¿Quién podrá defendernos de Trump, el fascista? ¡Las mujeres!
Kamala Harris aparecía punteando en las encuestas para apoderarse del Colegio Electoral. Aunque sigue liderando la intención de voto a nivel nacional, las lógicas que conducen a la mayoría en tal instancia bien pueden darle el triunfo a Trump. Los modelos de The Economist y de Fivethirtyeight, de un par de semanas para acá, dan como ganador a Trump, aunque advierten que la diferencia se encuentra en el margen de error.
Cuesta trabajo entender cómo un sujeto acusado, entre otros, de 34 cargos relacionados con el pago a la actriz porno Stormy Daniels para silenciarla durante la campaña en 2016, puede gozar de tanta popularidad. Lo más grave ha sido su interferencia en las elecciones de 2020 con el propósito de anular los resultados y su papel en la toma del Congreso el 6 de enero de 2021, verdadero atentado a la democracia gringa.
Mentiroso, racista, ofensivo, machista, superficial, ha repuntado en las encuestas durante las últimas semanas.
La candidata demócrata y antiguos colaboradores de Trump lo tachan de fascista.
¿No será mas bien que hay en los Estados Unidos simpatías latentes por los tiranos?
El escritor Philip Roth (1933-2018) nos da una mano en la ficción.
Su novela, La conjura contra América, presenta un escenario distópico en el que Charles Lindbergh, héroe de la aviación, se convierte en presidente de EE. UU. tras derrotar a Franklin D. Roosevelt en 1940. Su ascenso al poder es acompañado por un resurgimiento del antisemitismo y una política de “América Primero,” que resuena en el discurso actual de Donald Trump.
Ambos líderes, Lindbergh y Trump, comparten una retórica que apela al miedo y la xenofobia. El piloto, famoso por sus opiniones pronazis y su oposición a la intervención en la Segunda Guerra Mundial, utilizó su fama para promover el aislamiento de los Estados Unidos (algo así como “no tenemos por qué involucrarnos en la guerra europea” o sea, dejemos tranquilo a Hitler y la desconfianza hacia las minorías. Hoy se aplicaría el lema de “dejemos actuar a Putin”).
Trump ha capitalizado, con éxito, el temor hacia los inmigrantes y ha fomentado toda suerte de divisiones raciales, presentándose como el salvador que promete proteger a los Estados Unidos de las amenazas externas, incluidas las culturales. Los inmigrantes haitianos devoran mascotas, los venezolanos son del Tren de Aragua y, además, expresidiarios.
La manipulación del miedo es el hilo conductor en ambas narrativas. Lindbergh, en la novela, convenció a muchos estadounidenses de que la guerra era un peligro inminente, mientras que Trump ha utilizado el terrorismo y la inmigración ilegal como justificaciones para aplicar políticas restrictivas. Ambos encuentran apoyo en sectores de la población que sienten que sus valores están amenazados.
La administración Trump apunta a un mayor alejamiento de EE. UU. de los espacios democráticos en América Latina y otras regiones, favoreciendo a líderes autoritarios y debilitando la promoción de la democracia. Hay candidatos para llenar el vacío: China y Rusia.
Trump probablemente reactivará políticas comerciales agresivas, imponiendo aranceles y buscando una mayor concentración de producción en EE. UU., lo que afectará negativamente a las economías latinoamericanas.
La reelección de Trump exacerbará aún más la polarización política dentro de EE. UU. Su capacidad para actuar con autoridad en el ámbito internacional se verá disminuida. Y su retórica alentará movimientos populistas en otras naciones, desafiando el orden democrático global.
Una administración suya intensificará medidas drásticas contra la inmigración.
Roth no solo ofrece una advertencia sobre el ascenso del autoritarismo, sino también un llamado a reflexionar sobre el futuro democrático frente a líderes que buscan dividir y cercenar la democracia.
No pierdo la esperanza de que, en defensa del sistema democrático, con sus imperfecciones, triunfe Kamala. Si es así, será gracias a las mujeres que, parece, la votarán masivamente este 5 de noviembre, para que no se cumpla el presagio de Roth.
Putin ora de rodillas para que gane Trump
La llegada de Trump a la Casa Blanca, por su desprecio por las organizaciones multilaterales y alianzas como la OTAN, será fatal para Europa, especialmente frente a la agresión rusa en Ucrania. Putin ora de rodillas para que gane.
La administración Trump apunta a un mayor alejamiento de EE. UU. de los espacios democráticos en América Latina y otras regiones, favoreciendo a líderes autoritarios y debilitando la promoción de la democracia. Hay candidatos para llenar el vacío: China y Rusia.
Trump probablemente reactivará políticas comerciales agresivas, imponiendo aranceles y buscando una mayor concentración de producción en EE. UU., lo que afectará negativamente a las economías latinoamericanas.
La reelección de Trump exacerbará aún más la polarización política dentro de EE. UU. Su capacidad para actuar con autoridad en el ámbito internacional se verá disminuida. Y su retórica alentará movimientos populistas en otras naciones, desafiando el orden democrático global.
Una administración suya intensificará medidas drásticas contra la inmigración.
Roth no solo ofrece una advertencia sobre el ascenso del autoritarismo, sino también un llamado a reflexionar sobre el futuro democrático frente a líderes que buscan dividir y cercenar la democracia.
No pierdo la esperanza de que, en defensa del sistema democrático, con sus imperfecciones, triunfe Kamala. Si es así, será gracias a las mujeres que, parece, la votarán masivamente este 5 de noviembre, para que no se cumpla el presagio de Roth.
