De Pocitos a Buenos Aires

De Pocitos a Buenos Aires

Tengo en mis manos una joya: este libro con ilustraciones de época, historia y las mejores anécdotas, que a la hora de la verdad me han despertado la nostalgia

Por: Laura Cecilia Bedoya Ángel
julio 13, 2023
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De Pocitos a Buenos Aires

De “A media luz” a “Garufa

La intimidad de las actrices y de las mujeres “semimundanas” fascinaba tanto a la opinión pública como a los propios novelistas. En Naná, Zola deslizaba una mirada un tanto oblicua sobre la habitación y la cama. [...] Tenía una cama acolchada de Venecia, que había costado veinte mil francos y era tan baja como un sofá. Los muebles estaban lacados en blanco y azul, y fileteados con incrustaciones de plata. Por todas partes se podían pisar pieles de oso blanco. [...] El pequeño salón de seda de color rosa pálido recordaba, de alguna manera, a un serrallo, con sus voluptuosos sofás.”1

Atendiendo no sólo a la generosidad de Aldo Mazzoni -a quien no conozco y sin embargo me regaló su libro- sino a mi enorme curiosidad por el pasado, tengo en mis manos una joya de verdad, De Pocitos a Buenos Aires, con ilustraciones de época, historia y las mejores anécdotas, que a la hora de la verdad me han despertado la nostalgia de no haberlas vivido, intentaré redimir ese imposible regreso con unas notas sobre el libro.

A media luz son tres palabras que se dicen muy fácilmente, pero otra cosa es visitar los pasos de su escritura que anidó en varios hechos, pero antes es preciso transcribir una nota de Aldo Mazzoni, uno de los autores del libro: “Pertenezco a una familia de seis generaciones en Pocitos. Por línea materna, mis tatarabuelos españoles, Benito Rivas y María Ojea, apenas llegados al Uruguay se afincaron en el recientemente loteado paraje «los Pocitos», más precisamente en camino Pereira N.º 52. Tuvieron a su primer hijo, mi bisabuelo Manuel M. Rivas, el 21 de Julio de 1872, sentando las bases de una familia de emigrantes que, con el recuerdo de aquel pueblito de pescadores de su tierra natal, jamás abandonó ese primer lugar de acogida en la costa de los Pocitos, cerca del mar”2 Aldo comparte autoría con Jorge Sánchez Piñón.

Con permiso de los autores, les hago una invitación al pasado y es a entrar un rato en lo de los Wilson, en Pocitos:

Debemos pensar que casi siempre han existido modas para todo, hasta para las vacaciones y entonces era costumbre en Montevideo pasar el verano en un chalé de Pocitos y hacer fiestas cuya concurrencia era registrada en las páginas sociales. Los Wilson  se encontraban entre ellos, invitaron jóvenes para dar la bienvenida al verano por los días de diciembre de 1925, estaba todo listo, con músicos y el periodista y poeta Carlos César Lenzi, quien era un invitado fijo, era de esos tipos de excelente figura y buen vestir, hasta llegó a ser cónsul en Europa.

Cosas del destino, invitan al violinista y compositor Edgardo Donato, que en ese momento no tenía su grupo de siempre completo, asunto que lo puso en la tarea de conseguir un bandoneonista, le recomendaron a Bachicha (Juan Bautista Deambroggio), que estaba allí por poco tiempo, puesto que tenía obligaciones en París con Manuel Pizarro, cuentan Aldo y Jorge que Donato le habría dicho: «Bachicha me tenés que salvar, mañana de noche tenemos una fiesta y me falta el fueye» y Bachicha no falló.

Como tampoco falló la alegría de la fiesta, el licor, el baile y el músico de moda, Donato, que también se entusiasmó viendo el recibo de sus notas en las parejas bailando tango, ya imagino el glamour de la época y el paisaje durante estos días. Creo que eso fue lo que llevó a Edgardo a accionar el interruptor de la electricidad y convocar a seguir bailando con esta arenga “Y ahora a media luz” porque los acompañó la iluminación de la calle.

