Lamentablemente, en algún momento de nuestras vidas hemos sido víctimas del abuso de autoridad. En el hogar, en la escuela, en el trabajo, en oficinas gubernamentales, en la calle, etc. Esto ofende e indigna, y sin duda genera una reacción donde siempre lleva las de perder el abusado cuando las autoridades respectivas, privadas o públicas, convalidan las conductas abusivas de sus funcionarios o empleados.
Cuando soy agredido de cualquier manera por quien ejerce la autoridad a pesar de que, como ciudadano del común, acato, respeto y no me resisto a las normas, indicaciones, llamados, instrucciones y requerimientos de la autoridad competente, sin duda hay un flagrante exceso de autoridad que debe ser penalizado. Entonces, como individuos y sociedad no solo tenemos el derecho a protestar y exigir justicia y respeto por nuestros derechos, sino que es una obligación solidarizarnos con quienes han sido abusados y manifestarnos contra el sistema que ampara esa conducta abusiva. No nos engañemos, sin importar si los abusadores lo hacen con la izquierda o la derecha, los golpes duelen igual.
¿Pero qué pasa cuando algunos senadores, alcaldes, sindicatos y federaciones de profesores llaman y convocan permanentemente a la desobediencia civil solo por el prurito de hacerlo, por fungir de agentes del cambio, para generar caos aprovechándose como carroñeros de los dramas humanos que sus mismos llamados pueden ocasionar? Son repetidas las imágenes en todo el país donde la policía llega a los barrios a pedido de la ciudadanía de bien que pide protección y respeto ante los excesos de algunos desadaptados y termina agredida por esas hordas que parecen acatar el llamado a la desobediencia civil.
¿En dónde quedamos como sociedad si nuestros profesores, los formadores de nuestros niños y jóvenes, gastan sus salarios en publicidad llamando a la desobediencia, y algunos senadores y alcaldes, figuras de autoridad, enardecen o justifican las hordas fletadas de vándalos que no solo destruyen el bien público y privado sino también las verdaderas y sinceras caravanas de protesta contra los abusos de autoridad?
Quisiera saber si los liceos y escuelas funcionan sin disciplina, si los profesores pueden dictar sus clases en medio algún tipo de desobediencia civil orquestada por sus alumnos. Quisiera saber si en medio de la pandemia los maestros dejaron de recibir sus nóminas o rebajaron sus ingresos como a la mayoría de los colombianos nos bajaron, y de cuyos impuestos y contribuciones sale el dinero para pagar la educación pública.
A los senadores y alcaldes que llaman y/o justifican el caos y la destrucción, a paralizar el país en nombre del dolor ajeno, les pregunto si han dejado de recibir sus nóminas, y si su modelo de gobierno y búsqueda de un cambio se basa en la desobediencia civil y el arrasamiento de los bienes privados y públicos.
No solo la policía como institución y los autores individuales deben responder por sus actos abusivos y cambiar su conducta. También deben hacerlo quienes llaman a la desobediencia civil y alientan a las hordas de vándalos para que arrasen con todo sin importar a quién dañan, cuántos empleos destruyen o cuánto del bien público se incendia. Que no se solapen más tras sus cargos y discursos populistas. Que respondan también.