y de poder público, el rey no manda más a la población, por lo que no es ahora obedecido en esta calidad (como titular de la autoridad pública), sino en virtud de un nexo comparable a aquel que existe entre un señor y sus servidores. Es decir, una relación fundada sobre contraprestaciones del tipo: Obediencia y Fidelidad. Naturalmente, a cambio de protección y recompensa por los servicios prestados. Lo que hay ahora en la realidad de los hechos, es una concepción “contractual” del poder: un do-ut-des de mercadeo total. Como lo es la política en las relaciones clientelares entre gamonales, capitanes y contratistas.
- Un contrato prestado bajo juramento de fidelidad vasallática
En conjunto regido por el Juramento de fidelidad, impuesto primero a toda la población y luego solo a los grandes señores. Juramento que pasaría a ser una especie de contrato sinalagmático que solo obligaba frente a la persona del soberano y no del Estado, una noción romana ahora perdida. Además, se desarrolla la idea de que el Vasallaje debía rendir beneficios y- de no ser así- se perdía la obligatoriedad; es decir, que cuando el rey incumplía sus promesas, los grandes señores se sentían autorizados a rebelarse. Rebeliones a veces frecuentes en sistemas políticos fundamentados en el clientelismo regional frente a la autoridad nacional
-Una concepción del poder, ahora de “derecho divino”
Con la caída de los Merovingios y la llegada de los Carolingios, nació otra concepción del poder: a partir de ellos se predica el origen divino del poder, acompañado de la herencia, y se abandona la tesis de la conquista o la fuerza como su fundamento. El papa Zacarías diría que la función venía del Sacro y de la Coronación y de estos dos hechos salió algo nuevo: los Francos no podían desde ese momento buscar un rey por fuera de la familia, la familia de Pipino. El Sacro consistía en ungirlo con el santo óleo, y la Coronación en el hecho de que el papa la pusiera solemnemente sobre la cabeza real. Las consecuencias de estas dos ceremonias eran las siguientes: el rey era investido de su autoridad por obra de Dios y ahora -en calidad de persona santificada por el sacro- pasaba a ser Dei gratia Francorum Rex. Con esta fórmula, el poder del rey quedó limitado a la aprobación que le impartiese el clero a su obra: el rey que no actuase con rectitud, era indigno y podía ser depuesto por la asamblea de obispos (como le ocurrió a Luis el Piadoso). El rey vino a ser en consecuencia, doblemente rehén: de la aristocracia clerical y de la aristocracia laica de los grandes señores. Si antes en el plano local “ungía” el obispo al candidato próximo al clero, hoy en día lo ungen los contratistas locales o los grupos armados del pelambre establecido en el terruño.
-Un poder con carácter patrimonial hasta en su transmisión
La transmisión del poder real se hizo también con carácter patrimonial, bajo dos formas: -Por herencia o Ley sálica (los Merovingios), es decir, no mujeres, igualdad entre los herederos, presentación al pueblo sobre un escudo. -Por elección hecha por los grandes, sin embargo, dentro del principio de la herencia (los Carolingios) donde los grandes elegían al rey, pero dentro de la línea hereditaria. -Por la sola elección hecha por los grandes (los Capetos), todavía con cambio de dinastía (Hugo Capeto, en el 987) y desaparición de la idea de reparto del reino entre varios hijos. En países de América Latina el poder regional es transmitido unas veces por herencia, otras por alianzas matrimoniales (intra o interclase, de acuerdo con la ley que dicta: “al patrimonio por el matrimonio”) y con frecuencia por matrimonios de ocasión entre reinas de belleza y miembros de la clase emergente.
