No es solo la idea de defender lo que en vida de modo honrado se ha logrado, esto legalmente debería poder hacerse. No alcanza tampoco el salir a marchar de blanco en el intento de apuntalar la patria al verla feneciendo al ritmo de vándalos y saqueadores que mutuamente se alimentan con mesas de diálogo regadas por casi toda la geografía, desquiciadas, sin ninguna autoridad diferente que el daño producido, pensando que siendo razonables se podría lograr con ellas algún acuerdo, pero no, no es de esto lo que se trata.
Su asunto es propagar y dilatar la destrucción sembrada por los vándalos y saqueadores para crear el temor en cada uno y de este modo doblegarnos como nación, invocando como justificación a su accionar su decir de cómo para cada uno de ellos las oportunidades les han sido negadas, bien sea por su propia inacción o porque de un modo u otro las puertas se les han cerrado sin darles la oportunidad de tener una vida digna. Esto es tener satisfechas las necesidades esenciales para sobrevivir, y estar encaminado o haberles sido resueltas sus necesidades de socialización, lo cual les hagan sentirse parte del convivir humano, lo que toma en cada uno una cara deferente, donde lo que se busca es sentir la satisfacción de ser una persona, con algo que le sostenga en su vivir y que le lleve sin arrepentimiento a la tumba, donde se genere una memoria, una flor efímera, un recuerdo a su vivir que le justifique.
Por eso no se logrará aquietar la protesta social que sacude por estos días a nuestra patria, Colombia; sumándole y habiéndose producido esta explosión en la pandemia, que a fuerza de vivirla ha perdido para la gran mayoría su poder intimidante, mas no su capacidad de ir diezmando las familias y nexos sociales en los cuales nos apoyamos para conformar una dignidad que llama al sereno desarrollo. Por eso, al destruir estos apoyos, el individuo se siente mas cerca del instinto primario de ser cazador o ser presa, con lo cual, los grupos de interés por el poder, acrecientan sobre ellos su dominio y su capacidad de destrucción, logrando imponer una agenda, que bien mirado, apuntaba durante el primer año paralizante de la pandemia, no a salvar vidas, sino a imponer un ritmo lento al devenir humano, con un costo económico que en sí mismo fue parte orquestada y causa de la protesta social que hoy se mantiene como método en su objetivo de lograr el poder.
Ha pasado más de un año de los decretados confinamientos a la vida con esta aparente dicotomía de supuestamente querer proteger a la población del contagio en tanto que la conminan a lanzarse de modo imprudente a las calles a servicio de sus propios intereses para lograr el poder e incrementar sus privilegios de una nueva clase dominante de izquierda anhelante del totalitarismo comunista que les permita gobernar como sátrapas.
De eso se trata esta guerra asimétrica como ya ha sido diagnosticada y en ella las principales armas que nosotros tenemos son propagar la verdad de cómo el futuro de los ciudadanos por fuera de las cúpulas del sistema comunista, de llegar este a imponerse, será mísero y lamentable mientras al mismo tiempo se actúa en lograr dentro del sistema democrático oportunidades para cada ciudadano ejerciendo el poder del estado para limitar la desigualdad mediante un sistema progresivo de apoyos y tributos que permitan a cada uno su desarrollo.