De pesos y bolívares

De pesos y bolívares

"Mientras en Colombia se ven años de estabilidad monetaria en términos inflacionarios, en Venezuela no hay salida y se pronostica un aumento cada vez mayor de los precios"

Por: Santiago Espinosa Moyano
diciembre 19, 2017
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De pesos y bolívares

A principios del mes de noviembre, con gran estupor fue recibido en la sociedad venezolana el nuevo billete de cien mil bolívares, muestra clara del deterioro de la actividad económica y del proceso hiperinflacionario del país bolivariano. Con mayor preocupación veía la opinión del cotidiano colombiano ante tal noticia (recordando que a principios de año empezó a circular el billete de cien mil pesos): ¿qué podemos comentar sobre la moneda venezolana si nuestro peso está más devaluado? Y mayor enfado causa saber que los argumentos para sostener tal afirmación se concentraban en el aumento de la tasa de cambio con respecto al dólar a partir del 2014 y el bajo salario mínimo y el poder de compra del trabajador colombiano, discusiones distintas que, aunque tienen relación, no son la causa de tal “deterioro” de nuestra moneda.

Recordemos que la inflación se define como el aumento generalizado del nivel de precios de una economía, proceso que ocurre a diferentes velocidades por condiciones económicas, políticas y sociales, por lo que no es un misterio entender que el proceso inflacionario de Colombia y Venezuela son radicalmente distintos. Sustentar esta opinión no es difícil si se tienen a la mano los elementos económicos e históricos adecuados. En este texto sintetizo puntos clave para entender la diferencia entre los modelos monetarios de Colombia y Venezuela, aspecto de vital importancia para no caer en errores tontos (de la era de la pos verdad) en especial con el advenimiento de la época electoral.

Aunque ambos billetes de cien mil surgieron a partir del proceso inflacionario de ambas naciones, se podría decir que el origen del billete de cien mil pesos fue “normal”, mientras el billete de cien mil bolívares fue de origen “accidental y necesario”.

El peso colombiano tal como lo conocemos ha estado en toda la época republicana del país. A pesar de que los modelos de política monetaria han sido distintos a lo largo de las décadas, el peso sigue presente en todas las transacciones del país. Por ejemplo, la caracterización del peso en momentos de la fundación del Banco de la República (1923) sigue siendo la misma que la actual, aunque las denominaciones sean distintas producto de la inflación.

El aumento gradual y controlado de los precios es una “señal de vida” en una economía. Si los niveles de inflación anual se encuentran en rangos entre el 2% y el 4%, es previsible una época de estabilidad y crecimiento económico. A pesar de la infinidad de problemas de diversa índole que ha tenido Colombia, el país siempre ha presentado niveles de inflación mínimos si se compara con sus pares latinoamericanos. Colombia nunca ha tenido procesos de hiperinflación como alguna vez los tuvieron Alemania, Bolivia o Venezuela en el caso actual.

Aunque sea una buena señal, la inflación controlada a muy largo plazo tiene sus consecuencias, especialmente en la necesidad de modificar las denominaciones de monedas y billetes. Todavía se escucha de nuestro abuelos la cantidad de artículos que se compraban con un peso; ahora nos preguntamos que podemos comprar con mil pesos.

Ahora bien, el caso del bolívar venezolano es distinto: el peso colombiano ha existido por más de cien años, mientras el bolívar actual surgió en el 2008 con la reconversión monetaria aplicada por el presidente Hugo Chávez, con el cual se cambió del bolívar tradicional al bolívar "fuerte", el que actualmente circula en Venezuela. Sin embargo, debido a las malas prácticas de política monetaria como la emisión masiva de billetes y el deterioro de la capacidad productiva venezolana, en el 2017 se requirió del billete de cien mil bolívares.

A Colombia le tardó casi un siglo hablar de cien mil pesos, Venezuela solo necesitó 9 años para hablar de lo mismo. Gracias a este proceso acelerado de inflación es que pudimos ver por los medios de comunicación el billete de cien bolívares como un papel decorativo más, colgados en los postes de las calles venezolanas como señal de protesta, o vendidos ahora en el transporte público de nuestras ciudades a cualquier cantidad que el interesado quiera dar.

Actualmente la inflación anual en Colombia se encuentra ligeramente por encima del 4% anual, mientras la venezolana ya sobrepasa el 3000% (datos de Ecométrica Venezuela). Claramente Colombia salió de una época de inflación acelerada con la que alcanzamos niveles de 8,97% anual, producto de la desaceleración económica por la caída de los precios del petróleo y los fenómenos climáticos. En Venezuela el proceso ha sido similar, solo que a los choques externos se le ha sumado los malos manejos económicos y el deterioro político producto del desconocimiento de la Asamblea Nacional.

Aunque tener la tasa de cambio como índice de la devaluación y deterioro de una moneda no es de lo más adecuado, si debemos tener en cuenta que este valor es un indicador de cómo  ven una moneda  nacional en el exterior. Es claro que Colombia tuvo un aumento repentino de la tasa de cambio con respecto al dólar desde el 2014, pero desde que llegó a los 3000 pesos por dólar, este valor siempre se ha mantenido cercano a él. Con el Bolívar la situación es distinta, ya que inclusive con el billete de más alta denominación, el de cien mil bolívares, se compra menos de un dólar en el mercado negro.

Todos estos hechos muestran la gran responsabilidad que ha tenido el Banco de la República con el control de precios de nuestro país; a pesar del desprestigio que han tenido algunas instituciones del Estado colombiano, nuestro banco central sigue firme siguiendo una política monetaria prudencial. Esto se lo debemos al mandato de la Constitución de 1991, la cual le brindó al banco el estatus de independencia con respecto a las otras ramas del poder público ordenándole una misión clara: proteger la capacidad adquisitiva de los colombianos.  Su contraparte bolivariana, el Banco Central de Venezuela, no cuenta ni con independencia ni con la autoridad para hacer los cambios que el país necesita, aplicando las mismas políticas para solucionar el problema que ellas mismas causaron: emisión de más billetes (aunque será interesante observar que le ocurre a la nueva criptomoneda venezolana: el Petro).

Mientras en Colombia se ven años de estabilidad monetaria en términos inflacionarios, en Venezuela no hay salida y se pronostica un aumento cada vez mayor de los precios. El billete de cien mil pesos continuará circulando en la economía colombiana mientras el billete de cien mil bolívares quedará en los estantes de coleccionistas.

 

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