A finales del año 2010, una llamada del desaparecido hombre de radio Gustavo Puentes cambiaría de manera radical mi ejercicio profesional: me propuso que asumiera la jefatura de prensa del entonces precandidato conservador a la presidencia José Galat (Q.E.P.D.), con el fin de despertar el interés de los medios nacionales por esa campaña electoral, teniendo en cuenta que el registro era muy exiguo y prácticamente nulo en los noticieros de televisión, entre otras cosas porque se negaban a dejar de verlo como el incansable líder católico y el respetable rector de la Universidad Gran Colombia, desconociendo su excepcional condición de hombre de Estado y el reconocimiento como una de las figuras a nivel nacional más importantes del Partido Conservador.
En una casona en el barrio Teusaquillo, considerada la sede nacional de la campaña (que más parecía un espacio de encuentro entre amables, entusiastas y diligentes feligreses católicos), me encontré a un hombre con un cuerpo y estatura monumental, luciendo un impecable traje de paño oscuro inglés sobre medidas, con unos ojos claros pero agudos que se escondían detrás de unas tradicionales gafas, haciendo juego con una avanzada calvicie y unas marcadas facciones árabes, que acentuaban aún más su clase e imponencia, más una generosa pero autoritaria sonrisa, que denotaba cierto escepticismo al escuchar mi propuesta de manejo de medios.
Ese sería el inicio de una larga y tendida conversación de dos meses sobre su posicionamiento en los medios de comunicación, en donde amable pero tajantemente me opuse a su inmediata preocupación de salir en los noticieros de televisión, explicándole que el posicionamiento en los medios era un proceso lento y complejo (así estuviéramos a escasos dos meses de la consulta interna conservadora), que necesitábamos montar un sistema informativo de su campaña, a lo que se apresuró a contarme su legado en casi 40 años como rector de la Universidad Gran Colombia, la intensa evangelización de miles y miles de colombianos que lideró sin tregua alguna con su conocido Canal Teleamiga, como también la creación y capacitación de más de cinco mil empresas comunitarias.
A eso no dudé en interrumpirlo casi de inmediato (mientras estupefacto bajaba su dedo inquisidor de viejo maestro de universidad), para decirle que en ese momento no me interesaba en absoluto esos logros, y que incluso era conveniente apartarlo de su imagen de acérrimo defensor del catolicismo y estricto directivo universitario, para dar paso a ese brillante hombre de Estado, el mismo que contribuyó en la confección del Frente Nacional y promovió el bachillerato por radio cuando era alto consejero presidencial de Misael Pastrana (alguna vez me reveló que tuvo un fuerte enfrentamiento con el entonces ministro de Educación Luis Carlos Galán, a quien se le metió la idea de suspender el bachillerato por radio, con el fin de transmitir en directo los Juegos Olímpicos de Múnich 1972), para consolidarlo ahora en esta coyuntura electoral como una fuente de opinión en el diario acontecer nacional, en donde su vasto conocimiento y su ortodoxia conservadora le diera un tinte distinto al debate electoral, creando la necesidad a los medios de comunicación de tenerlo como fuente de consulta en los temas gruesos de País.
Ante la insistencia de Galat y su equipo de trabajo (encabezado por su hija Ximena, una hermosa y aguerrida joven con las mismas facciones árabes y la misma agudeza en la mirada) en el sentido de poner plazo para que saliera en los noticieros de televisión, les expliqué que iniciábamos con comunicados de prensa más informes especiales que se enviarían y explicarían personal y telefónicamente con los editores y reporteros de las salas de redacción de prensa y radio, lo que vendría a generar un posicionamiento inicial, que nos permitiría a mediados de febrero dar el gran salto a los noticieros de televisión, a casi tres semanas de adelantarse la consulta interna conservadora, a la par con las elecciones de Cámara y Senado en Colombia.
Una mañana, Galat me llamó consternado por la noticia de que un fiscal había dejado en libertad a un hombre que asesinó ese fin de año a su propia esposa, que se sumaba a varios casos de feminicidio en el país; y en una clara aceptación a mi propuesta de pronunciarse sobre el diario acontecer nacional terminamos estructurando un comunicado de prensa sobre el tema, en donde el titular decía “Galat propone declaratoria de emergencia penal”, que logró de inmediato la atención de los diferentes medios de comunicación de radio y prensa, que lo inundaron al otro día en la mañana de llamadas a su casa, convirtiéndose en el primer “boom” del precandidato presidencial, que logró además un sendo despliegue en el periódico El Espectador (“Proponen reforma constitucional para declarar emergencia penal”, El Espectador, 7 de enero de 2010).
