Con algunas pocas y notables excepciones, los congresistas colombianos dan grima. No precisamente por mostrar las nalgas, sino por pelar el cobre, atragantarse de mermelada, pedir coimas a sus amigos contratistas y, sobre todo, por legislar en favor de sus intereses particulares.
Quien haya pasado por el Congreso, y yo lo hice, sabe que eso es así. Horas y horas de babosadas, debates interminables que no conducen casi nunca a nada para que las cosas terminen por resolverse en los pasillos o en lo bares a la salida. Pocas personas llegan preparadas para los dos verdaderos oficios de un congresista: hacer leyes y control político.
Para la primera tarea se escudan en el gobierno que es quien verdaderamente dicta las leyes e indica cómo votar. La Presidencia designa para esto a los ministros, especialmente al de Gobierno y al de Hacienda que permanecen más en el Congreso que en sus oficinas. Ellos ponen y quitan textos legales según la agenda que les convenga y van pagando cada voto con un puesto, un contrato, un cargo diplomático. Para la segunda tarea, el control político, están, si cabe, menos preparados. No investigan, no leen y por supuesto poco les interesan los resultados del gobierno. Por el contrario, casi siempre, se utiliza esta facultad de control como chantaje para meter en cintura a los ministros o como medio de aupar a quien poco ha hecho. Estos vicios, dicho sea de paso, han sido copiados casi idénticos en concejos municipales y asambleas departamentales.
En esos “sagrados recintos” legislativos no se escucha a nadie. Uno puede hablar por horas y desgañitarse sin lograr el silencio respetuoso de auditorio. Unos duermen, otros comen, otros se enfrascan en su celular, otros aprovechan para hacer chanchullos y alguno que otro sigue con interés lo que dice el orador de turno.
Por los salones de Senado y Cámara han pasado todo tipo de delincuentes, desde Pablo Escobar y el Mono Mancuso hasta todos los desmovilizados de diversas guerrillas, pasando por ladrones que les quitan la paga a sus empleados, mentirosos que falsifican títulos, loquitos oportunistas como Moreno De Caro y otras yerbas parecidas o más letales como Carlos Alonso Lucio.
Cuando llega un tipo decente como Antanas Mockus se la dedican.
El que tiene el casi imposible propósito de recuperarle el prestigio al Congreso,
se ha visto ridiculizado y vilipendiado por cuenta de sus malquerientes
Así que cuando llega un tipo decente como Antanas Mockus se la dedican. El que tiene el casi imposible propósito de recuperarle el prestigio al Congreso, se ha visto ridiculizado y vilipendiado por cuenta de sus malquerientes. Primero intentaron que no se posesionara y ahora quieren sancionarlo por haber mostrado el trasero a la plenaria en un acto, que él llama pedagógico, con el que buscaba la difícil tarea de lograr silencio para escuchar las palabras de despedida de presidente del Congreso.
Mockus puede haberse equivocado de metodología, mostrar las nalgas no los calla, pero si escandaliza a los falsos moralistas que pululan en ese lugar. Mucha ingenuidad suya creer que una falta de educación tal elemental como el alboroto mientras otro habla, es el primer mal que hay que combatir. Además, porque allí no se callan tan fácil, a no ser que las nalgas fueran de una deslumbrante modelo o las de un delincuente como Escobar, que de seguro no mostraría el trasero sino las armas. No los deslumbra la inteligencia o la profundidad de sus ideas humanista, doctor Mockus. Eso sí se arrodillan ante el poder del momento, como ahora están alistando las rodilleras para sumisos doblegarse ante el nuevo gobierno. La inteligencia no es el fuerte en el Congreso, ni la ética. Pero se deslumbran con el poder y se inflan como pavos reales cada que ocupa una curul creyendo que llegaron allí para servirse de las prebendas y no para servir al pueblo.
No se desgaste bajándose los pantalones, esa imagen ruboriza a los sinvergüenzas a los pacatos que de seguro se pasan horas mirando porno. Dedíquese al control político y a estudiar las leyes que pasen por sus manos, eso sería mucho mejor trasero para mostrar que sus blancas nalgas.
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