El pasado mes de mayo, luego de alrededor de dos meses de confinamiento, la bancada de congresistas de la oposición presentó una propuesta de renta básica para los hogares mas vulnerables del país. La iniciativa consistía es beneficiar durante tres meses con un salario mínimo a un poco mas de treinta y cuatro millones de colombianos.
De hecho, respetadas fuentes académicas han hecho juiciosos análisis en torno a lo importante que sería para un país tan desigual como Colombia implementar una renta básica: “[...] las personas económicamente más vulnerables podrán recibir un subsidio monetario que los mantenga por encima de la línea de pobreza o el nivel de ingreso elegido, que todo el mundo siempre tenga incentivos para trabajar y ganar más, y que las personas de más altos ingresos no reciban subsidios del Estado” (Observatorio Fiscal de la Pontificia Universidad Javeriana).
Con eso en mente, la renta básica universal posibilitaría el fortalecimiento eficiente de la economía, ya que al permitir a los hogares tener más y mejores ingresos, esto automáticamente se traduce en más y mejor consumo, apuntando además a la anhelada meta de toda política económica: el mejoramiento de la calidad de vida (que dejaría de ser una utopía).
Sin embargo, el pasado 20 de junio los senadores de la comisión tercera decidieron entorpecer el trámite y el proyecto se hundió por falta de trámite. Lo dejaron para la próxima legislatura, que comienza el 20 de julio, como si los colombianos no estuviéramos en una situación lo suficientemente precaria en este momento.
Y es que la crisis económica del país ha tocado fondo. Taxistas, trabajadores independientes, trabajadores informales hacen parte de la gran lista de colombianos que no puede acceder a ningún subsidio. La crisis por la cuarentena está haciendo tanto daño que se han presentado varios casos de suicidio y además abusos policiales a la gente que sale a trabajar intentando ganar dinero para sobrevivir.
La renta básica universal no le interesa a los congresistas que hacen parte de la coalición del gobierno de Iván Duque porque les quitaría una de sus principales herramientas de elección. Y es que es bien sabido que programas como Familias en acción y Jóvenes en acción se han convertido en instrumentos para perpetuar el dominio de las casas políticas sobre las votaciones de los mas vulnerables.
Los caciques políticos piden los votos a cambio de incluir a sus “fieles votantes” en estos programas y de esta manera amarran los votos y construyen su clientela política con los recursos del Estado. La renta básica universal les quitaría ese poder, ya que al ser universal no habrían listas, caciques o favores. Además, se eliminaría la burocracia del Estado, construída para el manejo de estos programas asistenciales, que solo garantizan el mantenimiento de la pobreza y la inequidad.
Por otra parte, la miseria genera un sinnúmero de problemas: atracos, prostitución, tráfico y demás (como ya sabemos, el discurso de la pena privativa no ha podido ni tendrá ninguna incidencia en la disminución de las tasas de incidencia delictiva). Y solo estamos hablando de la situación en los conglomerados urbanos. Ni qué hablar de las zonas rurales en donde la precariedad y la vulnerabilidad son aún mayores: ni médicos, ni escuelas, ni acueductos... y donde hay campesinos que, a pesar de haber trabajado toda su vida, envejecieron en el pesado trabajo rural y que hoy no tienen acceso a ninguna pensión que reconozca su labor por el país y que les permita terminar sus días con dignidad.
Es momento de que avancemos decididamente en la implementación de un programa que permita superar las enormes brechas sociales y que permita eliminar el desamparo en el que hoy se encuentran millones de colombianos.
¡Por una Colombia humana y equitativa, renta básica universal ya!
Nota. Invito a todos los colombianos, artistas, trabajadores, desempleados y demás a movilizarnos y exigir renta básica universal.