A raíz de la sentencia T-478 de 2015 (Caso Sergio Urrego), en la que la Corte Constitucional en su parte resolutiva ordena al Ministerio de Educación a que en un plazo máximo de un año desde la notificación de la sentencia implemente acciones tendientes a la creación definitiva del Sistema Nacional de Convivencia Escolar (ley 1260 de 2013 y decreto 1965 de 2015), y particularmente a que realice “una revisión extensiva e integral de todos los Manuales de Convivencia en el país para determinar que los mismos sean respetuosos de la orientación sexual y la identidad de género de los estudiantes […]”; así como el posterior cumplimiento de la misma por parte del MEN, ha generado que una horda enardecida de defensores de las buenas costumbres y de la familia se pronunciaran contra las medidas adoptadas por el Ministerio. ¿El argumento? La inminente imposición de la “Ideología de género” a los niños, niñas y adolescentes colombianos.
Pero, ¿en qué consiste la ideología de género? En mi corto bagaje investigativo de los estudios de género y teorías feministas, jamás había leído o escuchado el término, de no ser por la polémica desatada por esta situación, no sé si algún día llegara a conocerlo. No podía por tanto quedarme de brazos cruzados ante la imposibilidad de refutar a quienes utilizando el término, atacaban al MEN, así que como buen colombiano, me puse a la tarea de leer e investigar sobre el tema antes de opinar (guiño, guiño). Mi fuente más inmediata, internet, la misma donde conocí el término. Si se ‘googlea’ “ideología de género”, además de noticias de medios colombianos, aparecen publicaciones de páginas como aciprensa.com, es.catholic.net, algunos blogs de orientación religiosa cristiana, un artículo publicado por la Universidad de la Sabana, y una referencia a un libro sobre el tema. Desconfié de las publicaciones de páginas eminentemente de corte religioso por obvias razones: la información allí contenida es sesgada, y, sin embargo, debo reconocer que me ayudó a orientarme un poco.
Después fui a la fuente académica: el artículo de la Universidad de la Sabana; me despojé de mis reservas frente a la infortunada experiencia de la universidad brindando conceptos sobre diversidad sexual y de género y leí el artículo, no pasó mucho tiempo antes de decepcionarme por completo. Verbi gratia, cuando la autora mete en el saco de la orientación sexual a la homosexualidad, la bisexualidad y la transexualidad al mismo tiempo, supe que las cosas no iban por buen camino, ya que abundante literatura es insistente en que orientación sexual no es lo mismo que identidad de género, y que en la primera podemos meter a la homosexualidad y la bisexualidad, y en la segunda, a la transexualidad, por poner solo unos ejemplos.
Pero volviendo al concepto, se puede definir la ideología de género, como una necesidad de separar los conceptos sexo y género, que corresponde, el primero, a una serie de características biológicas de los seres humanos que degenera en la diferenciación entre hombre y mujer (macho y hembra), aunque en la realidad está dicotomía se ve superada por las múltiples formas de intersexualidad que se presentan; y el segundo, a la asignación de los roles considerados tradicionalmente como femenino y masculino, siendo un producto sociocultural en constante evolución (no es lo mismo ser mujer hoy que hace 50 años). Estos conceptos se han tratado durante mucho tiempo como sinónimos, pero la literatura los ha venido superando obedeciendo a una realidad latente. Además, niega la existencia de una diferencia entre hombres y mujeres desde lo “natural”, el determinismo biológico. Cada individuo está en la capacidad de determinarse así mismo en lo personal y lo social, con los derechos que le son propios como persona, sin más limitaciones que los derechos de los demás.
Sin embargo, no hay una claridad conceptual del término, la definición anterior corresponde a las conclusiones que pude extraer de la lectura realizada, y la relación con nociones previas. Por tanto, la percepción negativa que se le ha dado a la denominada ideología de género obedece a la perpetuación de prejuicios negativos sobre la diversidad sexo genérica, que llevan a la discriminación y a la violencia. Un temor a lo desconocido, a lo diferente, porque lo diferente siempre es malo, porque la normalidad no genera incertidumbre, porque el cambio es sinónimo de inestabilidad.
La invitación es a dejar de utilizar sofismas para atacar lo que desconocemos, la orden de la Corte Constitucional al Ministerio de Educación obedece a un desarrollo de los principios constitucionales propios de un Estado Social de Derecho y no al plan diabólico de una ministra lesbiana (Dios nos guarde) que intenta imponer su orientación sexual a todo un conglomerado social. Por último no está de más recordar que lo que se pretende con la revisión de los Manuales de Convivencia, es crear un ambiente de respeto entre los jóvenes colombianos, porque precisamente es el desconocimiento y la ignorancia, lo que nos tiene sumidos en este ambiente hostil para aquellos que no se enmarcan en la normalidad.
Punto aparte: Es inaceptable que con la incompetencia de Gina Parody como ministra, tenga que recurrirse a argumentos homofóbicos para pedir su cabeza.