“Cuando algo va mal, podemos dar fe de nuestra devoción a la causa, asumiendo con prontitud la responsabilidad por el fracaso, salvando con ello la pureza del propio proyecto revolucionario” —S. Zizek.
El pasado 29 de agosto de 2019, Iván Márquez, Jesús Santrich y otros comandantes de las Farc relanzaron la lucha armada en Colombia mediante un video donde anunciaron esa decisión. Su manifiesto es creíble si se tiene en cuenta la historia de lucha de los principales comandantes que participaron de ese acto.
Cuando algo va mal… (es porque la oligarquía y el imperio no cumplieron, pero se olvida que el pueblo tampoco se movilizó en apoyo a su proyecto).
… podemos dar fe de nuestra devoción a la causa… (causa que es hacerle la revolución al desvalido e ignorante pueblo).
… asumiendo con prontitud la responsabilidad por el fracaso… (Iván Márquez había dicho que no debían haber entregado las armas y se hizo “responsable” de ello).
… salvando con ello la pureza del propio proyecto revolucionario (ahora se entra en la fase del sacrificio, de la inmolación, que ya había anunciado Santrich desde la cárcel).
Sabíamos que la oligarquía y el imperio no iban a cumplir, el problema es que existió entre la dirigencia fariana la ilusión de que sí lo harían (esa ingenuidad es muy difícil de reconocer y explicar).
Sabíamos que la mayoría del pueblo los rechazaba, no solo por el trabajo ideológico de sus enemigos, sino por los graves crímenes cometidos en la fase de la degradación de la guerra (es muy difícil reconocer con seriedad la causa de esa degradación, porque implica —allí sí— asumir una responsabilidad concreta, no tanto por los crímenes en sí mismos, sino por los errores de tipo estratégico cometidos en ese proceso que son la causa de la “instrumentalización” imperial y oligárquica).
Es una experiencia de la cual debemos aprender todos. Hay una especie de “devoción” en toda esta historia. Sigue la lógica del “pecado original”: es mejor que yo sea completamente culpable antes de que la “causa revolucionaria” (la entrega total, el sacrificio, la inmolación, el suicidio) sea puesta en entredicho. “Prefiero morir a reconocer que estaba equivocado, no tanto en la meta (la justicia social) sino en la forma en que luché por ella”.
Por ello, se oculta la verdadera causa de la derrota. No es otra que asumir la “revolución” como si fuera la tarea de unos pocos “héroes” (salvadores supremos), o sea, con la concepción “cristiana” y religiosa que es la que predomina en el ELN desde su fundación y en casi toda la “izquierda revolucionaria” de América Latina.
El problema tampoco es resuelto por los otros dirigentes de las Farc, que se suman a la lucha electoral y legal sin la más mínima crítica a su comportamiento anterior, que fue impulsar la lucha armada de unos pocos, sin construir base social permanente. Esa lucha armada fue “instrumentalizada” por el imperio y la oligarquía y, hasta ahora, no se conoce un balance crítico de ese proceso por parte de sus protagonistas.
Y la misma actitud de “liberadores supremos” predomina en casi todos los dirigentes de izquierda, progresistas y demócratas, que creen que con “hacerse elegir” y llegar a la administración del Estado van a resolverle los problemas al pueblo.
Y por allí seguimos… cambiando de camiseta y de rótulo, pero en las mismas de siempre.