Antioquia se caracteriza por ser industrializada, pujante, rodeada de bellos paisajes y, por supuesto, regionalista como ningún otro territorio del país. Lo anterior resulta un halago, pues en principio nada negativo debe resultar de querer la región a la que se pertenece. Días atrás me dirigía a la Universidad de Antioquia en un taxi, el conductor exclamó lo siguiente: “Antioquia es la Cataluña de Colombia”. En ese momento la radio daba las noticias de los problemas secesionistas de España. Entretanto, no supe si la frase derivaba en un elogio o en un adefesio de las ínfulas independentistas de algunos habitantes del Valle de Aburra. En todo caso, que igualen un territorio con otro tan exitoso y próspero como el catalán solo puede ser positivo (salvaguardando las evidentes diferencias).
El fondo de la cuestión es que a veces una idea noble puede degenerar en la creación de sentimientos opuestos que confrontan a miembros de una sociedad. La independencia tiene dos caras, la primera es dulce y supone la libre determinación de los pueblos; la segunda, por el contrario, es agria, ya que busca imponerse a la fuerza o a través del ocultismo sobre aquella parte de la población que es unionista, en ocasiones superior en tamaño a la separatista y que cuando es así algunos la catalogan como “la mayoría silenciosa”, aquí se podría suponer que aparece “la libre determinación de unos pocos sobre los pueblos”. A razón de estos factores, donde la actual coyuntura española se encuentra en boca de todos con el proceso separatista catalán, me ha resultado inevitable confrontar tal situación con el sentimiento republicano antioqueño, planteándome la siguiente inquietud: ¿en qué aspectos Cataluña no es la “República de Antioquia”?
Lo primero que se me ocurre es observar la posición geográfica de ambos territorios dentro de los países que sufrirían la secesión, es decir: España y Colombia; en primer lugar, Cataluña tiene fronteras con otros países colindando al norte con Francia y con el principado de Andorra, la parte oriental es un balcón de lujo frente al Mediterráneo, mientras que el sur y el occidente estarían rodeados de territorio español, si España fuera un hombre la totalidad de su brazo izquierdo sería Cataluña; Antioquia por su parte es prácticamente un enclave, donde la única salida sin pasar por Colombia sería a través del golfo de Urabá, en todo lo demás cada centímetro del departamento está rodeado por el dulce aroma del café colombiano, sería literalmente una nación dentro de otra, por este motivo creo que algunos de los pocos independentistas que aparecen en las redes sociales exponen la foto de Antioquia con el Chocó, como si juntos fueran “la nueva república” y eliminando de tajo el miedo al enclave, pero la realidad muestra otro panorama y dice que Chocó ganó la última divergencia al quedarse con Belén de Bajirá, la realidad también dice que los chocoanos no quieren ser gobernados por antioqueños.
Retomemos el caso Cataluña, dicho territorio cuenta con lengua propia: el catalán, siendo también oficial el castellano y el aranés, este último más por cuestiones técnicas que prácticas ya que solo un pequeño reducto de los catalanes lo habla. En síntesis, los catalanes como mínimo son bilingües y aunque todos saben castellano, pareciera que están creados con una configuración predeterminada donde el catalán es su primer idioma, es tan marcada la diferencia que rara vez un catalán tiene un nombre en español, en vez de Juan aparece Joan, a los José los nombran Josep y les dicen “Pep” así como a Guardiola el técnico de fútbol y por ultimo aparece Jorge, es decir, Jordi, el nombre catalán más popular; el antioqueño no cuenta con una lengua propia de uso exclusivo y expandida por el territorio departamental que la diferencie, a nivel de idiomas, con el resto de Colombia, lo cual resulta un inconveniente vital en la cultura identitaria de una nueva nación y en las aspiraciones separatistas de cualquier región; sin embargo, tenemos el “voseo” y el “pueseo”, por lo demás, la diferencia se limita a una cuestión de simple acento, así como lo hacen santandereanos, costeños, vallunos y bogotanos; en cuanto a los nombres reina la ausencia absoluta de identidad, pero tal circunstancia no es una cuestión ligada a lo antioqueño sino al "folclor" colombiano, mejor dicho, el país entero sufre dos síndromes: primero, el del “mal copiado – mal pegado” de nombres vistos en películas norteamericanas y, segundo, el terrorífico síndrome de nombres armados y compuestos, seguramente usted conoce o ha escuchado de algún Estiven o de Jazmín y, como no, del hijo de don Jerónimo y doña Sonia: Jerson.
El sentimiento regionalista en Antioquia ha sido utilizado por algunos grupos; el primero, pretende que Antioquia funcione bajo la figura del federalismo, puesto que permite un mayor grado de autonomía y control de los recursos, al ser federal se reconoce la pertenencia a Colombia; el segundo, contempla que la mejor opción es abogar por separarse de Colombia y por tanto crear una nueva república latinoamericana (un nuevo dolor para la región de las venas abiertas) y; el tercero, es el grupo conformado por la mayoría, que siente la antioqueñidad como un elemento propio y a su vez también perteneciente a Colombia. En Cataluña las posturas son parecidas, pero presentan conflictos debido al excesivo activismo independentista, a tal punto, que logró fracturar a la sociedad catalana; muy distinto es el activismo independentista en Antioquia que se reconoce por ser reducido, deficiente, carente de argumentos irrefutables, pero que continua vivo, latente y somos conscientes de que “ahí está”. En Cataluña, identifican muy fácil el “que no somos” y por eso una cantidad notable no se considera española sino perteneciente a una nación distinta, mientras que en toda Colombia por más diferentes que podamos ser, son más las similitudes que resaltan a primera vista, a modo de ejemplo, piense cuando un extranjero comparte con un caleño, un paisa o un rolo y sus ojos solo ven colombianos.
La independencia es la máxima muestra determinante de un pueblo, pero, ¿hasta qué punto la independencia obedece a la libre determinación de un pueblo o al interés de algunos cuantos? Lo cierto, es que implica una transformación y, en la mayoría de los eventos, se debe a los intereses económicos que hayan de por medio. A lo largo de la historia se encuentran casos como el catalán, que cuentan con los requisitos mínimos de viabilidad y con el tiempo pueden ser exitosos, un desastre o un simple absurdo. El caso antioqueño simplemente no tiene el apoyo siquiera significativo, por lo que a modo de conclusión, viene a ser mucho mejor el inagotable e incansable esfuerzo que nos une a los colombianos en trabajar unidos por el crecimiento del país y todas sus regiones. Bastante dolor ha generado que los nicaragüenses quieran apropiarse de San Andrés, como para pensar que un territorio sea partidario de la ruptura con Colombia, nuestra Colombia.