Una vez más, la esperanza del gobierno colombiano de Iván Duque de ver el Palacio de Miraflores arder con bombas GBU-43 Massive Ordnance Air Blast (MOAB), proyectil de 10 toneladas de peso, fracasó. El sueño de gobiernos de extrema derecha, y de transnacionales, de escuchar el ruido de aviones norteamericanos Hércules C 130, esta vez escoltados por sus aliados de la Organización de Estados Americanos —Brasil, Argentina, Chile, El Salvador, Guatemala, Paraguay, República Dominicana, Haití, Honduras y Colombia—, sobrevolando la República Bolivariana de Venezuela, se desvaneció. Las imágenes de Caracas, Maracaibo, Valencia, San Cristóbal, Ciudad Guayana y Barquisimeto, entre otras, hechas escombros; la mutilación de seres humanos esparcidos a lo largo y ancho del país; los gritos de los habitantes corriendo de un lugar a otro en busca de protección; el olor de carne humana producto de incendios provocados por bombas y metrallas; la violación de mujeres y niños entregados como trofeos de guerra a mercenarios y soldados; la destrucción de edificios, centros comerciales, fábricas y viviendas; y el saqueo de los recursos naturales, han quedado postergados. Los argumentos, obedeciendo órdenes, de la estratagema colombiana del Falso Positivo, presentados durante la 74 Asamblea de las Naciones Unidas perdieron efectos horas después de ser expuestos ante representantes de las naciones del mundo.
A las pocas horas de su intervención, Iván Duque vio desvanecer los aplausos de quienes sueñan ver arder la región. El dossier de 128 páginas entregadas al secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, presentando “evidencias” de la relación del gobierno de Nicolás Maduro con el Ejército de Liberación Nacional, perdió fuerza y credibilidad. Como sustento, el informe Duque presentó varias fotografías supuestamente tomadas en territorio venezolano en la que se observa al grupo insurgente patrullando y adoctrinando niños. No obstante, el diario El Colombiano desmintió una de las fotografías aseverando que esta se había tomado en el departamento del Cauca en el año 2015 y no en el 2018. "El presidente está equivocado, pues esta imagen no corresponde ni a ese lugar ni a la fecha", escribe el periódico de Medellín. La foto fue filtrada a un periodista en 2015 por Inteligencia Militar y publicada para ilustrar un reportaje sobre reclutamiento infantil. La afirmación desató una nueva tormenta política y disparó las críticas de la oposición al sembrar dudas sobre el amplio dossier” (El País, 28 de septiembre 2019).
A la defensa del informe Duque salió la vicepresidenta Marta Lucía Ramírez a través de Twitter: “El informe que presentó el presidente Iván Duque ante la Organización de las Naciones Unidas tiene plena validez y recoge pruebas y evidencias irrefutables contra el régimen de Maduro, dictador que está vinculado a criminales internacionales. Las críticas que pueda haber sobre una fotografía no lo invalidan”. En este contexto, no es la primera vez que la vicepresidenta de la prolongación del tercer periodo de la política de seguridad democrática, intente desviar la atención de los problemas de la sociedad colombiana (Rojas, 2019) en cuanto al asesinato de líderes sociales, las ejecuciones extrajudiciales hacia quienes le apostaron a la paz, las movilizaciones de estudiantes, los atropellos de la fuerza pública y los Falsos Positivos, además de otros.
Tanto los esfuerzos de la vicepresidenta como los intentos de Iván Duque por intentar dar una explicación frente a la fotografía se debilitan toda vez que no es solamente una fotografía la que se encuentra fuera de contexto sino cuatro (El Colombiano, 27 de septiembre de 2019). Como lo da a conocer El País, “La Agencia de prensa AFP confirmó que voceros del Ministerio de Defensa se comunicaron con ellos para pedir excusas y confirmar que, en realidad, emplearon tres fotos erróneas, de propiedad de esta agencia y que fueron tomadas en Colombia, no en Venezuela, como lo aseguró Duque ante la ONU”. A pesar de la explicación presidencial, el evento en la ONU no logra pasar desapercibido, máxime cuando una semana atrás el mundo se percató de la relación de Juan Guaidó con el grupo criminal Los Rastrojos. En esa oportunidad, y desconociendo la actividad criminal del grupo paramilitar, el gobierno colombiano salió en defensa del autoproclamado presidente de Venezuela manifestando que “Más allá de si hay fotos o no, él es un titán”, “es un patriota que está luchando por la democracia en su país” (El Tiempo, 13 de septiembre 2019). Este acto no solamente refleja lealtad al autoproclamado sino, que brinda de todo tipo de garantías a las acciones criminales del grupo paramilitar Los Rastrojos en la región.
Una vez más el gobierno de Iván Duque recurre al Falso Positivo como estratagema de guerra sucia, psicológica y política buscando, a través de la manipulación a organizaciones y población, crear imaginarios irreales, mentirosos y engañosos, con el propósito de sembrar en la sociedad manifestaciones de odio hacia la República Bolivariana de Venezuela. Para la ejecución del Falso Positivo el actual gobierno, no solamente requiere asesores de las fuerzas armadas, sino de especialistas externos expertos en el arte de la manipulación social, de igual manera que de medios de comunicación a su servicio y de corporaciones internacionales, quienes se encargan de difundir, con gran certeza, informes falsos y acomodados. Mientras la Federación de Rusia y China manifiesten apoyo al gobierno de Nicolás Maduro, el mundo no verá el epicentro de la Tercera Guerra Mundial en Latinoamérica.
Aguirre Fernández, Richard. Más errores: son cuatro las fotos erróneas que presentó Colombia en la ONU. El Colombiano, 27 de septiembre de 2019.
El País. Venezuela que el presidente de Colombia entregó a la ONU desata una tormenta política. 28 de septiembre 2019.
El Tiempo. Más allá de si hay fotos o no, él es un titán´: Duque sobre Guaidó. 13 de septiembre 2019.
Rojas B., Omar. Crímenes, corrupción y falsedad. El legado de los gestores de la política de seguridad en los Falsos Positivos. Kavilando, 19 de septiembre 2019.