En una reunión de juntas de acción comunal, que se denomina “Asamblea Nacional Popular Comunal”, en la Universidad Nacional, el pasado 26 de marzo, el presidente Petro, dijo: “ es el momento del poder popular”, termino bastante usado por las dictaduras de Cuba, Venezuela y Nicaragua, que corresponde a la jerga marxista en Latinoamérica, además planteó que el pueblo tiene el poder; subrayando que dentro de la semántica comunista la palabra pueblo tiene diferentes interpretaciones y puede ser el social o el político, de manera que no hay que caer en confusiones ante los llamados que hace el mandatario, para la movilización en defensa de las reformas, pues estas pueden conducir al país al incremento exponencial de la pobreza, como le ocurrió a la vecina Venezuela con reformas similares.
El presidente Gustavo Petro, invitó a movilizarse el Primero de Mayo, en el día internacional de los trabajadores, para defender las reformas que presentó al Congreso, algo verdaderamente atípico, que niega la historia autónoma e independiente del movimiento de los trabajadores, que con sus sindicatos desde hace más de 200 años, no se ha constituido en apéndice de gobierno alguno, a excepción de determinados casos, como ocurre en las dictaduras comunistas en donde no existe el sindicalismo libre y democrático; luego la conmemoración del Primero de Mayo debe de ser una fecha en homenaje a los Mártires de Chicago(1886) que seguían las ideas libertarias, las cuales aplastaron los dogmas totalitarios del señor Karl Marx en la Primera Internacional de los trabajadores en el siglo XlX; de modo que esa fecha rememora todas las luchas reivindicativas de las fuerzas obreras en contra de cualquier forma de opresión, y de ningún modo es la ocasión para hacer exaltación a un gobierno.
Para los colombianos, las reformas a la salud y a las pensiones, están supeditadas a lo que pase con la reforma laboral, puesto que si se aumenta el desempleo y la informalidad, producto de las fijaciones ideológicas del gobierno para impulsar su programa político a largo plazo, y poner a vivir a la mayoría de población de las limosnas del Estado, desde luego que fracasaran en su aplicación práctica dichas reformas; debido a que se disminuirá el régimen contributivo en materia de salud y caerán los aportes en las pensiones poniendo en peligro a los futuros jubilados; en atención a lo cual, ante la frustración que puede acarrear las intenciones del ejecutivo, el Sindicalismo Democrático tiene que impulsar marchas libres de la influencia del gobierno, este Primero de Mayo.
Es paradójico que en el gobiernista Pacto Histórico conformado en su mayoría por partidos marxistas, se hable del hambre, cuando sus correligionarios más connotados a nivel mundial en la historia, impulsaron ese flagelo, como forma de dominación de los pueblos, porque no hay que olvidar que Pol Pot, Stalin, Ho chi Minh, Lenin, Mao Tse Tung, Fidel Castro y ahora Nicolás Maduro en Venezuela, han usado el hambre para someter a los ciudadanos, con lo que se cumple la premonición del anarquista Bakunin, cuando desenmascaró al totalitario Karl Marx, planteando que para que se consolidará la dictadura comunista, era necesario la miseria absoluta de las masas.
El gobierno al mencionar la lucha en contra del hambre, se le olvida que uno de los factores que ha incidido profundamente en esa situación, es el conflicto armado propiciado por el comunismo con sus guerrillas para la toma del poder desde hace más de 60 años; advirtiendo que ese conflicto nos ha costado alrededor de 400 mil millones de dólares, dinero que en buena parte hubiera servido para fortalecer la educación, la salud, la agricultura y sobretodo el desarrollo integral de la producción nacional, que generaría empleo, y cuando hay empleo se erradica el hambre, que es contrario al populismo marxista que busca envilecer a las masas.
