El desespero por cumplir metas estadísticas, sin considerar la realidad que hoy vive el mundo, está llevando a rectores de la educación básica, media y universitaria, al igual que lo viene haciendo el Sena, a someter todos los procesos de formación a unas formas virtuales, carentes de metodología, que por los efectos que está teniendo lo que menos conseguirá son resultados de aprendizaje ni apropiación del conocimiento en nuestros niños y jóvenes estudiantes de la educación formal y aprendices de la formación profesional.
En las casas donde vive un docente, un instructor y si es vinculado por contrato, peor aún, somos testigos de la cantidad de tiempo, que supera las jornadas laborales ordinarias, que ellos vienen ocupando en llenar formatos improvisados, en amontonar de tareas que no tendrán efectos reales, tal vez en ninguno de sus estudiantes y aprendices, porque muy seguramente estos se van a limitar cumplir con tareas e copie y pegue o de realización mecánica de unos cuantos ejercicios, dependiendo de las disciplinas a las que deben responder.
Por otra parte quienes convivimos con niños, que hoy no están en el espacio natural de sus escuelas y colegios, que no comparten la presencia de sus compañeros y maestros, solamente vemos personitas estresadas y malhumoradas por un cúmulo de actividades, a las que no le encuentran sentido, generándose en ellos muy posiblemente aversión a estos remedos de investigación, que solo los obliga a navegar, copiar y pegar.
Y en el caso de la formación profesional, jóvenes que no entienden cómo las dinámicas teórico prácticas que ellos esperan en un ambiente de formación adecuado como son aulas, talleres, granjas, hoy se pretenden cambiar por un mecanismo que solo representa ocupación inútil de sus tiempos.
Entendamos de una vez, que esta es una situación atípica, que su salida no puede llevarnos al horror de pretender salvar las estadísticas por encima de salvar la educación real de nuestras jóvenes generaciones.
Entendamos que la pandemia nos debe llevar a revaluar calendarios, a cambiar las frías e irracionales metas estadísticas que terminan confundiendo número de estudiantes y aprendices por números, como si se tratara de la fabricación de ladrillos o cualquier otro producto material
Entendamos también que las plantas laborales y de contratistas, tampoco deben asumir las consecuencias que traería la no realización de actividades, solamente para justificar un cobro de sueldos y honorarios. Todo se puede reprogramar en el mundo de la educación, para que nuestros estudiantes y aprendices apropien conocimiento y no sean solamente las frías estadísticas que salvan las metas de planes de desarrollo, construidos para otra realidad diferente a la que hoy estamos viviendo.
Las organizaciones de los profesores e instructores están llamadas a pronunciarse enérgicamente en defensa de la educación, del bienestar de maestros, instructores, estudiantes y aprendices, para que se suspenda ya la formación fundamentada en un espantoso fetichismo por la tecnología, que mal empleada solamente deshumaniza todo proceso educativo.