Marzo no fue un mes bueno para Rodolfo Hernández. Las consultas de las coaliciones de la Esperanza, el Pacto Histórico y el equipo por Colombia captaron la atención de los medios y del electorado hasta el punto que Rodolfo desapareció de las encuestas.
El 16 de marzo estuvo en Roma, en un desteñido encuentro en donde, a diferencia de la visita de Petro, Francisco no lo recibió en su oficina. Sabiendo que tenía que dar un timonazo Rodolfo y contrató al publicista argentino Ángel Beccassino, quien entonces asesoraba las comunicaciones del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, en su cruzada para enfrentar la revocatoria a su mandato.
La costosa imagen de Daniel Quintero en manos de dos extranjeros
Su tarea era reemplazar a los dos publicistas de toda su confianza, también argentinos: Hugo Vásquez y Guillermo quienes dejaron el país por supuestas amenazas. En abril Becassino se puso la camiseta de RH.
En menos de dos meses se vieron los resultados: Rodolfo Hernández derrotó a Federico Gutiérrez en un embalaje que los encuestadores no lograron identificar plenamente y que algunas firmas solo pudieron vislumbrar la tendencia.
Hernández se coló en la segunda vuelta y por primera vez se enfrentarán por la Presidencia dos candidatos que no provienen de los partidos políticos tradicionales.
A sus 74 años este porteño, con alma peronista, que llegó a Colombia a comienzos de los 70 y desde 1986 vive en Bogotá, tiene en su haber victorias como la transformación de Carlos Pizarro, el comandante del M-19 en un líder político cuya vuelo lo detuvo su asesinato en 1990, como la de Lucho Garzón en 2002 que lo colocó en el primera alcalde izquierda de una ciudad capital, y nada menos que Bogotá, y haber llevado a Gustavo Petro hasta la segunda vuelta presidencial en el 2018, cuando terminó derrotado por Iván Duque, tras asesorar a Juan Manuel Santos en su reelección presidencial en el 2014 cuando derrotó a Oscar Ivan Zuluaga.
Bogotá se convirtió en su casa después de mucho. A él eso de asentarse en un lugar no le venía bien. Parecía más un gitano. Dejó casas e historia en Barcelona, Río de Janeiro, Buenos Aires, Nueva York y Calcuta. Y vino pues a Bogotá y ya lleva 36 años consagrado a este acto de fe de ser colombiano.
(Foto: Instagram)
Uno de sus primeros amigos en el país fue el poeta nadaísta Jota Mario Arbeláez. En esa época quería ser escritor e incluso lanzó una novela Equinoccio ascendente con la que ganó el premio de la editorial bonaerense EMECÉ. Fue tan prolífico en sus cuarenta que pasaba buena parte del año encerrado en su finca en Tabio donde alcanzó a crear 15 libros de fotografía, poesía y periodismo, combinando con las asesorías de comunicación política.
Ni siquiera sus enemigos más encarnizados, que son más bien pocos, podrán reprocharle alguna falta de coraje. El periodismo fue la válvula de escape con la que descargó toda la adrenalina posible y una manera de entender el país donde terminaría viviendo.
Ángel entrevistó entre 1986 y 1990 a dos jefes guerrilleros, Carlos Pizarro y Manuel Marulanda Velez. ¿qué hace un intelectual argentino en medio de la selva buscando a los protagonistas de la guerra en Colombia? Como si le quedara pequeño nuestro conflicto se fue en 1987 a Beirut a hacer una serie de crónicas de guerra para cromos y allí vio hasta fotógrafos caer.
Sus amigos en Colombia como Antonio Morales, con el que intentó hacer el programa de sátira llamado Papaya (pero pelearon antes de que se lanzara el primer episodio) o el exguerrillero del M-19 Otty Patiño, coinciden en decir que Ángel es un músico asombroso, un poeta fogoso y un fotógrafo inspirado. Sin embargo, muy a su pesar, lo que mejor se le da es el instinto para levantar causas que parecían perdidas como la de Rodolfo Hernández.
El pasado 20 de abril Rodolfo Hernández inauguró la casa Rodolfista en Bogotá. En ese momento pocos de los que estuvimos ahí le creímos cuando dijo que podía ganar en primera vuelta. Las encuestas lo habían magullado, estaba contra la pared, pero con la confianza de un boxeador dijo que remontaría la cuesta. Esa confianza se la infundió el propio Beccassino quien ha intentado borrar eso que dice la opinión pública, de que por su talante santandereano Rodolfo es una especie de Bolsonaro, de Bukele, el Trump colombiano.
Lo que sí ha hecho Beccassino es que el país conozca como es el talante de un santandereano empoderado. Llamar al pan pan y al vino vino. Una estrategia de comunicación más efectiva que la de su rival Gustavo Petro, incapaz de hablar de manera pragmática, refugiado en conceptos que hacen verlo y prepotente. Conociendo a su rival por haber trabajado con él, Beccassino convirtió a Rodolfo en la némesis de Petro. Ya la gente está disfrutando con él, hasta el punto que cada vez es más común ver a más fans de “el viejito” como se le reconoce entre millenials.
Por algo, en entrevista dada al diario El País de España, Beccassino afirmó de Petro: “Gustavo tiene un vicio, que es el exhibicionismo de su talento intelectual”, y sabe que por su talante es imposible que logre moverse con éxito al centro de la política. Además, con sus pretensiones intelectuales, Petro no logra explotar todo lo mejor que pueda herramientas como Tik-Tok, cosa que Rodolfo hace hasta el punto de no darle miedo la autoridiculización.
Beccassino volvió a lograr lo imposible: transformar a un señor de 77 años en un fenómeno de una red social gobernadas por veinteañeros. Porque hay que decirlo, los muchachos están pegados del “viejito”