-El contenido germánico del poder real
Era un poder regido por las nociones germánicas de poder Personal y Absoluto del rey franco omnipotente. Omnipotencia en realidad más ficticia que verdadera, salida de un juramento de fidelidad que, a su turno, favorecía la desintegración. Dos caracteres de origen germánico fijaban el contenido del poder del rey franco: -El Bando o especie de poder legislativo que permitía dar órdenes generales aplicables a todos (constituciones, edictos, mandatos, capitulares, cartas, diplomas), así como de expedir reglamentos administrativos (bando del ejército, bando judicial, bando de requisición). -La llamada en francés Mainbournie o Mundium, que era el poder conferido por la ley a alguien sobre otras personas (fuera del poder del padre, del marido o del tutor o hasta del poder del propio rey); hoy sería el poder de asegurar la paz y la justicia entre los individuos y al interior de la sociedad mediante la represión de los delitos y las injusticias por el rey, y hasta la prohibición de la guerra privada. Aunque, a decir verdad, los ejércitos privados de múltiples orígenes hacen reyes de burla a los “oficiales”, con la complacencia de gobernantes más rehenes de los privados que de los oficiales. De estos últimos, algunos son cooptados por los de otros castillos allende los mares.
-Una administración del reino más personal que de instituciones
La Administración del rey franco era más de “personas” que, de instituciones, más de intereses propios que de vocación de servicio, más de barones que de agentes del rey. El feudalismo se anunciaba cada vez más. Además, las finanzas del rey franco eran rudimentarias, complejas y el control de ellas escapaba de sus manos. Así mismo, la organización militar del rey franco era poco especializada, rudimentaria y compuesta más por tropas “privadas” que por un ejército real. Ciertos procesos de paz, reconciliación, indulto o amnistía han permitido en el mundo latinoamericano crear grupos de choque -llamados “colectivos” en algunos países- al servicio de regímenes supuestamente “pacifistas”, pero que en realidad son verdadera milicias o viles mercenarios Gesates al servicio igualmente de tiranos, comandados por condotieros felones.
-Una justicia más privada que pública
La administración de justicia del rey franco era elemental, incompleta, de carácter privado (justicia privada). Venganzas privadas, guerras privadas y composición eran la regla general. Algunas restricciones de orden público limitaban la venganza privada, pero la regla era la coexistencia de esta con la justicia pública. Terminaría imponiéndose la privada. La justicia “pública” sería impartida por varios tribunales: -El Mallus de la Centena, una corte de derecho común en tiempos francos y carolingios, una especie de jurisdicción de derecho común que era el tribunal presidido por los condes, que juzgaba solo los casos de menor importancia porque los más importantes se juzgaban en el tribunal de palacio. -Las jurisdicciones particulares, los Tribunales de los Inmunitas, el Tribunal del Palacio, el Tribunal de los Missi Dominici. El Tribunal de Palacio era presidido por el rey o por el conde adscrito al palacio y comprendía a grandes personajes adscritos a este y a los grandes señores del exterior; su competencia era doble: Jurisdicción de apelación y Jurisdicción de primera instancia en los juicios a ciertas personas como los Grandes, sobre todo los duques y los condes que solo podían ser juzgados por el rey, los obispos y los abades, las personas que hubiesen recibido una carta que las colocase directamente bajo el Mundium real (Protección del rey); conocía también de los negocios relativos a los intereses superiores en lo civil, los intereses del rey; en lo penal, los negocios que interesaban a la seguridad del rey o del reino: lesa majestad, traición, etc. En América Latina, ciertos gobernantes han personalizado tanto su poder de mando que da la impresión de que el concepto romano de respublica estuviese perdido, tanta es la capacidad de apropiación de los bienes del Estado por camarillas cleptocráticas que los cohonestan de manera vergonzosa y sin que órganos de justicia o de control ejerzan sus competencias, por corrupción o por cooptación.
