“No se plantan semillas de comida, se plantan semillas de bondades. Traten de hacer un círculo de bondades, estas los rodearán y los harán crecer más y más” (Irena Sendler).
Después de una conversación sostenida con un grupo de personas en un encuentro virtual sobre lo que nos ha dejado COVID-19, llegamos a la conclusión de la importancia que tienen varios de los ejercicios que el movimiento social de mujeres del municipio de Santa Fe de Antioquia ha propuesto para enfrentar las difíciles condiciones económicas que viven a diario quienes responden por las necesidades básicas de sus hogares desde mucho antes de la cuarentena.
Queremos que las iniciativas como el trueque sororo, la redvolución del consumo y las huertas caseras urbanas trasciendan y se conviertan en unas experiencias para replicar entre la comunidad. A continuación una breve reseña de cada una de ellas.
Trueque sororo: la iniciativa más antigua de la Mesa de los Asuntos de las Mujeres entre las que vamos a reseñar. Esta propuesta busca retornar a una práctica ancestral a través de la cual los primeros asentamientos humanos obtenían aquello de lo que escaseaban en sus territorios; todo lo que se pretendía poner como objeto de trueque carecía de un valor comercial pues lo que movía en tales casos el intercambio era la necesidad de ese producto que la otra tribu tenía, que la nuestra le faltaba. En muchos lugares movimientos comunitarios de mujeres y otros, han vuelto a este ejercicio como un modo de hacerle frente a sus carencias.
Por estos lados, desde hace más de 2 años las mujeres venimos haciendo la práctica del trueque como una estrategia para generar relaciones distintas entre nosotras, ya que el sistema nos ha socializado para vernos como rivales, y parte del empoderamiento femenino busca transformar esta práctica nociva y discriminatoria que a veces es más fuerte que el deseo de ayudarnos como género. Es un recurso que se ha adoptado para este fin, pero también como un medio para aprender a relacionarnos distintos con las cosas y las demás personas que hacen parte de la vida. La invitación directa va hacia las mujeres, pero los hombres no han sido excluidos de este ejercicio, pues sentimos una profunda claridad de que también con ellos hay que crear relaciones de hermandad, solidaridad y respeto, todo lo que significa la sororidad; muchos se han hecho parte y han dejado un pedacito de su corazón en este importante quehacer que busca generar relaciones igualitarias entre mujeres, y entre hombres y mujeres.
Genial por estas épocas entender que aquello que en mi familia sobra o es posible conseguir con facilidad (mangos, tamarindo, limones, etc.) puede hacerle falta a otra. Estamos orgullosas al ver cómo varias personas han empezado a hacer sus intercambios a través de los grupos de WhatsApp que lidera la mesa de mujeres, resultando ser intercambios efectivos y satisfactorios para quién los hace. Extendemos la invitación para que muchas personas se unan a esta propuesta.
Redvolución del consumo: otra idea simple, pero transformadora. Estamos seguras de lo significativo que ha sido para muchas personas dar a conocer los productos y servicios que presentan a través del grupo de WhatsApp creado en septiembre del 2018, del mismo nombre, del cual hacen parte en la actualidad más de 160 personas que ofrecen o compran productos y servicios de origen local, con el interés principal de poder brindarnos apoyo y de poner a circular el dinero entre quienes habitan el territorio e incluso, municipios cercanos. Aquí otra posible alternativa de mitigación de los efectos de la actual crisis.
Es una experiencia que ha facilitado muchos logros y aprendizajes, resaltamos algunos mencionados por sus integrantes:
- Visibilización de emprendimientos urbanos y rurales.
- Estímulo a la producción campesina.
- Apoyo a emprendimientos.
- Productos de calidad y a buen precio.
- Ahorro de tiempo y dinero.
- Descubrimiento de nuevos talentos, servicios, productos.
- Dinamización la economía local, haciendo que el dinero circule localmente.
- Comprensión de la lógica de que si el otro tiene ingresos, tiene también capacidad de consumo; así, protegiendo la economía local, protegemos nuestro propio bolsillo.
- Compra directa, sin intermediarios.
- Valoración de productos locales como más ricos y de mejor calidad.
- El consumo local ayuda a reducir la huella de carbono, por tanto al medio ambiente.
- Con el consumo local, evitamos que más gente se vaya a vivir a la ciudad, porque cuando tenemos los medios para vivir, hay bienestar y valoramos lo que nos ofrece el territorio, sin añorar las oportunidades de la selva de cemento.
