“No pasaran”, fue una de las tantas frases que conformaron el interesante y cuestionable discurso pronunciado por “los petristas”, personajes quienes en medio de la indignación suscitada por la destitución efectiva del ex alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, decidieron congregarse al interior de la plaza de Bolivar y realizar una masiva tutelatón para apoyar al ex mandatario de la capital, logrando con ello, una amplia visibilidad que sedujo a muchos y desconcertó a otros, debido a la vehemencia de sus acciones para proteger al ídolo del pueblo, pero también su falta de perseverancia para continuar expresándose en contra de los atropellos que afectan al país.
Es bien sabido, que la protesta y la tutela son mecanismos de defensa y de inconformidad frente a las determinaciones que promulgan los gobernantes en el ejercicio del poder que se les ha concedido, pero es que acaso, ¿La protesta consecutiva debe funcionar sólo en algunas situaciones? ¿Dónde queda la “indignación” a viva voz, de muchos frente al miserable aumento del salario mínimo? ¿Por qué no seguir manifestándonos con ahínco en las calles, en contra del pésimo sistema de salud del que somos víctimas? ¿Es que somos abiertamente indignados para evitar la destitución de un mandatario, pero no para originar un cambio real en nuestra sociedad? No menciono en los anteriores cuestionamientos, a elementos tan imprescindibles como la acción de tutela, dado que según la Defensoría del pueblo, en lo que respecta al sistema de salud en el 2013, se interpusieron 56 mil tutelas, de las cuales 184 fueron desacatadas en el primer trimestre del año.
Sin embargo, vale recordar que en favor del mandato de Gustavo Petro, se instauraron 800 tutelas, lo que para algunos juristas, se consideró un abuso de la ciudadanía al recurso de protección de derechos, debido a que según ellos, los fines políticos deforman los propósitos fundamentales del mencionado mecanismo de defensa. Particularmente, considero que la tutela debe ser válida para ambos casos, pero así como continuo defendiendo a la tutelatón , también la repruebo, ya que la celeridad con la que actuó el pueblo en el caso de Petro, fue sorprendente, puesto que la ciudadanía no sólo se manifestó mediante mensajes y marchas de apoyo consecutivos, sino que con entereza interpuso acciones de tutela, esas mismas que en otros casos son aprobadas y desacatadas, al no existir en los colombianos la suficiente firmeza para hacer cumplir este importante recurso ante las entidades y personas corruptas que se burlan de nosotros.
Todo esto, nos permite adoptar una mirada crítica frente a la pasividad que aflige a la ciudadanía, en relación a temas tan delicados, como lo son la corrupción (puesto 94 de percepción a nivel mundial, entre 177 naciones en 2013), la pobreza (índice de pobreza a nivel nacional de 32,2%. y de pobreza extrema de 10,1%). y la violación a los derechos humanos (índice de desplazamiento en Colombia de 5 millones y 220.000 muertes desde 1958), en comparación a la vehemente actividad adelantada de los petristas, quienes al unísono proclamaron incansablemente, “nuestro voto se respeta”, pero se fatigan de gritar “nuestro derecho a la salud se respeta”, “nuestros recursos se respetan”, “nuestra vida se respeta” y “abajo la corrupción”.
Amalín Martínez
@amitadejasmita