De la redacción de los comunicadores sociales colombianos

De la redacción de los comunicadores sociales colombianos

¿De dónde sale tanto cliché en las notas que publican los medios? ¿Acaso los profesionales de esta rama se basan en el manual de los lugares comunes para escribir?

Por: Orlando Gaviria Giraldo
septiembre 02, 2019
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De la redacción de los comunicadores sociales colombianos
Foto: Pixabay

Según entiendo, para graduarse de comunicador social en Colombia se debe estudiar durante cinco años, más o menos. En la Universidad de La Sabana, por ejemplo, la carrera Comunicación Social y Periodismo se estudia en nueve semestres, cada uno por un valor de $11 500 000. En otras universidades igual de prestigiosas los costos y tiempo de duración son similares.

Durante casi un quinquenio los periodistas colombianos asisten a clases y aprenden cómo redactar de manera correcta, precisa y coherente. Sin embargo, algunos inefables comunicadores sociales, no se sabe si por pereza o porque conforman una especie de cofradía, han decidido, supongo, crear y basarse en el manual del cliché o lugar común para escribir sus notas. Miremos.

En Colombia ya no existen los revólveres o las pistolas, todas fueron reemplazadas por las “armas de corto alcance”; que tienen como primas al “petardo de regular poder”. Con las armas de corto alcance muchas personas han sido “ultimadas a tiros”, a “quemarropa” o a “sangre fría”, y siempre les dispararon “sin mediar palabra” (¿Acaso deberían los sicarios ser más educados y decirles a sus víctimas: “Buenas tardes, señor, ¿cómo va todo? Prepárese, porque vengo a matarlo. Disculpará la molestia) ¿La causa de la agresión?: Un “ajuste de cuentas”. Estas armas y petardos, usadas en muchas ocasiones por los “actores del conflicto”, son generadoras de la “ola de violencia que vive el país”, que no hace muchos años vivía en “tensa calma”.

Y a propósito de violencia, precisamente el mes pasado, varios periodistas que transmitían “desde el lugar de los hechos” dieron cuenta de que en un “paraje apartado” (no se sabe apartado de dónde), en un “hecho sin precedentes”, varias personas de “edad avanzada” aparecieron decapitadas. Agregaron los comunicadores que el “execrable crimen” fue denunciado por los vecinos del sector, que narraron con pelos y señales los “dramáticos momentos” que vivieron al “percatarse de lo sucedido”. La Fiscalía “baraja la hipótesis” (aunque la lógica nos dice que una sola hipótesis no se puede barajar) de qué se trata de una “secta satánica” (aunque todos sabemos que Satán no existe). La “Iglesia” (no se sabe cuál de las más de 3000 mil registradas en Colombia) se pronunció al respecto y dijo que ese era un “hecho sumamente negativo para el país”, que desde hace rato ha “perdido los valores” (cristianos, supongo). Días después el Fiscal, que desde hace rato “sostiene un pulso” con la prensa por el supuesto favorecimiento a una contratista de apellido alemán, “rompió su silencio” y dijo que ya se estaba adelantando una “exhaustiva investigación” para dar con los responsables del hecho, y que las “labores de inteligencia” van por “buen camino”.

Lo que no han podido lograr nunca los políticos del país lo consiguieron en un "santiamén" los periodistas: acabar con los pobres, que ya no son tal, son “personas de escasos recursos”. De igual manera, no hay en el país accidentes graves, todos son “aparatosos”, ocasionados, generalmente, por personas en “alto estado de alicoramiento”. Los incendios también llegaron a su fin, ahora son una “conflagración”.  Los políticos ya no pierden elecciones, sufren “duros reveses”. En los procesos judiciales siempre hay una “prueba reina”, aunque jamás se lleve a cabo concurso alguno ni muchos menos se formule la pregunta corchadora del jurado; además, tampoco hay prueba virreina ni pruebas princesas. Todas estas expresiones que he entrecomillado ya están “mandadas a recoger”, pero no se sabe quién es la persona encargada de esa misión. 

Y no hago alusión a los clichés que usan los narradores deportivos criollos porque de hacerlo habría que escribir una Biblia u otro Libro Gordo de Petete.  

Imagino que yo, que no soy un comunicador social ni nada por el estilo, también yerro a la hora de redactar. Si es así, ofrezco excusas. De todos modos, sé que por esta nota no merezco el “aplauso del respetable”.  

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