Carlos Lenzi, poeta, periodista y autor de 60 obras de teatro se inspiró con la estampa “crepuscular” y le dice al músico -que entre otras cosas era autor del famoso tango Julián-, que escribiría una letra, éste le dijo que ojalá el texto se convirtiera en algo seductor para los porteños, puesto que Buenos Aires era La Meca de la consagración.

Así fue, esa misma noche ubicó el lugar en una dirección concreta en Buenos Aires y lo “pintó” como un nido que invita a las caricias, por lo tanto, velado, y el decorado a cargo de “Maple, famosa mueblería londinense con sucursales en París, Buenos Aires y Montevideo”. Para llegar hasta allí se tendría que buscar la dirección en Corrientes 348.

“El autor también hace referencia a la forma de contactarse para coordinar la cita, lo que en esos años era generalmente por teléfono; el amante le pasa el dato a la amada. «Juncal 1224», y agrega para alentarla al encuentro: «telefoneá sin temor». Lo anterior refiere a que el número de teléfono del apartamento pertenecía a la recién inaugurada central automática Juncal de la Unión Telefónica.

Para poder comunicarse con una determinada dirección había que levantar el auricular del teléfono, lo que habilitaba la comunicación con una operadora, a la que se le pedía la comunicación debiendo identificar central y número; la operadora hacía las conexiones pertinentes, escuchaba el tono, e informaba al solicitante: «no hay línea, ocupado o comunicando»”. 3

Ahora veamos que, como sucede con algunos escritores, tienen a la mano el directorio telefónico, una noticia o un periódico y se orientan a una frase o tema, en este caso el Hotel Carrasco anunciaba «de tarde té danzante, de noche dinner concert». Asunto que dio pie para escribir: “de tarde té con masitas/ de noche tango y cantar”. Los autores tienen más anécdotas para la historia de este tango, que las dejo para quienes se inquieten con el libro.

Edgardo Donato con la letra en la mano, mientras viajaba a su casa, fue envolviendo la letra con música, la ensayó semanas más tarde con su orquesta en la casa de ventas de instrumentos de Julio Mousques quien no sólo permitió, sino que fue testigo de esa ejecución. Finalizada la actuación felicitó fervorosamente a Donato. " «Es un golazo. ¿Y cómo se titula?» A lo que Donato responde: «Todavía no tiene nombre oficial, estoy en duda porque tiene que ser algo que pegue.». Y Mousques le responde: «pero si está clarito, esto es A media luz»".4

Hago otro paréntesis antes de terminar, estuve caminando por las páginas que hablan del origen del tango y su triunfo, del tango en el teatro uruguayo y las revistas teatrales, cuando el tango llega al disco, la Troupe Ateniense, el origen de los Tangos: Julián, Garufa y A media luz, que también llegó al cine y muchos más temas que son literalmente encantadores.

“Finalmente, el sábado 3 de abril de 1926, en el teatro Albéniz , durante el estreno de Su majestad la revista de Ángel Curotto y César Lenzi con colaboración de Roberto Tálice y música de Edgardo Donato, la chilena Lucy Clory salió a escena a cantar el tango estreno de esa revista: A media luz.

“Corrientes 3, 4, 8,

segundo piso, ascensor.

No hay porteros ni vecinos.

Adentro, cocktail y amor.

Pisito que puso Maple:

piano, estera y velador,

un telefón que contesta,

una victrola que llora

viejos tangos de mi flor

y un gato de porcelana

pa' que no maúlle al amor.

Y todo a media luz,

que es un brujo el amor,

a media luz los besos,

a media luz los dos.

Y todo a media luz

crepúsculo interior.

¡Qué suave terciopelo

la media luz de amor! (...)”.

Y fueron y siempre serán los versos que, como las palabras mágicas para abrir una caja encantada, harán volar el pensamiento hasta el placer de cerrar la puerta en secreta compañía, sin testigos y sin ruidos y lo que vendrá después, el estremecimiento que contagia un crepúsculo interior.

(1) Perrot, Michele. Historia de las alcobas. México: FCE, Ediciones Siruela, 2011.

(2) Mazzoni Rivas, Aldo y Sánchez Piñón, Jorge. De Pocitos a Buenos Aires. De A media luz a Garufa.

(3) Ídem

(4) Op cit.

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