Por otra parte, se debe mencionar que el aumento del hambre en el mundo es también culpa del Partido Comunista de China, que permitió la propagación del Covid- 19, lo cual ocasionó un incremento en la tierra de 120 millones de personas hambrientas en comparación con años anteriores a la pandemia, según datos de las agencias de la ONU (FAO,-FIDA-UNICEF-PMA-OMS) siendo la demostración palmaria de que al comunismo poco le interesan los sufrimientos de los seres humanos y, de ahí que en Colombia el discurso demagógico de la denominada izquierda sobre el hambre es una simple treta, para descrestar a un electorado mal informado.
Dentro de la perorata comunista, de la misma manera que se usa la sensiblería con el hambre, se ocultan los otros procedimientos con los que se pretende subyugar al pueblo colombiano, en donde a la denominada Primera Línea que participó durante el paro del 2021, con actos de sabotaje y terrorismo atacando a la población, se le dará el carácter de Colectivos en Defensa de la Revolución como lo hace el chavismo en Venezuela o los Comités en Cuba, que son iguales a los Guardias Rojos en China que fueron movilizados por Mao Tse Tung entre 1966 y 1967, durante la Revolución Cultural, en contra de las personas que no fueran afectas a la dictadura comunista.
De acuerdo a esa misma estrategia, no sería raro que grupos armados a futuro, como las guerrillas comunistas de las Farc y el Eln se convertirán en parte del “Poder Popular”, dentro de la “ Paz Total”, para respaldar las arbitrariedades que tome el ejecutivo, puesto que dentro de la combinación de todas las formas de lucha que ha incentivado desde hace décadas el Partido Comunista Colombiano, las armas deben de servir para defender un triunfo electoral de un gobierno comunista, lo cual significa que en el gobierno del Pacto Histórico, los grupos terroristas marxistas no dejaran las armas, sino que entrarán a cumplir otra función dentro de la “revolución colombiana”, como “poder popular”, que tendrá la misión de perseguir y humillar mediante la fuerza bruta al pueblo, para ir consolidando la esclavitud política, que es en ultimas el fin del marxismo, en busca de afianzar el despotismo por toda la eternidad.
Así que el hambre, los colectivos y el poder popular, serán las armas que se usaran, para robustecer una posible autarquía, en donde con el hambre se buscará doblegar a la ciudadanía para que no tenga posibilidades de rebelarse; mediante los colectivos se harán expropiaciones de hecho como han ocurrido desde el 7 agosto, además de arremeter en contra de la prensa que no esté con el régimen, y desde luego atacar a las personas y organizaciones que no le rindan culto al modelo.
En lo que respecta al “poder popular” que representarán las guerrillas comunistas, muchas partes de Colombia tendrán el tratamiento de tierra arrasada, pues esas fuerzas terroristas harán lo que les dé la gana con la complacencia de importantes estamentos del Estado, dado que si no hay control, los campesinos, especialmente, les tocará por millones convertirse en refugiados, hasta por fuera del país, algo que pasará si se hace realidad el proyecto leninista, que por ahora lo tienen edulcorado para ganar tiempo.
El comunismo que ha sido una maldición para la humanidad, durante más de 40 años estuvo en el ostracismo de 1876 a 1917, ya que ninguna persona u organización se hacía llamar de esa manera, porque daba vergüenza, después de la humillante derrota que sufrió en la Primera Internacional de los trabajadores Karl Marx, sin embargo el genocida ruso de Lenin sacó el termino del basurero de la historia, para designar en 1917 a sus bolcheviques en Rusia, pero el bodrio comunista volvió a mostrar que era un fiasco con la caída del muro de Berlín en 1989 y la debacle de la URSS en 1991, pero desconociendo la historia en Latinoamérica, aprovechándose del atraso ideológico, al comunismo le pusieron nuevos ropajes para engañar incautos, por ello se ha tomado el poder en algunos países de la región.
Con lo anterior expuesto se demuestra que la dirigencia política democrática colombiana, durante décadas no le dio la lucha ideológica al comunismo como correspondía y por eso estamos como estamos, esperando que el futuro no sea tan aciago y que prime la sensatez, para no caer en el oscurantismo marxista, que es la peor condenación a la que se puede someter a los pueblos.