“Después de escalar una gran colina, uno se encuentra solo con que hay muchas más colinas que escalar” —Nelson Mandela.
La carrera para ocupar cargos de elección popular es corta, llena de recovecos, de obstáculos de dificultades, de retos, de posibilidades. Es una apuesta que genera riesgos, que pone en el escenario del debate una alternativa, que expone a la vida pública a personajes en medio de sus propósitos y anhelos, de sus compromisos e intereses diversos.
Toda encuesta en ese contexto es polémica. Enseguida es divulgada por el que encabeza la fuga en bidón y rechazada por el rezagado en el pelotón, como es obvio en las contradicciones propias de un debate de estas características, el que, de manera paradójica, se da entre dos bloques que encarnan la continuidad o el cambio en el departamento y están en las mismas condiciones, a la inversa, en la ciudad capital. Además de que alerta sobre eventuales, y muchas veces, acostumbrados "chocorazos" o efectos del viejo aforismo del que escruta elige y demás riesgos electorales o que este sprint, pone también cáscaras de somníferos para el activismo y cortapisas en el triunfalismo, induce al elector y a otros les hace subirse al caballito de la victoria. No obstante, esta reciente encuesta de Cifras & Conceptos refleja una tendencia a seguir, que se debe consolidar a boca de urna, con organización, logística y rigor, el día del certamen electoral.
Falta poco más de un mes para que se celebre el día de las elecciones, más allá de subrayar los guarismos electorales del pasado y la picada en punta a fuego de los candidatos, es necesario revisar y proyectar las necesidades, anhelos y prioridades de la gente, para la toma de decisiones, la inversión social y las políticas públicas, en el Magdalena y Santa Marta en los próximos años, en el contexto de un departamento, con sobradas razones para pensar en el cambio de perspectiva en las formas del quehacer político y de gobernar el territorio; orientada más al desarrollo humano sostenible, a la profundización de la democracia, a la justicia e inclusión social y a la construcción colectiva de la paz y la reconciliación.
Este departamento, en la mencionada encuesta muestra que las mayores preocupaciones de la gente para el próximo gobierno son que se luche contra la inseguridad (69%), y la corrupción (46%); que se trabaje contra la drogadicción ( 28%), así como, entre otros, se priorice, la migración venezolana (27%) y la movilidad en la ciudad (19%); que piensa que el departamento no ofrece oportunidades de empleo a su ciudadanía (67%) o servicios públicos en salud, educación, seguridad alimentaria ni ambiente seguro; que ninguno de los líderes políticos supera la mitad del porcentaje en favorabilidad; y que, en general, evalúa como mala la gestión pública en el departamento y en ese sentido, considera la mayoría que su enfoque de gobierno, si pudiera hacerlo, sería en su orden, mejorar la salud, la educación, generar empleo y potenciar los servicios públicos. No sobra recordar, también, que, según cifras oficiales está el departamento de 18 entre 26 en el Índice departamental de competitividad; con una tasa de Alfabetización menor o igual a 92%, PIB Per cápita 8,8 versus nacional 17,7; con informalidad laboral de 75.2 y un desempleo juvenil de 15%; con un GINI de 0,485; que su vocación turística, de comercio y agroindustria, es limitada a pocos productos y servicios y que la industria manufacturera solo llega al 3,6 y la economía naranja al 2,6%; que el ingreso promedio de los ocupados se acerca a $718.000 pesos frente a $1.016.000 en lo nacional; que cuenta en Pobreza extrema con el 16.2%, es decir, el doble del porcentaje nacional, que está en 7,4% y pobreza monetaria de 46,6%; con NBI de 47,6% pero que el porcentaje varía en las subregiones, por ejemplo, en Santa Marta con 29,03%, en Ciénaga, en la Subregión Norte, con 43.81%, en la Subregión Río, en Pivijay, con 47,56%, en Plato, en el centro, con 63,61 y la más grave en Pijiño del Carmen, en el Sur, con 83,16%.
La gente en la encuesta se pronunció con esperanza, en medio de un mar, valga la redundancia, de desesperanza. Ojalá quien lidere estas elecciones históricas tenga en cuenta estas prioridades para que cuando gobierne deje a un lado sus intereses de clase u opere como élite, sino que se centre en un proceso político colectivo de transformación, con base en las necesidades reales de la gente; que busque aliados desde la institucionalidad pública y demás actores claves de la población y el territorio, para que desde un enfoque de gobernanza, fundamentado en el programa puesto a consideración de las mayorías, logre acuerdos basados en el diálogo social y en la participación ciudadana, con propósitos comunes y acciones realizables, para cumplir el mandato ciudadano democrático y consecuente con el progreso para el departamento y ciudad capital. Aún se puede. La ciudadanía decide.