ohh ohh, Montoya... ohh ohh, Montoya... (coro de celebración, entre varios tragos de tequila).
...Llega a mi memoria un 31 de octubre de 1999 en el que, con mis compañeros de City TV, celebramos el campeonato de Juan Pablo Montoya en la IndyCar, como la conocimos en Colombia...
Algunos datos para la remembranza:
En esa temporada (1999), con el equipo Target Chip Ganassi Racing, este taxista de las altas pistas se ganó 7 carreras (Long Beach, Nazareth, Río de Janeiro, Cleveland, Lexington, Chicago y Vancouver). Fue el novato del año y sobrepasó en virtudes a experimentados pilotos tales como Dario Franchitti, Helio Castroneves, Gil de Ferrán, Paul Tracy y Michael Andretti, entre otros. Además se consagró como el piloto más joven de la historia, en ganar la categoría. Hizo 6 vueltas rápidas y 7 pole position.
Pues bien... Con esos números, fue imposible no emocionarse. Hasta esos días, lo más cercano a un triunfo en este tipo de certámenes, que yo había vivido, había sido una destacada participación de Roberto José Guerrero en no sé qué carrera.
Hace algunos meses, Montoya dijo en una entrevista en la revista Bocas, que se había convertido en piloto para ser UN PUTAS (sus palabras), y no para ganar torneos. Sin embargo, este tipo nos emocionó con sus triunfos y con sus pasadas de bus de guerra de centavo en Troncal de la Caracas.
La guerra del Centavo, en la que participaron buses de transporte público de todos los olores, colores y sabores, fue una competencia bogotana que se convirtió para mi en el impulso adrenalínico más importante, a la hora de pedirle a mi papá el carro prestado (RENAULT 12 - AZUL AGUAMARINA - PLACA AN 2545), y salir a dar vueltas por las diferentes manzanas del barrio Américas Occidental, en el sur occidente de la capital colombiana; y cuando el recorrido fue más atrevido, y la volada lo permitió, alcancé a recorrer pequeños tramos de la Avenida de Las Américas y la Avenida Boyacá.
Mi mentor, o mejor, mi Chip Ganassi, fue mi primo Ricardo: el tipo más alcahueta y más relajado que he conocido en mi vida; pero también, uno de los más cariñosos y sensatos con los que he tenido contacto.
Cuando mi papá no me prestó a Popeye, porque así bautizaron al carro, pues me tocó decirle a Ricardo que lo pidiera prestado por mi. El man me enseñó a manejar y fue el primero que me lo soltó, sin temores...
Tiempo después, mi papá cambio de modelo y la velocidad aumentó. El turno fue para el Monza de color Rojo, con 5 velocidades adelante, 1800 centímetros cúbicos, dirección hidráulica y vidrios eléctricos. Ahí ya empecé a pisar la chancleta de forma mas recurrente, con más sevicia automovilística y con ganas de convertirme en uno de los mejores conductores de mi grupo de amigos porque todos, a los 16 años, ya manejábamos.
En ese carro me di un totazo que le significó a mi papá un gasto de 450 mil pesos en arreglos (20 de octubre de 1989). El hombre no me habló durante un mes y ese carro no lo volví a tocar hasta pasados 4 meses. Me acuerdo que una vez, en el rojo, me volé a la Zona Rosa, con 500 pesos y sin una gota de gasolina. Ese día, la vida me la salvó Farid, un amigo del colegio al que me encontré en el sector; me prestó plata para tanquear el carro y, en contra prestación, me tocó llevarlo a la casa.
Recordando estos momentos, y volviendo a 2015, me atrevo a decir que Juan Pablo Montoya ha sido y es ídolo de muchos que todavía piensan que manejar en Bogotá, es enfrentarse a un circuito como el de Mónaco; circuito en el que Montoya sobrepasó a Fernando Alonso, en el túnel, y reconfirmó su fama de taxista capitalino.
Y si no es un ídolo, pues pregúntenle a Paulo César Cortés, periodista deportivo, quién es Juan Pablo Montoya ? Él si les sabrá contestar, con pelos y señales, por qué este bogotano de actuales 39 años seguirá siendo lo más valioso del automovilismo chibchombiano.
Y estoy de acuerdo con él...
Montoya lidera, actualmente, la tabla en la Indy, por encima de 4 colombianos más que crecieron viéndolo correr y que, estoy seguro, se animaron a enfrentarse a los óvalos y los circuitos, inspirados por la irreverencia de aquel que en 2001 llegó al equipo Williams, de la Fórmula uno, y siguió siendo el novato del año.
Confieso, en este texto, dos cosas:
La primera, que me emociona seguir a Montoya y su carrera...
A pesar de las salidas en falso que ha tenido, en su profesión o con sus fans, entre otras, sigo pensando en que puede volver a cualquier pista y dar clases de manejo a más de uno. Y la prueba de esto es que está por encima de muchos, que tienen menos años de vida y más habilidades.
La segunda, es que mi papá no tenía ni idea de la volada en el carro Monza, a la Zona Rosa de Bogotá. Sé que, cuando lea este texto, su ceño se fruncirá, carraspeará y dirá en tono de regaño nostálgico:
... Usted no tiene remedio !!!
@HernanLopezAya