El Feudalismo en la sociedad de los Francos
Esta sociedad evolucionó en el sentido de perder la autoridad pública para verla pasar a las manos de la privada de los grandes señores, quienes aumentaban gradualmente su poder. Así mismo, vio como las categorías sociales inferiores se iban haciendo cada vez más subordinadas a dichos grandes señores. Por el lado de los hombres libres, estos fueron poco a poco mediatizados por la autoridad de los grandes señores, lo que les hizo depender cada vez menos del rey. Entonces, el poder público quedó desagregado y terminaron siendo siervos de un señor local, ajenos al poder de un rey que era visto como demasiado lejano. El Siervo no es sino un cliente obligado en primer lugar a ponerse bajo el servicio militar de su señor. El siervo luego pasó a ser su “recomendado”, su protegido y hasta el propio rey se preocupaba de asegurarse la fidelidad de su entorno y la de los grandes señores. De esta manera la relación clientelar era contractual, un verdadero do-ut-des de protección y fidelidad, bienes y servicio. En la cultura Carolingia estas relaciones eran de vasallaje y regidas por el juramento de fidelidad al gran señor, así como por el espíritu contractual del toma-y-daca. Hasta el propio rey exigía a sus vasallos dicho juramento, figura que terminaría arruinando el poder real. Como arruina hoy en día al poder central, un poder local entregado a toda suerte de mafias de la contratación, la extorsión, el secuestro, el narcotráfico y…más.
La sociedad de los Francos secreta el verdadero feudalismo
A mediados del siglo IX la sociedad franca inició el verdadero Feudalismo, período que se caracterizó por: -Los grandes señores de la tierra, los vastos dominios, el poder económico sin competencia de los grandes, la explosión del reino franco en unidades locales. -El debilitamiento del poder real y su cuasi desaparición en el siglo X, el desarrollo del poder de los grandes, el desarrollo de la noción de poder contractual y del poder divino del rey (ambas nociones ponen a este en manos de los señores y en manos de los clérigos), la accesión al trono por la elección de los pares (el rey es solo uno entre iguales), los maestros o mayordomos del Palacio se imponen sobre el rey, el juramento de fidelidad se vuelve un do-ut-des, el plano local se pone al servicio del señor local y no del rey, la independencia de los grandes (duques, condes y marqueses) hacia el rey, la venalidad y la herencia de los cargos, los principados territoriales sin control del rey sobre ellos, la pérdida del patrimonio territorial del rey (entregado a los señores para congraciarse con ellos), el reclutamiento militar que pasó a manos de los grandes señores, al igual que la justicia que se trasladó a manos de la aristocracia laica o eclesiástica. -La mediatización de los hombres libres, el desarrollo del vasallaje, la fusión de las categorías inferiores en una clase servil, el desarrollo del Beneficio (donación de favor hecha por el rey para esperar a cambio fidelidad). -La desaparición de las fuentes públicas del derecho (las leges y las capitulares) y su reemplazo por la consuetudo loci (un derecho espontáneo, local, diverso, expresión de la división territorial, de muchos choques con otros, práctico y pragmático), construida en relación a la función social que se cumpla, lo que hace que el derecho real sufre un eclipse casi total entre el siglo X y el siglo XII puesto que cada dominio señorial tiene sus propias costumbres, casi siempre oral. Entonces, ya no hay más Estado, solo parcialidades, feudos. Algo parecido al mal diseño realizado por cierta Constituyente, que des coordinó, des imbricó, dislocó el plano local del plano central-nacional para entregárselo a los contratistas locales, a los ejércitos privados y a mafias de diferentes pelambres y nacionalidades.
La desaparición del Estado
Con la sustitución del Imperio romano por obra de los Reinos francos, había desaparecido el Estado. Ahora es el propio poder real el que tiende a desaparecer. La aristocracia, que primero eliminó a la dinastía Merovingia la reemplazó ahora por sus jefes, los llamados Mayordomos de Palacio. Estos, que eran los intendentes principales del rey Merovingio, llegaron a tener el poder político al ejercer una función similar a la de un “Primer ministro”, cargo que frecuentemente era hereditario. Estos Mayordomos eliminaron la realeza merovingia para sustituirla por la dinastía Carolingia, que despedazará el poder entre sus representantes y es así como se inició el Feudalismo. No deja de llamar la atención cómo en cierto país de América del Sur, es el propio poder central el que se encarga de crear zonas de No-derecho estatal para entregárselas a grupos armados regionales de fuertes composiciones étnicas que, liberados del fenómeno nacional, se entregan a un “etnismo” que parece contrastar con el de la globalización; es como crear hoy un Mediterráneo otomano, en medio de un antiguo Mare Nostrum. O, algo peor.
