La puja por El Heraldo, el periódico más influyente de la Costa Caribe se resolvió esta semana. Igual que ocurrió en Cali, un grupo de poderosos empresarios habían contemplado la posibilidad de quedarse con el diario que los herederos de las tres familias fundadores, Manotas, Pumarejo y Fernández llevan ya un tiempo considerando vender, más por razones de convivencia corporativa que por una situación económica crítica. Sin embargo, la fuerza financiera de Gabriel Gilinski, igual que en el Valle con el periódico El País, terminó imponiéndose.
Los empresarios barranquilleros Christian Daes de Tecnoglass, Rubén Minski de la farmacéutica Procaps, los Dávila Abondano propietarios de Daabon, una de las empresas agroindustriales más grandes de Colombia con sede en Santa Marta y los Segebre, quienes han estado más en negocios de construcción y con algún interés en la política, habían considerado quedarse con El Heraldo, pero finalmente Gilinski les ganó la partida.
La adquisición del periódico regional de la Costa Caribe forma parte de la estrategia digital de Gilinski cuyo centro de gravedad es el Grupo Editorial Semana con el que empezó con la compra a Felipe López hace 4 años. A comienzos de este año se quedó con El País, el periódico líder del Suroccidente. Ahora continuó con el medio tradicional de la costa y muy seguramente tiene los ojos puestos en Vanguardia de Bucaramanga, de propiedad de la familia Galvis cuya cabeza Alejandro Galvis falleció en la pandemia.
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Con una eventual compra de Vanguardia, Gabriel Gilinski cubriría el oriente colombiano con Santander como epicentro, con lo cual consolidaría un verdadero emporio mediático con proyección nacional, nunca antes visto en el país.
La historia de El Heraldo
El 28 de octubre de 1933, en cada esquina de las calles de Barranquilla, hombres gritaban la venta del nuevo periódico: El Heraldo. En su primera portada se destacaba la fotografía del político liberal Alfonso López Pumarejo, emparentado con familias de la Costa por el lado materno y aspirante a la Presidencia de la República.
Tras reuniones en el Club Barranquilla, asesorados por empresarios y dirigentes políticos, con 250 mil pesos en los bolsillos, decidieron armar un periódico que hiciera contrapeso a la prensa conservadora que abundaba en cada esquina de la ciudad.
Detrás de sus intereses estaba impulsar la candidatura de Alfonso López. Alberto Pumarejo era a quien más le convenía crear un medio liberal pues Enrique Olaya Herrera, el primer presidente liberal en Colombia, lo había nombrado Gobernador del Atlántico y lo promovió al Ministerio de Correo y Telégrafos.
Las familias Manotas, Pumarejo y Fernández todavía controlan El Heraldo, a cada apellido le pertenece el 33,3 % de las acciones de la empresa. El alcalde de Barranquilla, Jaime Pumarejo, heredó el talante político de su abuelo Alberto, a él le corresponde el 1,77 % de las acciones del periódico.
Ser uno de los propietarios de El Heraldo ha jugado a su favor desde el 2019 cuando llegó a la Alcaldía con más de 300 mil votos. Para la fecha, El Heraldo había logrado presencia en la Costa Caribe con corresponsales en cada capital de Departamento.
En 2007, El Heraldo incursionó con nuevos productos editoriales: Al Día, el periódico popular dirigido a los milenial de estrato 1,2,3 que se convirtió rápidamente en el más leído por los barranquilleros y en el tercero más leído en la nación después de El Tiempo y ADN Bogotá.
En la Junta Directiva de Al Día, el Alcalde Pumarejo figura como uno de sus miembros lo que le ha traído muchos cuestionamientos. En los próximos días podría concretarse una venta histórica. La ofensiva de los Gilinski es total.