¿De la anarquía a la guerra?

¿De la anarquía a la guerra?

"Si este gobierno no reorienta sus acciones, revisa y fortalece las políticas de Estado, se consolidará el caos. A reflexionar, presidente, para evitar que esto nos ocurra"

Por: Carlos Iván Mantilla Velásquez
septiembre 19, 2019
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¿De la anarquía a la guerra?

¿Qué podemos esperar de quienes llevan las riendas de Colombia? Nuestra bella y generosa tierra, amada por muchos de sus hijos, la gran mayoría. Los mismos que sentimos dolor de patria como testigos de la iniquidad reinante, derivada de la corrupción, propiciada por el afán de los corrompidos en conseguir, de forma ilícita y a costa de lo que sea: el dinero y el poder para beneficio propio, provocando sin miramientos la injusticia social y la violencia que vivimos. Los que atónitos vemos que la corrupción ya no solamente es ejercida por tantos dirigentes políticos —gobernantes, legisladores, magistrados, jueces, etc.—, pues la misma está enquistada en la sociedad a causa, principalmente, del mal ejemplo dado por una buena parte de los mismos corruptos gobernantes, algunos ponderados en el Congreso de forma equívoca como: “padres de la patria”.

Evidenciamos cómo esa peste contamina todas las clases socioeconómicas sin distingo; no solo a los herederos de la clase corrupta. También permea a inocentes, vulnerables por sus precarias condiciones básicas —sin alimentación, salud y educación, producto de la misma corrupción—, gentes humildes que, por ende, adolecen de pilares morales sólidos y de una educación formal calificada. A sinnúmero de ellos los vemos tristemente perturbados: atracando, violando y matando, sin contemplaciones. Sus hogares son las cárceles, cajas de vicios, a las que regresan para seguir hundiéndose en el peor de los horrores de un sistema carcelario, descompuesto, que no funciona para la reparación de sus equivocaciones, sino, como escuela delictiva. Abismo del que difícilmente emergerán, mientras no exista una política de Estado con condiciones que obligue a la reparación de tan desdichados seres.

¿Qué podemos esperar de este desgobierno los ciudadanos que cumplimos con el deber de sostener el aparato estatal tributando en menor o mayor medida, resultado de un trabajo honrado? ¿Qué se espera de un gobierno sin autoridad en manos de un inexperto presidente, preocupado más por liderar causas que aunque nos tocan son ajenas y que además lo hace con perspectivas guerreristas, congraciándose con el locuaz y poderoso Trump, sin detenerse a pensar en la hecatombe que provocaría una intervención militar en Venezuela —si es lo que está pensando— para los colombianos?

¿Qué esperar de un presidente que hace oídos sordos al diálogo —el arma más eficaz en cualquier conflicto— con el igualmente errático Maduro, presidente de la hermana Venezuela, nos guste o no?, ¿que además promueve a los cuatro vientos al “interino” bonachón Guaidó del que hoy se escucha que supuestamente está cobijado por los paramilitares y que, incauto, inocuo y azuzado como marioneta, se ha puesto como punta de lanza de un fin peligroso para su integridad? ¿Qué esperar de un canciller que a pesar de su experiencia, se suponía la tenía y se le percibía cauto, olvidó la diplomacia y cayó en las mismas provocaciones que hace su joven jefe al gobierno vecino, propagándolas afuera como experto publicista?

¿Qué nos espera con un señor comerciante y empresario puesto erróneamente a la cabeza del Ministerio de Defensa, que retórico e impávido, sin la menor idea de lo que es la inteligencia y estrategia militar, evidenciando la invasión del territorio nacional por todo tipo de antisociales, no insta decididamente a las fuerzas militares para que pongan orden? ¿Y qué podemos esperar los que aterrados por las acciones violentas de los bárbaros compatriotas, que no parecen colombianos, somos acechados y atacados con pavorosa maldad y sin mediar palabra, sea el interés que fuere, y no vacilan en acabar con la vida de nosotros sus propios hermanos?, ¿de los que enceguecidos masacran, olvidando que la vida es sagrada?

Ausencia de gobierno, no hay jerarquía, no hay políticas estructuradas de Estado que curen los graves males que padece la nación. Pareciera que nuestro país galopa de la mano de Dios, qué buena suerte. No quisiera imaginar un gobierno anárquico como el vecino, pero si este gobierno no reorienta sus acciones, revisa y fortalece las políticas de Estado, se consolidará el caos.

A reflexionar, señor presidente Duque, para evitar que esto nos ocurra. O, a leer presuroso: El arte de la guerra (Sun Tzu).

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