En la década del 2000, la modelo Loni Willison se encontraba en la cima de su carrera, era asediada por las pasarelas más destacadas del mundo entre ellas Prada, Gucci, Carolina Herrera y Louis Vuitton. En Hollywood se codeaba con actores y celebridades de la televisión y el cine, en una de las fiestas a las que solía asistir conoció al galán Jeremy Jackson, actor de la popular serie Guardianes de la Bahía. El resto fue historia. Tras dos años de noviazgo se casaron en una romántica velada en Los Angeles pero su cuento de hadas no tendría un final feliz.
Loni Willison conoció el lado oscuro de su esposo cuando empezó a maltratarla físicamente. En una ocasión casi la estrangula. La relación fue tóxica, Loni se refugiaba en la marihuana y el alcohol para evadir la realidad hasta que dos años después el actor decidió pedirle el divorcio e irse a los brazos de otra supermodelo. Loni se alejó de las pasarelas, cámaras, lujos, su familia y carrera. En el 2016, cambió la marihuana por la cocaína y metanfetamina y pronto, sin dinero y sin nadie que la ayudara, la desalojaron del apartamento en el que vivían por no pagar el arriendo y recibos.
Sin alternativa, empezó a vivir en las calles. Por dos años estuvo desaparecida, nadie sabía de su paradero. Aunque su expareja sabía su suerte nunca la ayudó. En el 2018, un reportero por casualidad la encontró deambulando en las calles de Los Ángeles, ya no era el rastro de lo que alguna vez fue, estaba en la total indigencia, buscando comida en los basureros mientras protegía un carro de supermercado en donde llevaba sus pertenencias.
Una vez más, este año se la volvió a topar en la calle y cuando le preguntó por su situación, la exmodelo aseguró que nadie se preocupó realmente por ella.