- Fortalece la solidaridad en comunidad, y en tiempos como este, la solidaridad es la solución a muchos problemas.
- Por último, en épocas de cuarentena, debemos evitar contactos con externos y desplazamientos fuera del municipio. Nuestros campesinos pueden abastecernos, sin necesidad de regalar lo que a ellos les ha costado tanto producir. Volvamos la mirada a nuestro campo, a nuestra producción rural; allí reside la soberanía y seguridad alimentaria y nutricional, a comprarles a ellos.
Desde el 26 de abril de 2020 se cuenta también con un grupo en Facebook que permite ampliar el espectro y el radio de acción de este movimiento. De esta manera venimos sensibilizando desde hace más de un año y medio, trabajando para que la Redvolución del Consumo se convierte en ejemplo para quienes deseen hacerse parte de esta propuesta y potenciarla, así como la tomamos algún día de otro lugar, la hicimos propia y la transmitimos cada día a otras personas y organizaciones. Todos caben en ella.
Huertas caseras urbanas: En muchos lugares del mundo (como por ejemplo Londres) en los jardines públicos, se han reemplazado las plantas ornamentales por otras comestibles. El movimiento de huertas se ha adoptado también en Colombia, en Antioquia (en Medellín existe un gran colectivo de huerteros urbanos) y también en nuestro propio municipio, principalmente en la zona rural en donde encontramos familias que a partir de la siembra, más allá del monocultivo del café, han logrado abastecerse por muchos años de alimentos básicos de su tierra..
Durante el 2019 en alianza con algunas instituciones, entre las que resaltamos a la Corporación Repiensa, la Administración Municipal de Santa Fe de Antioquia, la Caja de Compensación Comfenalco con su programa Gestación a 2 años, el Hogar Juvenil Campesino y la Asociación Asolaureles, se realizó un proceso de formación-acción en huertas caseras urbanas y empoderamiento femenino como una estrategia de seguridad alimentaria que consiguió poner a las mujeres en un lugar distinto frente a las relaciones familiares desde el reconocimiento de sus derechos y el poder de la agricultura.
Varias de esas familias ya habían tenido contacto con la siembra, pero por distintas razones habían abandonado la práctica;, otras jamás habían tocado la Tierra y a partir de la propuesta formativa probaron recetas con productos sembrados y cosechados por sus propias manos. Sabemos que no todas las personas nacemos para el agro, menos en una sociedad que frecuentemente menosprecian los productos del campo, aquello que viene de la Tierra y que nos mantiene en pie, saludables, con la energía suficiente para trabajar y ganarnos la vida con esas tareas urbanas frente al computador o detrás de la vitrina. Sin embargo, les invitamos a reconsiderar las posibilidades que tenemos desde la agricultura para buscar ahorro, empoderamiento y soluciones reales a problemas actuales. Cualquier lugar es bueno para sembrar, si se cuenta con creatividad (o internet), sol y agua.
Las pequeñas revoluciones como camino
Estas son 3 provocaciones que a veces han tenido más rostro de lucha, de remos en contra de la corriente para hacer creer a los escépticos que otras formas de vida y consumo son posibles. Pero pareciera como si por fin nos encontráramos frente al momento justo que nos permite entender que las pequeñas revoluciones son el camino. No esas que se hace con las armas, sino esas que se hace con las maneras cotidianas de vivir, esas que se hacen posibles con la sostenibilidad, con las personas que dejan de esperar que todo se lo resuelvan para buscar sus propias soluciones; que se repiensan permanentemente, desaprenden prácticas perjudiciales y luego aprenden aquello que es indispensable para su bienestar y evolución; esas pequeñas revoluciones que se hace con la valoración de lo que el otro produce que a su vez da valor a lo que yo produzco; esas revoluciones que reconocen que no hay que tener ganancias en el método de la explotación bajo ninguna circunstancia.
En este tiempo cobran más sentido que nunca esas hermosas palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano "Mucha gente pequeña en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden transformar el mundo". Quizá llegó el tiempo de la revolución de las pequeñas cosas a la que tanto nos invitó este hombre con corazón de poeta. El movimiento social de mujeres de Santa Fe de Antioquia les invita a ser parte de estas pequeñas revoluciones como caminos de transformación de realidades personales, familiares, comunitarias y sociales. Les invitamos a hacerse parte de la transformación del mundo.