Las elecciones del pasado domingo fueron de una payasada tal que, a todos los que guardamos ciertas esperanzas de cambio, solo nos ha confirmado que Colombia es la típica república bananera, en donde ocurre de todo y nada ocurre.
Compra de votos, manipulación de tarjetones y mil cosas más que nos ponen exactamente a la altura de las sucias elecciones venezolanas y todo ello es corroborado por decenas de audios y videos que no son sino el espejo de lo que es nuestro país.
Se eligieron diez o quince personas íntegras, de mucha valía, que entran en un circo dominado en su inmensa mayoría por unos lobos salvajes que ya saben muy bien cómo se hace mucho dinero con lo que llaman el dinero público y ahí comprende uno que gastarse seiscientos millones de pesos para comprar votos no sólo es una buena inversión, sino un negocio extraordinario.
Y ahora vienen las presidenciales y ya sabemos cómo es la fiesta. Las cartas están echadas y tendremos como presidente al peligrosísimo Vargas Lleras o al inquietante títere de Uribe y la película no se ve bonita.
Las fórmulas con Fajardo y De la Calle
parece que no cuajan
y (para mí) Petro ya mostró los votos que tiene
Las fórmulas con Fajardo y De la Calle parece que no cuajan y (para mí) Petro ya mostró los votos que tiene y esa arrogancia suya no es nada deseable.
En fin, ninguna felicidad y nada que agradecerle al señor blablablá Santos
Y hablando de…
Y hablando de decencia política, da tristeza oír a los niños galanes y Lara hablar de eso, preciso de eso, de decencia.