Es una importante coincidencia que Pascual Contursi hubiera escrito los versos de Mi noche triste en 1917 y abriera con estos la puerta a la poesía del tango, y que veintitrés años después su hijo José María subiera el telón para inaugurar la que se ha llamado Edad dorada del tango con la pieza musical Como dos extraños.
Leyendo su obra, encuentro en la mayoría de las letras un tema constante, sí que, entonado en los desencuentros amorosos, melancólico y romántico, no recurre al lunfardo y es a veces nostálgico. Coincide con poetas famosos en esos afanes de hablar del olvido, de la promesa incumplida o de las despedidas.
Como dice Andrea Imaginario “Cuando el amor abre las puertas de nuestro corazón, existe un riesgo: la puerta queda abierta para que el amor vuelva a irse, y puede ocurrir que la casa interior quede vacía una vez más, abandonada. La casa entonces es habitada por recuerdos, lamentos, quizá alguna culpa... fantasmagorías.
Darles palabra a esas fantasmagorías, darles voz, es la forma de honrar la memoria, y de saldar la deuda propia, haciendo que aquello que vacía el espacio, se vuelva ocasión de belleza que habita. Eso hacen los poetas cuando escriben sobre el desamor.”
Por eso tengo aquí sobre mi mesa libros de poemas y estoy haciendo un sorteo de quienes pueden estar en estas letras porque es difícil escoger entre tanta belleza, a ver, ¡una queja! Y cómo no, es preciso llamar a Borges, “Ausencia”:
“...¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que, como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada. ...?”
Alfonsina Storni está aquí para dejarnos estos versos de “Tú que nunca serás”
“...Yo soy esa mujer que vive alerta,
tú el tremendo varón que se despierta
en un torrente que se ensancha en río,
y más se encrespa mientras corre y poda.
Ah, me resisto, más me tiene toda,
tú, que nunca serás del todo mío. ...”
Ahora veamos , las letras de José María que sus contemporáneos cantaron siguen siendo recibidas con un entusiasmo que va in crescendo y para esto no más basta nombrar Bajo un cielo de estrellas, un vals acompañado con la música de Francini y Stamponi nostalgioso del barrio, del café de los amigos y “de aquella que tanto me quiso.”
Grisel, pieza que corresponde a la historia de su gran amor por Susana Gricel Viganó, con quien se casó después de la muerte de su esposa Alina Zárate, por su parte Grisel estaba separada y fue una historia con final feliz, sin embargo, me parece importante reconocer que varias de sus letras parten de la misma idea y son ejemplo de ello Cristal, En esta tarde gris, Toda mi vida y el mismo tango Grisel, que fue objeto de atención por los importantes músicos del rock Fito Páez y Luis Alberto Spinetta, me parece interesante la versión porque además incorporan el sonido de un tren que nos conduce al regreso o la partida.
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José María, a quien apodaban Katunga, continua con el sentido de los poemas anteriores, aunque se exalta al romper el silencio acompañado de la música de Francisco Lomuto para advertir “Quisiera abrir lentamente mis venas,” confirmando la llegada de versos ilustrados hasta la voz de los mejores intérpretes de su música como Nelly Vásquez y Alberto Marino. Algunos no pertenecen precisamente a los cantores de tango, pero su voz y su fama expandieron todos los versos y fueron ellos Héctor Lavoe, Javier Solís Y Felipe Pirela.
De los ojos azules de Sombras nada más pasó a Verde mar continuando con el tono desesperado y melancólico de lo perdido, líneas de pena y despedida definitiva.
El fantasma del regreso- que en sentido estricto no existe- convertido en ilusión cierra la puerta por donde entraron estas notas para resaltar los versos de Como dos extraños,
“... ¡Qué gran error volverte a ver
para llevarme destrozado el corazón!
Son mil fantasmas, al volver
burlándose de mí,
las horas de ese muerto ayer. ...”