La efectividad de la “estrategia” entusiasmó a Galat y terminamos todas la mañanas por teléfono adelantando un “consejo de redacción” para establecer el tema del día para opinar, como el día en que no ocultó su molestia porque el entonces Procurador Alejandro Ordóñez solicitó a la Corte Constitucional declarar exequible una ley que convocaba a un referendo, para reformar la Constitución y permitir la segunda reelección de Uribe (personalmente estaba de acuerdo con un tercer gobierno del mandatario paisa), teniendo Galat la genialidad espontánea y periodística de “cranear” él mismo el titular del comunicado de prensa: “Galat pide al procurador ir al oculista”, haciendo alusión a que el Procurador tenía todos los elementos jurídicos para ver que esa tercera elección era inconstitucional, lo que causó tal revuelo que en la sección política en 6 AM de Caracol Radio, Darío Arizmendi comentó extrañado la frase de Galat, complementado con su compañera de mesa Viviane Morales, quien dijo que era inconcebible una pelea dé Ordóñez y Galat porque eran compañeros de camándula, mientras que el periodista político Fabio Callejas les aportaba los pormenores de la sarcástica frase del precandidato presidencial.
Unos días más tarde, Galat se encontró a la hora del almuerzo en el Jockey Club con el Procurador Ordóñez, quien a lo lejos lo miró extrañado y sentido (eran amigos de vieja data), a lo que Galat enérgico le replicó: “Y te lo sigo diciendo: Debes ir al oculista!”, ratificando la verticalidad en sus ideas, sin poder ocultar sus diferencias con el Presidente Álvaro Uribe, aun cuando me comentaron en la campaña que La Gran Colombia prestaba servicios de asesoría al Gobierno Nacional, y Galat era amigo personal de la entonces ministra de Comunicaciones, María del Rosario Guerra de La Espriella.
En una entrevista de María Isabel Rueda, Galat dijo que las diferentes ideologías y partidos en el mundo le habían aportado su grano de arena a la humanidad, como por ejemplo al nazismo se le debía “la disciplina y el orden”, ocasionando el revuelo del periodista Óscar Collazos (Q.E.P.D), quien en su columna de El Tiempo Las gracias de Galat no dudó en calificar el comentario como “las sandeces dichas por el precandidato conservador”, negándose de manera injusta y arbitraria a mencionar que Galat dijo en la misma entrevista un planteamiento tan maravilloso que terminó de forjar mi estructura intelectual: “Qué es lo bueno del socialismo? No la negación de la propiedad privada ni la lucha de clases. Pero tiene algo hermoso: la pasión por la justicia social”.
Esa noche Galat asistió a un debate de candidatos presidenciales en el Canal City TV (en el viejo edificio de El Tiempo, en la Avenida Jiménez con Séptima), y habló un par de minutos con el director de El Tiempo Roberto Pombo, quien se comprometió en publicarle una columna a Galat en respuesta a Collazos, y posteriormente me llamó a un lado para darme unas indicaciones de afán para que yo escribiera la columna, porque al otro día madrugaría a la ciudad de Armenia, lo que se convirtió en un reto y a la vez un honor la confianza que le dio a mi pluma, no sin antes reiterarme que la columna debía terminar con esta frase concluyente: “...le solicito hacer la rectificación del caso, negándome a pensar que como intelectual valioso no tiene la suficiente probidad mental para hacerlo”, y que efectivamente fue publicada el 27 de febrero de 2010.
Al aproximarse el 15 de febrero, cuando se vencía el plazo para que Galat iniciara a salir televisión, su hija Ximena me reiteró lo grave de la ausencia de Galat en este medio, a lo que les aclaré que el trabajo de posicionamiento estaba en desarrollo y que en cualquier momento iniciaba el registro en televisión, como efectivamente pasó cuando al periodista de Caracol Televisión Luis Eduardo Maldonado le llamó la atención uno de los lead o párrafos noticiosos que le enviaba a los periodistas nacionales por mensaje de texto, en donde Galat decía que Uribe quería entregar el Partido Conservador “amarradito de pies y manos” al entonces candidato Juan Manuel Santos (una opinión que tampoco compartía).
Ese sería el inicio del registro de Galat en los noticieros de televisión (hasta cinco o seis veces diarias), convirtiéndose definitivamente en el candidato presidencial que más apareció en medios a lo largo de esa contienda electoral, en donde su extremada inteligencia y su condición de hombre de Estado ponía a pensar al País, cuando se pronunciaba sobre el diario acontecer nacional, como cuando respaldó con una avanzada posición jurídica, la declaratoria de inexequibilidad por parte de la Corte Constitucional de los decretos que en ese diciembre declararon la emergencia social.
