La contienda electoral por las presidenciales ha dejado ver mucho este año. Desde los miedos de la Corte que ha ostentado la clase política de este país, hasta las esperanzas de los que quieren llevar a este país por una nueva senda. De los primeros la ecuación es clara: Iván Duque, Marta Lucía Ramírez y Alejandro Ordoñez se pelean por los votos de quien hasta hace unos años era el mayor señor de la politiquería colombiana. No obstante, este parece estar mirando con buenos ojos al “gallo” de la pelea, al señor del miedo y la patanería, que ve a Colombia como su gran feudo y a nosotros como sus vasallos.
Efectivamente Germán Vargas Lleras ha asumido el liderato de egos en la contienda, pues para él todos somos inferiores y su liderato de la nación está escrito en la corte colombiana, de donde nació casi con la bandera presidencial puesta por el solo hecho de llevar el apellido Lleras. Cuenta con el apoyo de la Misión Carismática Internacional que maneja un rebaño de 300.000 fieles en el país y que en términos electorales pueden llegar al millón de votos. También ha hecho alianzas políticas con diferentes caciques electorales —muchos de ellos salpicados por corrupción o parapolítica— que pueden aportar a la causa del CR los 2.500.000 votos. Están en el último grupo los votos de opinión, que en el caso de Vargas Lleras pasan por dos filtros: el de los que asumen su candidatura como la más preparada para liderar el país (y se tapan los ojos con cemento al no ver la corrupción que representa), y aquellos ligados a la opinión de los grupos financieros que le creen a Vargas Lleras como el continuador de la dicha en su sector; estos pueden llegar a sumar un millón de votos. Sumando esto tenemos 4.500.000 votos, a los que le haría falta el rebaño del que diga Uribe.
Ya sé que a este punto los seguidores de “el mejor presidente duélale al que le duela” no están leyendo esto, pero efectivamente les tocará votar por Vargas Lleras en cualquiera de las dos vueltas: en la primera si la consulta no la gana Duque; o en la segunda como consecuencia de la pérdida del candidato entre el voto de opinión que al parecer se está disparando. También está el hecho que en la derecha no suena mucho Duque, ya saben, no le gusta mucho que su padre haya denunciado a Uribe por ayudar al transporte aéreo del narcotráfico. Igual se les va a torcer el hombre naranja.
El otro lado parece existir un problema peor: los que quieren el cambio y la implementación real de los acuerdos de paz no se unieron a tiempo, generando cinco posibilidades de candidatos. Voy a resumir las posibilidades nulas de tres de ellos.
El primero de ellos es Rodrigo Londoño (Timo). Aunque haya tenido algún tipo de aceptación en algunos sectores de la sociedad, esta aún no lo asume como un posible político, o porque va en contra de su idea de paz (hay que llenarlos de bala) o porque como yo, asumimos que esa posibilidad estaba después del sometimiento a la JEP y bajo un proceso de verdad. Sé que su intención no es la de ganar las elecciones sino hacer un cuento electoral para poder negociar en el futuro gobierno. Sin embargo, hay que señalar: si gana la coalición del no o Vargas Lleras no existirá ningún poder de negociación.
Quizá con Piedad Córdoba la cosa sea más sencilla: no tiene ningún proyecto político serio y el apoyo ciudadano no será una característica. Sus propuestas polémicas como desmontar todo el IVA y la guerra al capitalismo financiero la hacen la más criticable de la zona más extrema del cambio.
Humberto de la Calle es un poco más serio, pero su programa político no mira más allá de su pasado. Se trata solo de verlo en campaña: va a una universidad pública y dice que el sistema hay que fortalecerlo; en un supercade propone un sistema de trámites por internet… y así va, proponiendo soluciones a lo que se encuentra en el camino como una gallina que busca comida en un solar. Sumado a esto su principal peso negativo es Santos y su fórmula “visce-presidencial”, pues Humberto De la Calle significa Gobierno Santos y Clara López pues…también.
En suma, ninguno de los tres candidatos llegará a segunda vuelta y pueden decir presente desde ya en el panorama electoral. Pero si insisten en sus paupérrimas campañas lograrán ser lo que siempre han sido: pesos muertos en la contienda, quitando votos a aquellos que quieren cambiar el país desde el pueblo o el sindicato antioqueño. De la Calle, Piedad Córdoba y Timo: Si de verdad les interesa el futuro del país renuncien a sus candidaturas.
