De nuevo una historia incroyable del país más lobo del planeta: un garrafal error hace que tres embarcaciones, dos artilladas y una administrativa, estén a punto de perderse, al ser descaradamente birladas por la "narcodictadura" (catalogada por los gringos) de "un colombiano que odia a sus compatriotas" (en palabras del investigador tachirense Walter Márquez), costándonos más de seiscientos millones.
Y es que el oso que hacemos ante el mundo no puede ser más grande. Solo a Colombia se le "sueltan" tres lanchas costosas del embarcadero de su Armada, que justo van a parar a Cedeño (estado Bolívar), territorio que en la práctica es enemigo, pudiendo perderse si "Duque no me las solicita formalmente de presidente a presidente", según Nicolás Maduro.
Y es que el hijo de la cucuteña Teresa Moros de Maduro y del ocañero Nicolás Maduro está aplicando aquello de que no hay cuña que más apriete que la del mismo palo al exigir que sea reconocido por nuestro jefe de Estado como el "legítimo presidente de Venezuela", so pena de que si no lo hace se nos quedan con los botes que accidentalmente se fueron a la deriva Meta abajo, pasaron el puerto de El Burro y fueron "rescatadas" por la armada venezolana en el municipio Cedeño.
Y es que a vuelo de pájaro es además de una extorsión, un dilema para Duque. Si las solicita a Maduro estaría dándole la espalda a Washington y reconociendo al "sátrapa" que, en sus propias palabras, domina en Venezuela como el representante legal de la patria de Bolívar. Si no lo hace, ¿va a respondernos a los colombianos por los millones de pesos que valen?
Duque debería sin más demora manifestar su voz de reclamo y acudir a instancias internacionales si el "dictador" no las devuelve inmediatamente al pueblo de Colombia. Al fin y al cabo está probado que fue un error humano de buena fe, empujado por las corrientes del río que las arrastró Venezuela adentro, por cierto cerquísima del límite con Colombia.
Es como si al niño se le mete el balón al solar ajeno y por peleas entre los esposos dueños de la casa receptora se lo roban. Ni el niño debería perder su balón, ni Colombia sus tres elementos flotantes. No al menos dentro de una comunidad internacional seria y coherente.
Definitivamente estas cosas solo pasan en el país de los políticos campeones de la improvisación, los osos, los payasos y los lagartos: todo un circo con mamertos y extremistas en VIP, mientras los ciudadanos de a pie nos sentamos a lo lejos en las tablas.