De clichés y mujeres
Opinión

De clichés y mujeres

Cartas a Horacio

Por:
noviembre 22, 2013
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Santiago, 15 de noviembre de 2013

Querido Horacio,

Se les cayó el mundo encima esta semana en Colombia (¡y yo con estos pelos!), porque un señor, un tal Andrés Jaramillo, dueño de un restaurante muy famoso de Chía, Andrés Carne de Res, se comportó como una ídem en sus declaraciones a la prensa. Sucedió que en el estacionamiento de su negocio, se cometió una presunta violación ―digo presunta porque la justicia aún debe determinarlo― a una muchacha de 19 años que estuvo divirtiéndose en el local. El caso trascendió diez días después y preguntado por el tema, Jaramillo contestó, cito de memoria, que a qué jugaba una mujer que va a un lugar con sobretodo y debajo lleva una minifalda.

El caso es que, con las estupideces que dijo Jaramillo, pensé algunas cosas sueltas que te quiero comentar ahora, en el mismo desorden en que las pensé. Lo primero es que las declaraciones del tipo ―que representan a una gran cantidad de hombres y mujeres que piensan como él― son solo una parte pequeña del gran combo de clichés con los que se nutre el machismo, que luego generalmente deriva en violencia. De partida, la primera equivocación es cometida por hombres y mujeres al unísono y consiste en remarcar constantemente nuestro género como si eso nos hiciera extraterrestres. Todavía no nos ponemos de acuerdo en si ―un poco románticamente― somos especiales, o somos iguales. Unos días nos llamamos a nosotras mismas y nos llaman especiales ―sobre todo por el hecho de poder gestar, que los hombres no pueden― y al día siguiente somos iguales, somos pares de los hombres. Yo creo, por supuesto, que la igualdad es un asunto social y político. Te explico: si leo una noticia que dice: «Una mujer es [inserte acá cualquier logro]» siento más rabia que alegría, no por esa mujer que fue merecidamente premiada por su esfuerzo, sino por el hecho de que la noticia destaque porque la protagonista es una mujer. Eso, me parece, nos pone al nivel de extraterrestres y contribuye a remarcar más la diferencia entre hombres y mujeres en términos de consecución de metas y logros. Si una mujer se gana algo no se le debe celebrar solo por el hecho de ser mujer, ¿por qué?, ¿es que se trata de un perrito que hace una gracia y le dan una galleta? En gran parte por eso no soy feminista, precisamente porque considero que los hombres son mis pares y que yo no soy más ni ―por supuesto―menos que ellos.

Pero ese cambio social profundo, en el que las mujeres dejen de verse a sí mismas y dejen de ser vistas como su fueran perros a cuadros, es algo que tardará muchos años en darse, así como pasaron muchísimos años para que las mujeres pudiéramos usar minifalda sin que se nos tache de vulgares por eso. A Jaramillo se le pasaron de largo décadas de lucha de las mujeres por lucir como les dé la gana, sin que eso le otorgue ningún derecho al hombre, distinto al que la mujer le quiera conceder voluntariamente.

Y siguiendo con mi desorden mental, repasé también los clichés diarios que nos afectan. Por ejemplo, uno muy molesto del que hacen uso tanto hombres como mujeres y consiste en aseverar ―ni siquiera suponer― que si una mujer está de mal humor es por dos razones, o tiene la regla, o le falta sexo. Cada vez que me insinúan eso, aunque sea en broma, me dan ganas de morir. A eso súmale: que todas las rubias son tontas, que la mujer solo si es flaca es bonita, o uno que particularmente detesto: que la mujer se tiene que preocupar por verse bien para su pareja si no quiere que se le aburra ―la situación contraria, que el hombre se preocupe de que la mujer no se le aburra, es impensable―.

Te estarás preguntando que qué tiene que ver esta colección de clichés con la violación de una muchacha en un restaurante superfamoso, o con la violación de cualquier mujer en cualquier parte del mundo. Te diré que tiene mucho que ver: se empieza con esas bobaditas del día a día, se van sumando lugares comunes entre el chiste y la chanza, hasta que se llega a esa tragedia puntual ―que son miles de tragedias puntuales en el día― en la que una muchacha, solo por el hecho de haber tomado más de la cuenta y vestir minifalda, ya puede ser violada, porque la razón es que «se lo está buscando». Quizás el cliché más grave de todos es creer que el respeto se gana en la medida en que se luzca el vestido correcto.

Besos y abrazos,

Laura.

www.lauragarcia.cl
@LaZapaquilda

 

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