¿De qué hablamos cuando hablamos de balcanización social, progresismo woke y segundo estado?

¿De qué hablamos cuando hablamos de balcanización social, progresismo woke y segundo estado?

Salta a la vista por qué el actual gobierno los alternativos de América Latina enfrentan tantas dificultades por honrar en gran parte su programa de gobierno

Por: JOHN ALBA RIVEROS
septiembre 29, 2023
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¿De qué hablamos cuando hablamos de balcanización social, progresismo woke y segundo estado?

La balcanización de la lucha social manifiesta universalmente y derivada de las pequeñas reivindicaciones hoy enarboladas por grupos que justifican su quehacer y existencia en nombre de las identidades que los definen, impiden concatenar propósitos más amplios, estructurales y antisistema que opongan verdadera resistencia y ofrezcan genuinas alternativas al capitalismo.

Preciso llamar balcanización al proceso con el que se atomizaron luchas nacionales en la otrora República de Yugoslavia posterior a la disolución de la URSS y su inminente adhesión a la OTAN por parte de Macedonia del Norte, Croacia, Eslovenia, Serbia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro y Kosovo separadamente (división que de no haberse producido habría impedido no sólo la conformación de la UE sino la expansión de la OTAN) fórmula que se repite cuando se trata de perseguir toda suerte de lucha superior.

Ahora bien, el ambientalismo gourmet, la cultura de la cancelación, el feminismo corporativo, la enemistad vaga contra la xenofobia, el antirracismo y la anti-homofobia de tipo boutique, son formas en las que distintos colectivos adheridos a la llamada ideología woke o doctrina del puritanismo ideológico (bautizada así por el analista estadounidense Ross Douthat) asumen un falso y estéril empoderamiento que no obstaculiza la lógica del mercado y que por su naturaleza tampoco apuesta por ser mayoría nacional o local.

Tales grupos complacen a los think tanks capitalistas quienes se frotan las manos viendo que ninguno de esos grupos tienen un ideario supremo o una consigna verdaderamente radical o antisistema.
Por su parte, la división internacional del trabajo, impone la noción que a los países periféricos en donde se desarrolla el capitalismo en su fase más atrasada, les corresponde asumir la irremediable responsabilidad de dedicarse a la exportación de materias primas (commodities) sí de querer mantener su inserción al mercado mundial se trata.

Los estados que oponen resistencia a la fragmentación social anteriormente descrita o que desaprueban la lógica de operación de la división internacional del trabajo y, por consiguiente, eligen a quienes pretenden cambiar el status quo, se enfrentan al andamiaje que se lo impide.

Sabido es que el estado en su noción más primaria es el conjunto de instituciones políticas, económicas y sociales destinadas a la administración de una nación o país, sin embargo, cuando el gobierno de este reposa en manos de quienes se rehúsan a atender exclusivamente los intereses y necesidades del gran capital nacional o extranjero (en palabras de la intelectual y antropóloga argentina Rita Segato) surge simultáneamente o entra en operación un segundo estado.

Ese segundo estado no es como el segundo estado francés en tiempos de la revolución (que llamaba primer estado al clero, segundo estado a la nobleza y tercer estado al campesinado) nada de eso. Ese segundo estado, es el conjunto de instituciones legales o ilegales usualmente paraestatales con las que se ejerce poder político, económico, social y militar de carácter abusivo destinadas a actuar afín de restablecer el poder tradicional.

Ese segundo estado puesto en acción conforme la también llamada necropolítica del Camerunés Mbembe Achille, sirve para asesinar a quienes manifiesten su descontento con el poder tradicional. Del mismo modo, sirve para descomponer la sociedad y lumpenizarla en lo que podemos llamar Capitalismo Gore (conceptuado por la filósofa Mexicana Sayak Valencia) a través de paramilitares, parapolíticos, narcos, terratenientes, sicarios, prestamistas, tierreros y proxenetas, siempre y cuando coexistan con el poder estatal tradicional y a su vez se abstengan de adentrarse en él.

El segundo estado no es otra cosa que el poder político y económico de corte hegemónico (banqueros, industriales, importadores, gamonales y comerciantes) operando subrepticiamente al margen de las elecciones. Es el poder mediático convencional de matriz genuflexa subordinado al dinero mal habido, es el poder económico legal o ilegal presente en la administración del estado, es el poder que defiende y ampara el desplazamiento forzado, pero además, es la acumulación por desposesión y al afloramiento pleno de las contradicciones del sistema capitalista de acuerdo con el juicio del geógrafo británico David Harvey.

En síntesis, resulta absolutamente imposible superar los problemas más acuciantes que como sociedad enfrentamos, llámese pobreza, criminalidad, tráfico de estupefacientes, crisis del sistema sanitario, bloqueos económicos, dictaduras, imperialismo, movilidad social, transtorno climático o extractivismo, sí la balcanización gobierna, el progresismo woke opera y el segundo poder nos sigue impidiendo actuar.

Salta a la vista porqué el actual gobierno nacional y los gobiernos alternativos de América Latina y el mundo enfrentan tantas dificultades por honrar en gran parte su programa de gobierno.

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