A esto se sumó su participación con otros candidatos presidenciales en La Noche de RCN Televisión y la mención que hizo un par de veces de Galat el periodista peruano Jaime Bayly en su programa de NTN Noticias, sin dejar de mencionar que se volvió constante y casi obligado su opinión en prensa y radio, lo que se convertiría en unos de los logros más importantes de mi carrera profesional, en donde mi propuesta de posicionamiento se desarrolló a la perfección, en un ciento por ciento, tal y como se lo anticipé a su hija Ximena, a quien seguramente nunca se le ocurrió que su insistencia diaria en que les debía el registro en televisión, me empujó a un abismo que de manera franca no creí que iba a salir bien librado, y a la hora verdad no solo logré convencerlos sino además convencerme a mí mismo de la propuesta, en donde modestia aparte fui calificado por los periodistas y editores políticos como el mejor jefe de prensa en ese momento de la contienda electoral, el más diligente, el más acucioso, el más receptivo, cuando requerían con carácter urgente en las diferentes campañas el pronunciamiento del respectivo candidato presidencial.
Y la pregunta: ¿Por qué Galat perdió la consulta? Porque sencillamente no contaba ni con la logística ni con los recursos de pesos pesados como Nohemí Sanín y Andrés Felipe Arias (lo que no significa que se cuestione la infraestructura de estos candidatos), siendo entonces una gran injusticia y casi una infamia de algunos atreverse acusar a Galat que había tomado recursos de la Gran Colombia para su Campaña. Nada más falso. Me consta que fue una campaña austera, sin recursos, invirtiendo en lo estrictamente necesario, que aunque significativo para cualquier cuenta personal (logística y empleados), en nada se compara con los millonarios recursos que se invierten en una campaña presidencial.
Alguna vez Ximena Galat me confesó preocupada que la financiación de la campaña había salido del bolsillo de su padre, lo que sin duda alcanzó a afectar el patrimonio familiar; a lo que la animé diciéndole que esa era una inversión merecida en Galat, una poderosa motivación en esa etapa final de su vida, que le permitió como en los mejores tiempos ser protagonista del diario acontecer nacional, devolviendo el privilegio al País de escuchar sus propuestas estructuradas y verticales, que tenían su cimiento en sus estudios de Derecho de la Universidad Nacional, Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad de París y Filosofía de la Universidad Barcelona.
Coletilla
* Galat no ahorró elogios a mi trabajo en su campaña electoral, aun cuando la única vez que lo sentí incómodo conmigo fue al responder su pregunta sobre mis escritores favoritos, en donde no dudé en ser sincero al señalarle los premios nobel de literatura José Saramago y Gabriel García Márquez, quienes vendrían a ser respectivamente exponentes del ateísmo y el comunismo, lo que probablemente ocasionó un distanciamiento cuando terminó la contienda electoral, pero que nunca impidió que me contestara de inmediato cuando lo llamaba al celular, ni que me atendiera con total amabilidad cuando varias veces lo fui a visitar a su despacho en la rectoría de la Universidad.
Aún tengo claro en la memoria cuando no dudó en calificarme como una persona de mentalidad “avanzada”, al encontrarnos el día de elecciones con su amigo Humberto Arbeláez, quien fuera mi decano en la Facultad de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad de la Sabana, lo que fue sencillamente emocionante porque tengo el privilegio de contar al Doctor Arbeláez como uno de mis mentores, quien no dudó un instante en aconsejarme y hasta reprenderme en los momentos que entraba presuroso a su despacho para contarle mis inseguridades y angustias como estudiante.
Al terminar la contienda electoral, sin poder ocultar su tristeza por no poder ganar la consulta conservadora, Galat no dudó en decirme con un tono de padre bondadoso: “Gracias por todo lo que hiciste por mí”, lo que intempestivamente me estremeció y constató el enorme respeto y aprecio que alcancé a sentir por el líder conservador.
* A principios del año 2017, sentí una enorme frustración de no poderle contar, por sus quebrantos de salud, que iniciaba estudios de Derecho en su amada Universidad. Estuve a punto de hacerlo cuando asistió fugazmente a la instalación de un Congreso de Derecho Penal, pero desafortunadamente no alcancé a contactarlo cuando de un momento a otro lo ayudaron a salir del recinto. Paz en su tumba.