Marco Tulio es un ave fénix, que logra resurgir de sus cenizas. Un agricultor de clase media del municipio de Cocorná, pasa por la experiencia del secuestro y por presenciar el fusilamiento de dos amigos secuestrados con él. De tener todo lo que dignamente puede necesitar una persona para vivir, se ve obligado a salir huyendo de su finca y desplazarse al Carmen de Víboral para vivir de cualquier cosa, de lo que resultara. Pero en el Carmen ni hay nada ni resulta nada. Vamonos para Rionegro, lo único bueno de las peores situaciones, es precisamente que no pueden empeorar, se dijo a si mismo. Encuentra en Rionegro a la Cooperativa Planeta Verde, dedicada al reciclaje, una labor marginal, subvalorada, de última escala laboral y destinada a ser ejecutada por las personas que una sociedad tilda incluso de desechables y que hacen parte de los pobres entre los pobres de este país.
La cooperativa lo acoge sin mirar, sin discriminar y sin pensar a nada diferente en las necesidades y las aspiraciones de los más pobres.
Una cooperativa no tiene dueños, no se es empleado, se es parte de la empresa, se aportan el trabajo y los imaginarios comunes de bienestar, tal la única expresión social y empresarial donde no hay tuyo ni mío, y donde la palabra utopía adquiere el sentido que quiso darle Serrat en su canción, cuando la definió como aquel vestido que se pone la esperanza para afrontar cada día que se le viene encima.
Qué puede hacer un agricultor en el reciclaje?. Si para él además, representa el desarraigo, la pobreza, el volver a empezar ni siquiera desde cero, sino desde mucho más abajo. Marco Tulio entendió que el dolor es el megáfono de Dios como dice un película Inglesa, que volver a empezar no tiene nada de malo, y mucho menos cuando se hace con otros, a la vez para otros y para todos, que pasar de tener de todo a no tener nada, también puede tener su encanto. El encanto de volver a valorar la vida, la salud y las ganas.
Con vida salud y ganas, se integró a la Cooperativa y decidió ver en la basura la belleza que casi nadie puede ver, comenzó como recuperador, luego como clasificador, luego como operador, luego como Jefe de Planta y en once años, tiempo muy largo para sufrir, pero muy corto para recomenzar la vida, es el Reciclador estrella, el que más sabe, el que más colabora y sobre todo el que más logros ha obtenido en la reconstrucción de la vida y en los saberes y compartires que ella implica. Marco Tulio hoy vive del reciclaje y en el reciclaje, es un empresario del reciclaje, donde la pobreza adquiere el sentido de la dignidad, incluso su casa es construida en plásticos reciclables transformados en madera que hace parte de un proyecto piloto nacional; hoy no entendería su vida sin el reciclaje, no se ubicaría haciendo otra cosa, mostrando como ninguno que la vida se puede reconstruir y llenar de nuevos sentidos, incluso sumergidos en una montaña de basura, con la que los hombres mantienen extrañas relaciones de repulsión y atracción, pero que tratadas y transformadas integran y reintegran el curso de la historia viva.