El Feudalismo, una época de regresión y avances
Las instituciones de la sociedad medieval entre el siglo X y finales del siglo XI, son de regresión y retroceso en todos los campos: la demografía, la economía, la población y su vida cotidiana, el derecho, la vida política. De esta última desaparece el poder político central, que se ve repartido entre muchos grandes señores feudales que exigen a sus súbditos el homenaje del Vasallaje, a cambio de la Concesión del feudo-
-El homenaje de Vasallaje
Era un acto solemne, una ceremonia que se desarrollaba en la torre del castillo, por la cual se creaba en los siglos X y XI una relación (pacto de vasallaje) entre un vasallo (un noble o caballero) y su señor feudal. El vasallo juraba fidelidad a su señor y se comprometía a cumplir determinadas servidumbres, principalmente de apoyo político y militar (auxilium et consilium), y recibía como contraprestación un beneficio, habitualmente el control y jurisdicción sobre la tierra y la población de su feudo o señorío. Era un contrato sinalagmático, con obligaciones para ambas partes, que se establecía entre dos hombres libres. Las dos partes se comprometían a guardarse lealtad y no traicionar el vínculo que se establecía entre ellos. Las obligaciones contractuales de la relación vasalláticas quedaban sin efecto para una parte si la otra incumplía gravemente las suyas (felonía). La investidura de vasallaje se hacía mediante el arrodillamiento ante el señor (con las manos en posición orante entre las de su futuro señor inmixtio manum) y le declaraba su voluntad de ser vasallo, la recepción de la tierra del feudo en las manos y la recepción de la espada, junto con otros ritos. En esta relación estaban implicados un señor feudal gran propietario de tierras, constituido en la autoridad máxima de sus feudos o comarcas sobre las cuales ejercía el poder político, así como impartir la justicia. Igualmente, administraba sus bienes, hacía el reclutamiento militar y cobraba los impuestos que debía entregar al rey. Podían ser vasallos los hombres libres que podían pagarse sus armas y su caballo. De esta manera, se creaba una relación personal vitalicia entre el jefe y el guerrero, dentro de los criterios del triestamentalismo, que proporcionaba una sólida justificación teórica a la cerrada estructura social expresada en las redes vasalláticas, que concebía como una determinación de la posición de cada individuo desde su nacimiento, decidida providencialmente por Dios: el primogénito varón de un noble, a la cabeza; el segundón, a la Iglesia; la primera hija, el mejor matrimonio y para la segundona, el convento.
-La Concesión de feudo
Era la asignación a la tierra que el señor le otorgaba al vasallo en el contrato de vasallaje, como parte del beneficio que el señor le debía al siervo por el cumplimiento de sus obligaciones de auxilium (apoyo militar) y de consilium (apoyo político). El señor mantenía relaciones económicas y de producción con los campesinos de su jurisdicción, según su distinta situación: siervos (el de mayor sujeción, habitualmente sometidos a prestaciones obligatorias de trabajo) o campesinos libres. Es decir, que el feudo, era una unidad económica, una manera de explotar económicamente el feudo que consistía en repartir la tierra en dos porciones: la reserva señorial y el manso. Este, se encomendaba (commendatio) al señor (bien libremente o bien forzosamente), pasando a convertirse en su siervo, que no en su esclavo. El siervo no era libre del todo, puesto que estaba ligado a la tierra que trabajaba. Pero, sí podía disponer del producto de su manso, que cultivaba a su criterio y del que obtenía lo necesario para su subsistencia, con la obligación de trabajar obligatoriamente ciertos días en la reserva señorial. Entonces, el modo de producción feudal se basaba en la explotación de la tierra y la propiedad parcial sobre los campesinos-siervos por parte de los señores feudales, dado que la concesión de un feudo implicaba la donación de un bien que pasaba a ser la base material del vasallo, es decir, su medio de vida, mientras permaneciera al servicio del señor. Dentro de su feudo, los señores feudales detentaban el poder de ban o poder de mando, otorgado por la corona, de manera vitalicia y trasladables las tierras a los descendientes en herencia y junto a ellas, los siervos o campesinos que las trabajaban. La administración al interior del feudo corría a cargo del señor feudal, el cual ejercía un control sobre lo que producía el siervo, era una relación de trabajo basada en la prestación de servicios del siervo, a cambio de la protección del señor feudal. Entonces, los feudos eran la unidad productiva mínima del sistema que se dividían territorialmente en: Reservas señoriales o dominicales, pero siempre con su producción destinada al pago del tributo al señor feudal dado que era una economía eminentemente agraria en los grandes territorios pertenecientes al rey, la nobleza y el clero.
