Para las autoridades de la ciudad es evidente que hay ciudadanos de primera, segunda y hasta tercera clase. Vaya usted a saber cuántas clases más hacia abajo. Se puede decir que los ciudadanos de primera clase son aquellos que viven en el norte de la ciudad, los blancos y adinerados; los de segunda clase son los estratos medios con estudios profesionales; los de tercera clase son en su mayoría los de los estratos bajos con pocos estudios.
Todo lo anterior es orquestado por una élite gobernante que se ha encargado de construir una enorme muralla que separa las clases sociales de la ciudad y de manera descarada ha establecido una línea imaginaria aun peor que las que imperan en las barriadas más marginales de cualquier ciudad del mundo.
Sin embargo, aquí la línea invisible no la establecido el ladronsuelo del barrio de al lado, aquí están establecidas por el mismo alcalde de la ciudad y el comandante de la policía, los cuales han determinado que desde la carrera 38 hasta cierto sector de la vía 40, y entre la calle 72 y la avenida circunvalar, viven los privilegiados, los ciudadanos de primera clase. En ese sector de la ciudad no quieren ver motos porque las señoras encopetadas les fastidia el sonido, los arroyos van por debajo para que no se le estropee el carro a más de un riquitillo, donde las luces son led y los parques son tan bien cuidados como cualquier ciudad del interior del país, donde hay cámaras de seguridad en cada esquina etc...
Pero nada de lo anterior es nuevo en una sociedad tan desigual como la nuestra, aquí lo grave es la nueva costumbre de estratificar los delitos y darles mayor o menor grado de importancia dependiendo del lugar donde sucedan los hechos, dependiendo de quién es el muerto. Solo se le da importancia si se trata de “fulano de tal”, “estudiante de tal” o el “hijo de tal”.
Sin embargo, lo más bochornoso es que unos diarios locales se encargue de realizar esta clase de etiquetas. Por ejemplo, en los últimos días un medio ha sacado más de 20 notas periodísticas por el asesinato de un hombre que se opuso al robo de sus pertenencias al norte de la ciudad y que fue ultimado por estos de un tiro.
¿Qué diferencia tiene este asesinado con los que a diario suceden en la ciudad y su área metropolitana para que el alcalde, gobernador y muchos más hayan elevado su voz de rechazo frente al hecho?, ¿qué tiene de especial para que los medios locales hagan toda una novela periodística con el caso y la policía salga a ofrecer una enorme recompensa para quien dé información para capturar a los responsables?
La celeridad del caso ha sido anormal, según el comandante de la policía se tienen individualizados a los responsables y hay un capturado por los hechos. Al parecer, son muy eficaces cuando les tocan los huevitos de oro, cuando el pavimento que se tiñe de sangre es ese mismo que está dentro de la zona de la gente bien. Cabe anotar que con esto no quiero decir que esté en contra de que se imparta justicia en este caso en particular.
¿Qué pasa cuando los muertos son los del sur, de los barrios de los pobretones? Ahí la ecuación cambia por completo, el gobernador y alcalde guardan total silencio, un pobre en el sur menos qué importa.
Seguido a esto se intenta ridiculizar a el occiso. En los mismos medios de comunicación, al servicio de los gobernantes, se usan titulares de lo más absurdos como “Al Kike le metieron dos puñaladas por robarle el celular”, mientras que si es en el otro lado de la ciudad sería algo como “Asesinan a profesional de medios audiovisuales”.
La infamia continúa con el comandante de la policía que antes de levantar el cadáver ya ha consultado todos los antecedentes de la víctima, pero no para adelantar ninguna investigación, ahí el interés primario es salir del paso lo más rápido posible, acarreándole la muerte a posibles ajustes de cuenta y conflictos de bandas, etc. Si tiene la victima anotaciones eso es suficiente para que la policía no haga absolutamente nada y se legitime por completo la muerte del ciudadano.
Con esto se pretende inducir a reflexionar a los demás estratos que se gobiernan por la ciudadanía de primera clase de la ciudad sobre la razón última por la cual un poder minoritario, aunque anacrónica y ridículamente altanero, puede disponer de los recursos del Estado para impartir justicia solo a un selecto grupo de la sociedad y no ha toda la ciudadanía como demanda nuestra constitución.
