En medio de la lluvia de sucesos políticos que llenan los titulares en los últimos días, viene creciendo la especulación de un posible Paro Agrario pero las condiciones han cambiado, el gobierno ha sostenido diálogo directo con los campesinos y en muchos sectores del país la situación del campesino ha mejorado, esto lleva a la pregunta: ¿Habrá motivos para un paro?
Desde el 15 al 17 de marzo, grupos de activistas campesinos se congregaron en la capital colombiana para asistir a la Cumbre Agraria, una reunión convocada por diferentes dirigentes con el propósito de debatir acerca de la situación del agro colombiano, cumbre que las facciones más radicales estaban tratando de convertir en la semilla para la creación de un paro como el que en el pasado sacudió al país.
El punto de quiebre
Hace cerca de seis meses, los campesinos apoyados por algunos grupos de camioneros y estudiantes, paralizaron al país. Se llevaron a cabo bloqueos en las principales ciudades colombianas que empezaron el 19 de Agosto de 2013, fecha desde la cual campesinos cafeteros arroceros, paneleros, paperos, cacaoteros, tomateros, productores de leche y de algodón se unieron a la manifestación popular.
En el país, la situación del agro era compleja antes del paro, había cerca de un millón de campesinos sin tierras y alrededor de14 millones de personas que encuentran su sustento en el agro vivían por debajo de los límites de pobreza, estos factores acompañados de la situación social del país, se combinaron y entraron en ebullición hasta confluir en el paro, cuando millones de personas salieron a las carreteras del país causando una crisis que hubiera puesto a cualquier gobierno en jaque.
El gobierno se vuelca al campo
Después de un difícil proceso de negociaciones entre líderes campesinos y miembros del gobierno, el elegido para afrontar la crisis fue Rubén Lizarralde, un abogado vallecaucano que venía de ejercer la dirección de la empresa INDUPALMA por más de diez años, hecho que le proveía de experiencia y conocimiento del sector agrario. Pero el reto era grande, el nuevo ministro debía enfrentar un campesinado cansado de décadas de olvido y problemas financieros.
El ministro asumió el 5 de septiembre de 2012 y tomó las riendas del cierre del paro, venía con un perfil tecnócrata que daba esperanzas de solucionar la situación y eventualmente así fue. Luego de semanas de concertación entre las partes, surgió el Gran Pacto Nacional por el Agro y el Desarrollo Rural que fue descrito oficialmente como “Una convocatoria del Gobierno Nacional a todos los estamento relacionados con el desarrollo de las zona rurales del país, para la construcción colectiva de una política pública de Estado para reivindicar al sector agropecuario y rural del olvido y del atraso en que ha vivido por décadas”.
El Pacto fue un punto de encuentro entre las partes, tras múltiples encuentros de negociación a través de mesas de trabajo, las partes llegaron a acuerdos, aunque las facciones más radicales de la protesta campesina amenazaron en múltiples ocasiones la continuidad del proceso por no considerarse satisfechos con el proceso.
Los acuerdos establecidos entre las partes fueron fiscalizados y vigilados a través de reuniones en diferentes puntos de la geografía nacional, hubo amenazas de paro pero tanto el gobierno como los campesinos mantuvieron un contacto directo, apoyado por las giras del Ministro Lizarralde para reunirse con líderes y figuras del agro.
Esta ha sido la situación hasta ahora, el gobierno ha propuesto leyes e iniciativas como el apoyo en temas estratégicos entre los que están: insumos, contrabando, apoyos económicos, apoyos a la comercialización, crédito, financiamiento y medidas económicas de apoyo.
¿Hay fundamentos para un nuevo paro?
El gobierno y varios representantes campesinos han continuado trabajando en la agenda de compromisos establecidos en las mesas de negociación, y el Ministerio de Agricultura ha abierto escenarios diversos para interactuar con el campesinado a través de foros, reuniones y mesas de negociación que buscan hacer veeduría de la situación del campo.
Pero en fechas recientes, algunos dirigentes de asociaciones campesinas consideraron incumplimiento en los acuerdos convocando el paro después de la cumbre. Con la diferencia que esta vez el campo no está unificado, diferentes grupos de campesinos como cafeteros y paperos siguen concertando con el gobierno y avanzando en los compromisos pactados en los acuerdos, esto se hizo evidente cuando las centrales campesinas dedicadas al cultivo de la papa se pronunciaron diciendo que Cesar Pachón, hombre que se hizo popular con su movimiento “Dignidad Papera”, no los representa, a pesar que proclamó ser defensor del gremio de la papa en la Cumbre Agraria.
El Ministro Rubén Lizarralde es consciente de las necesidades del campo en la actualidad y claramente afirmó que “se requieren mecanismos de apoyo económico a los campesinos, que funcionen automáticamente” y que además, “esos mecanismos los tendremos en el proyecto de economía familiar campesina”.
Lizarralde corroboró que “el 25% del presupuesto del ministerio de agricultura está enfocado en la economía familiar campesina”, razón por la que la situación económica del agro y del campesino humilde que obtiene el sustento de pequeños cultivos, tienen un futuro y perspectiva favorables frente a la sostenibilidad del trabajo agrario, esta situación la confirma la FAO (Organización para los Alimentos y la Agricultura) como dijo el Ministro Lizarralde en entrevista reciente: “FAO el año pasado dijo que éramos uno de los ocho países despensa del mundo. Para poder ejercer tenemos que prepararnos, mejorar nuestra comercialización y calidad, sembrar muchísimo más. Solamente el 30% del país está sembrado, tenemos un 70% por conquistar”.
Además, en la Cumbre Agraria que se llevó a cabo en días pasados en la ciudad de Bogotá, Gustavo Petro, Iván Cepeda y otros dirigentes políticos, aprovechando la situación de congregación del campesinado, promovieron ideas e iniciativas de su interés particular y han sacado réditos políticos. Más de una foto o un comentario ha circulado por las redes, en el que actores con intereses políticos aparecen simpatizándose con la Cumbre Agraria pero promoviendo sus intenciones, que para el caso de Petro es huirle a la revocatoria.
Una manifestación popular con propósitos agrarios se puede llegar a ver desvirtuada por la influencia de actores políticos con propósitos distintos al simple beneficio del campo, es por esto que líderes campesinos alrededor del país y agremiaciones de trabajadores que dependen del agro, han decidido no participar en la cumbre o en su defecto en la iniciativa de paro que se estaba gestando al interior de las facciones más radicales dentro de los grupos que se han unido a la Cumbre Agraria.
Finalmente, es claro que el campo en Colombia ha dejado de ser el sector principal de la economía pero su potencial es muy importante, más aún cuando el país tiene las condiciones para cultivar gran variedad de productos y se encuentra en un proceso de adaptación a los TLC (Tratado de Libre Comercio) que han sido firmados recientemente, sin dejar de lado el hecho que 47 millones de colombianos también dependen alimentariamente de la labor campesina. Esta combinación de factores exige diálogo y concertación entre las partes para que el beneficiado sea Colombia en su totalidad con condiciones justas para el campesino y políticas justas por parte del gobierno
