En este mes de abril, en conmemoración de la vida y obra de Gerardo Molina, intelectual, dirigente político, sociólogo honoris causa (1981), candidato presidencial y rector de la Universidad Nacional, la institución encabezada hoy por Dolly Montoya puso al alcance del lector sus libros.
En esta sociedad convulsa y polarizante como la colombiana, vale la relectura de Las ideas socialistas en Colombia. Entrar en este libro es entrar en la clase de un académico preciso en su discurso, sustentado en otras lecturas o referencias y de manera sencilla recorre la historia de un país, donde se disipan algunos fantasmas simbólicos que aún se perciben en nuestra realidad social sobre el socialismo.
Sin ser doctrinero, Gerardo Molina es claro en sus motivaciones: "La dominación hispánica en estas colonias fue una potente maquinaria de creación de desigualdades, muchas de las cuales aún subsisten, y que solo un régimen de inspiración socialista podrá abolir". Además, estudia las desigualdades sociales desde las estructuras establecidas por quien detentaba el poder desde la época de la Colonia y transita por el caldo de cultivo de la independencia nuestras primeras formas de nación hasta la actualidad vigente en el año 1981, año de edición de Las ideas socialistas en Colombia.
La esencia es preguntarnos por la dependencia social y por tanto política del ciudadano con la autoridad y como a punta de maquinaria ideológica se nubló la historia de la independencia en el siglo XVIII, "la “felicidad”, esa hermosa palabra que los revolucionarios franceses habían incorporado al lenguaje como aspiración de los que sufren, se traducía en aquellas mentes primarias en respeto a las autoridades, a lo que viene de atrás. De otra manera, si se hablaba de cadenas, eran más soportables las de la Majestad siempre reverenciada que las de los amos domésticos."
Estudia con juicio el discurso de Simón Bolívar, sus vaivenes de ideas en torno a la lucha contra la Corona y en varias citas muestra tanto el temor a que la única respuesta sea la fuerza militar como que una revolución no es solo detentar un poder, sino ir más allá, "Es esto lo que nos permite entender la frase, en apariencia sibilina, que pronunció al desembarcar en Carúpano (Venezuela), en 1816: “Debemos triunfar por el camino de la revolución y no por otro”. Es decir, no bastaba continuar la guerra, sino que era preciso hermanarla con una profunda mutación de las estructuras sociales".
Podríamos decir que muchas de las conclusiones históricas que el maestro Molina escribe aún tienen validez en el análisis social, "Por ausencia de formaciones políticas permanentes, los caudillos en plaza, con la mira puesta en el impulso a los egoísmos locales, disfrazados de nacionalismo, tenían que volverle la espalda a las grandiosas concepciones integracionistas". Esta cita correspondía a la Colombia recién independiente y sin duda, asumo concluir que a hoy sin una fuerza ciudadana con espacio en escuela o formación política activa porque aún se mantendrían estructuras de dependencia social.
No solo es un libro de análisis histórico sino de posición política ante lo que ve un académico: "Todavía en este final del siglo XX subsiste esa confusión en las mentes rudimentarias; cómo sería entonces, cuando la Derecha alimentaba el equívoco, llevada por el afán de hacer creer que socialistas y comunistas eran la misma cosa, porque todos venían en línea directa de la sentencia proudhoniana de que la propiedad es un robo". No es necesario recordar que hoy seguidores de cierta ideología política hablan y atacan la mente del ciudadano colombiano con el cuento de las expropiaciones.
La última parte está a dada a los teóricos socialistas y una frase de Orlando Fals Borda retumba en quien lee esta nota: "La era de los paliativos está rebasando la paciencia del país nacional".
* En la cuenta de Twitter de la señora rectora y de la editorial de la Universidad Nacional encuentran los accesos para una lectura digital. Vale la reflexión lectora.