Fue un largo viaje, 18 años la primera etapa. Dejar atrás tanta indoctrinación de la facultad de medicina —ateísmo, evolución, ciencia, evidencia, números y más números, (estadística)—, no fue fácil superarlo. Encontrar la ciencia de la consciencia me tardó todo ese tiempo. Para nada me arrepiento. Y fueron otros 18 años para llegar a decir “suficiente de medicina alopática” dediquémonos por completo a la medicina del alma, la que solo necesita la vivencia personal, experimentarla en carne propia para hacerla una realidad en nuestra vida. Sin pronósticos basados en estadísticas que quitan esperanza, más que otorgarla.
Comencé por lo técnico, científico, puro, la electromiografía, un examen de nervio y músculo, para nada terapéutico y allí comenzó la consciencia a mostrar su rostro. El paciente que luego del examen llama y da las gracias por haber mejorado “a raíz del estudio que usted me hizo, doctor”. Inexplicable, sin evidencia científica, pero con evidencia de la consciencia. Si la unión de dos energías de dos almas de médico-paciente, aunque fuera en ese ámbito llevó a sanar, sin proponérnoslo. Se repite una y otra vez. Algo tenía que haber de fondo, allí descubro la medicina de la energía (a falta de mejor nombre), la del alma, la de la interacción de los seres humanos en el plano de la consciencia —Dios-Amor—, no en el de la mente racional, deductiva.
Pasa el tiempo y ser médico de rehabilitación conduce a la pradera de la consciencia, de ver crecer y mejorar como personas a los pacientes, todo a raíz de la discapacidad y de la enfermedad. Otro beneficio —ser un mejor ser humano—, que trae la enfermedad o la invalidez. Sí, la medicina también conduce a la consciencia, la del médico que quiere trabajar con el ser humano como un todo y no como sus partes inconexas (mente-cuerpo-espíritu).
El tránsito de la ciencia a la consciencia lo hace el ser humano, individual, único, en su desarrollo durante la vida. Logra unirlas, logra practicarlas al tiempo, ciencia académica occidental y consciencia. Eso he logrado, reconozco ambas, las uno, las practico. Medicina integrativa, que llaman ahora.
La consciencia no se mide, no se cuantifica, no produce estadísticas. Definitivamente la consciencia no es ciencia —en el sentido occidental de la palabra—. Aunque si leemos las acepciones de la RAE, (ver al final del texto) podríamos decir que no todo tiene que ser mensurable, mas si reproducible por la experiencia. En lo personal esto sería la ciencia individual del conocimiento, que trasciende los sentidos físicos del cuerpo humano y sus extensiones, los instrumentos de laboratorio. Supera la evidencia científica al adentrase en campos sutiles, íntimos, del corazón universal.
En otras palabras, una es la ciencia de laboratorio, otra la “con-ciencia” espiritual. Esta última no tiene nada que demostrarle a la primera, menos competirle, tampoco tratar de imitarla o buscarla para afirmarse. La ciencia de la consciencia se valida en cada ser, dentro de sí mismo. El conocimiento nace del interior, no del exterior. La sabiduría le es innata.
Carlos Toro
Anexos:
Definición de ciencia:
- f. Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales.
- f. Saber o erudición. Tener mucha, o poca, ciencia. Ser un pozo de ciencia. Hombre de ciencia y virtud.
- f. Habilidad, maestría, conjunto de conocimientos en cualquier cosa. La ciencia del caco, del palaciego, del hombre vividor.
- f. pl. Conjunto de conocimientos relativos a las ciencias exactas, fisicoquímicas y naturales. Facultad de Ciencias, a diferencia de Facultad de Letras.
Definición de consciencia:
- f. conciencia.
- f. Conocimiento inmediato que el sujeto tiene de sí mismo, de sus actos y reflexiones.
- f. Capacidad de los seres humanos de verse y reconocerse a sí mismos y de juzgar sobre esa visión y reconocimiento.
