El reciente intento de intervención por parte de Estados Unidos en Siria, deja en evidencia, entre otras cosas, una nueva forma de afrontar los conflictos en la geopolítica de la guerra.
En el pasado cada vez que Estados Unidos manifestaba el deseo de invadir una nación, fuese cual fuese y con la escusa que sea, sus aliados de toda la vida apoyaban la causa a ojos cerrados y con la complicidad silenciosa de todas las naciones; sin embargo el intento de intervención militar en Siria mostró la apatía de la OTAN, la oposición de Rusia y China, el llamado a “darle una espera a la paz” del secretario general de la ONU y la campaña Pro-paz del Papa. Esto sin contar con el consenso de 18 de los 20 países del G20, exceptuando por supuesto Estados Unidos y Francia, de no hacer una intervención militar en Siria y si una intervención humanitaria como se observa en el informe de Cristina Fernández sobre las conclusiones de la reunión del G20 y aparte los comunicados de Unasur y otros bloques en contra del ataque.
Entonces, ¿Qué ocurrió en el concierto internacional? Tal vez el fantasma de la evidente mentira que en su momento justificó la invasión a Iraq, tal vez el desgaste de la mal llamada “Primavera Árabe”, o los intereses particulares de China y Rusia Por debajo y encima de la mesa.
Y si en el extranjero llueve, dentro de Estados Unidos no escampa, los apoyos en el congreso no son mayoritarios, más de un congresista en medios de comunicación ha opinado negativamente sobre la propuesta de la Casa Blanca, y las encuestas al ciudadano Estadounidense muestra estar en desacuerdo sobre una posible intervención militar en Siria. Desde afuera la percepción seria, Presidente, Vicepresidente y Secretario de Estado están solos en el discurso.
Con esto no quiero decir que Estados Unidos no ataque a Siria. Siguen los intentos de estas 3 versiones estadounidenses de Jinetes Del Apocalipsis (Presidente, Vicepresidente y Secretario de Estado) tratando de imponer su voluntad sobre el Congreso de su país, sobre las OTAN, e incluso sobre Las Naciones Unidas, escudados en unas pruebas, que tal vez nunca muestren, sobre un hecho lamentable, o no muestren mientras no estén fabricadas. No sería de extrañarnos que repartan en estos días la mermelada burocrática y de prebendas para captar los apoyos necesarios, o que creen una matriz de opinión mediática para acallar las voces de protesta del ciudadano del común, o se salten todos los conductos internacionales. Así pues estamos frente a otro intento de intervencionismo imperialista, solo que esta vez por la opinión critica que crece en el mundo les ha sido difícil ejecutar con la prontitud que esperaban.
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