El nacimiento del Burgo
A partir del siglo XII la demografía creció, nació el burgo (la Ciudad pujante), reaparecieron el comercio y la moneda, se regresó a Oriente, surgió el salario artesanal, nacieron los burgueses, se fijaron las fronteras, los Señores firmaron cartas con las ciudades o los campesinos, reaparecieron el texto escrito, el Derecho volvió a ser “sabio”, el derecho romano renació y la costumbre empezó a retroceder. En cierta forma, el poder real tendió a reorganizarse como un poder casi revolucionario. En el siglo XIII el Rey, la estructura señorial y la estructura urbana se equilibraron. En el siglo XIV, sería el Rey el que tomaría la preponderancia. También lo haría en el XXI, pero combinando poder central con clientelismo local y de tal modo, que a veces es difícil distinguir el señor feudal de Sucre, por ejemplo, del señor “nacional” de las altiplanicies andinas.
La sociedad medieval recibió diversas influencias
Se destacan las de: -El cristianismo y su doctrina del poder político, la presencia de la Iglesia. -La influencia de Oriente, sobre todo el árabe. -La influencia romana y su concepto de derecho racional y de centralización del poder en manos del rey. -Las influencias de Flandes, Italia, Inglaterra (monarquía), Francia (el urbanismo) y el derecho internacional del jus Mercator. En la Alta Edad Media el cristianismo hará avanzar una religión universal, que situaba las cosas en un plano poco terrenal. Por otro lado, con los esbozos de los futuros estados nacionales, luego de la difuminación del Sacro Imperio Romano, las parcialidades territoriales de los príncipes comenzaron a liberarse del derecho positivo mas no del derecho natural ideal. Contrario a lo que pasa en América Latina donde, cuando no hay total inaplicación del derecho nacional, sí la hay de un “derecho” paraestatal aplicado con rigor por grupos armados de carácter ideológico simple, ideológico-raciales, o de puro contenido delictual. Todos, sin embargo, con métodos y alcances totalitarios que les confieren el contenido propio de los fascismos y sin importar la etiqueta que se cuelguen.
Características generales de la sociedad medieval
En medio de tanta diversidad, particularidades de los feudos y señoríos, se destacan: -Ser una sociedad anárquica, es decir, sin poder político centralizado y único. -Ser una sociedad jerarquizada, es decir que pese a su anarquía se trata de una sociedad en la cual el rey subsiste como el órgano de coordinación, conciliación y arbitraje y en la cual los grupos locales se unen unos con otros al interior de jerarquías de personas como las señorías, los feudos y las cadenas feudales que suben hasta el rey; en resumen, la sociedad medieval se organiza ahora espontáneamente desde abajo, dando duques, condes, vizcondes, barones, castellanos, valvasallos, ciudadano, y villanos; esta era la red piramidal de relaciones feudo-vasalláticas (emperador; reyes; altos nobles -duques, condes y marqueses; nobleza intermedia de señores de grandes feudos; la baja nobleza de vizcondes, barones, infanzones, caballeros, escuderos, hidalgos, etc.). -La sociedad medieval es cristiana, cristiana universal: hay coincidencia entre la sociedad civil en su conjunto y la Iglesia universal; es decir, que para ser miembro de la primera hay que ser cristiano porque más allá solo hay paganos, es decir, enemigos. -La sociedad medieval es una sociedad universalista: ella no está dividida realmente en naciones, la Iglesia las recubre, el latín es la lengua de la universalidad intelectual de toda esta sociedad, existe en ella un gran intercambio de personas y de bienes. -La sociedad medieval es una sociedad sin clases, porque está dividida en “cuerpos” y en “órdenes”, mas no en clases; la orden es un fenómeno funcional y jurídico, cada orden tiene un estatuto jurídico particular que corresponda a su función; por lo demás, existen tres órdenes: el clero, la nobleza, los campesinos (divididos más tarde en burgueses, villanos y siervos); por su lado, los cuerpos son grupos y asociaciones en los que cada individuo encuentra su razón de ser, su función, su protección, su estatuto jurídico y sus medios de desarrollo. Ciertas sociedades de este subcontinente están divididas ya no en las tradicionales clases y subclases que ni el marxismo pudo clasificar, sino en grupos étnicos o categorías emergentes que se “colocan” al servicio del narcotráfico, de los feudos locales, o de sociedades del crimen transnacional sin patria ni banderas.
Sin precisar demasiado en los conceptos, situaciones “feudales” perviven en América Latina
El mundo medieval tuvo ciertos elementos representativos, por ejemplo, el de las dependencias personales, el relegamiento del poder central y el predominio de los poderes locales (vasallos o feudatarios). Algunos de estos elementos pueden ser encontrados en las sociedades latinoamericanas contemporáneas, al lado de elementos de la modernidad del siglo XXI. Es el caso, a título de ejemplo, de la guerra de guerrillas y del narcotráfico en Colombia y partes de México; también el de una fiscalidad en beneficio de ciertas regiones más que de otras, afectadas las periféricas; la dificultad de crear un espacio nacional ligado a lo económico y no solo a regiones privilegiadas, que actúan como zonas libres del control central; unas relaciones distantes entre los gobernantes nacionales y los gobernados marginales, mediatizados en veces por grupos armados, étnicos o del paraestado; unas burocracias nacionales y regionales desvertebradas, incomunicadas entre sí y sin la vigilancia o el control de órganos locales cooptados por sus vigilados, que los han “puesto”. La noción de Estado nacional, como entidad encargada del bien público de todos los gobernados, se ve en estas condiciones todavía sometida o comprometida por ciertos sistemas “vasalláticos” de dependencia, como si el Estado romano de res publica todavía no existiese y hubiese sido reemplazado su derecho por las costumbres germánicas de los pueblos de las grandes migraciones del frío.
América Latina, un subcontinente de todavía sujeciones “feudales”
Si la identificación de "feudalismo" y "servidumbre" ha sido frecuente en la historiografía, en ciertos países de América Latina la "sujeción personal" -tanto en las condiciones de producción material propias del sistema, como en las relaciones de vida- han sido cimentadas sobre esa sujeción. Es decir, que el hombre independiente ha desaparecido y buena parte de los habitantes de estos mundos vive todavía sojuzgada bajo formas medievales de dominación, mediante sistemas político-sociales en cuya configuración actúan conjuntamente el factor militar (estatal o no), el factor económico-social de la pobreza y el predominio de los medios de dominación personal sobre los "institucionales". En realidad, el feudalismo por estos tristes trópicos y allende los mares, puede ser visto como una forma de interacción universal extendida un poco por todas las épocas y formaciones sociales, sin que nunca haya desaparecido del todo, aún en los tiempos modernos. A nadie escapa, son relaciones de vasallaje esencialmente políticas de subordinación, como resultado de una coerción extraeconómica y de allí, desde la Ilustración, que frente a lo feudal prime lo peyorativo. Y lo despreciativo hacia algunos jefes de Estado que ejercen o han ejercido el poder de manera irresponsable, más como jefes del pasado medieval que como jefes de estados de derecho modernos. ¿No ven el feudo mesoamericano de la malévola pareja?